Son, mojitos y carnaval
Santiago de Cuba celebra el 25 de julio los carnavales, una fiesta que se cuenta entre las m¨¢s bulliciosas y coloristas del Caribe. La m¨²sica en vivo manda en la ciudad de la Trova Santiaguera
Capital de la isla desde su fundaci¨®n en 1515 y hasta 1553, Santiago de Cuba semeja la proa de un exuberante nav¨ªo que, por avatares hist¨®ricos, hubiese quedado varado hacia la popa. Hern¨¢n Cort¨¦s fue su primer alcalde, y aqu¨ª se criaron los hermanos Castro. Es tierra de m¨²sicos longevos, como Sindo Garay (101) y Compay Segundo (96), y de poetas y soldados de muerte prematura, como el rom¨¢ntico Jos¨¦ Mar¨ªa de Heredia (36) ¡ªde gran influjo en Jos¨¦ Mart¨ª, cuyos restos reposan en el mausoleo de su cementerio, Santa Ifigenia (1)¡ª y el legendario general mamb¨ª Antonio Maceo (51), El Tit¨¢n de Bronce, muerto en una emboscada dos a?os antes de la independencia (el aeropuerto lleva su nombre y en la plaza de la Revoluci¨®n (2) se contempla una descomunal estatua ecuestre de 16 metros de altura). Tras el duro golpe asestado por el hurac¨¢n Sandy, el pasado 25 de octubre, la ciudad se ha recuperado para medirse ahora con su m¨¢s lustroso y codiciado ritmo: el carnaval de Santiago, una de las fiestas m¨¢s carism¨¢ticas y arraigadas del Caribe (del 21 al 28 de julio, siempre con el epicentro del d¨ªa 25, el del Santiago patr¨®n acaso m¨¢s pagano del santoral). El barrio marinero de El T¨ªvoli (3), al suroeste, es el ojo de este torbellino insomne de congas y cornetas, comparsas y tambores, entre humeantes chiringuitos con predominio del congr¨ª con chilindr¨®n de chivo y ayaca. La tradici¨®n carnavalesca se remonta al vigilado asueto de los esclavos negros, en una de las ¨¢reas cubanas con mayor proliferaci¨®n de ingenios azucareros (cuenta con un curioso Museo del Carnaval (4); calle de Heredia, 303). Su intrahistoria es tan hist¨®rica que Fidel Castro aprovech¨® la amalgama de forasteros y que era domingo de resaca, aquel 26 de julio de 1953, para el asalto al cuartel Moncada (5) (hoy Museo Hist¨®rico 26 de Julio), el inicio de la revoluci¨®n cubana.
9.00 El parque C¨¦spedes
El parque C¨¦spedes es el centro neur¨¢lgico de la ciudad, animado a cualquier hora del d¨ªa y bullicioso, sobre todo, al anochecer. Un apetecible remanso en la urbe no solo m¨¢s calurosa de Cuba, sino tambi¨¦n la m¨¢s empinada, con tramos casi verticales, lo que agrega un aire fantasmag¨®rico a su belleza colonial. Por eso, cuanto m¨¢s temprano ¡ªo a la ca¨ªda de la tarde¡ª, mejor la visita al atractivo museo a la intemperie que es el casco hist¨®rico (6) (un rect¨¢ngulo de ascendente rampa, desde C¨¦spedes hasta la plaza de Marte, con el arb¨®reo descansillo en medio de la recoleta plaza de Dolores, que se cubre igual por la colonial calle de Heredia o por la arteria comercial de Enramada), como si los museos reales fuesen meras dependencias. En un flanco se halla el elegante Ayuntamiento (7), desde cuya balconada, el 1 de enero de 1959, Fidel Castro proclam¨® el triunfo de la revoluci¨®n. La estatua de m¨¢rmol del cult¨ªsimo pionero y m¨¢rtir de la independencia Carlos Manuel de C¨¦spedes (1819-1874), primer presidente de la denominada Cuba en Armas, engalana esta antigua Plaza de Armas (sus restos descansan, asimismo, en Santa Ifigenia).
11.00 El Bacard¨ª que se convirti¨® en mamb¨ª
Una interesante miscel¨¢nea de la historia de la ciudad ofrece el Museo Emilio Bacard¨ª (8) (calle de P¨ªo Rosado, esquina con Aguilera), que rinde tributo a este d¨ªscolo primog¨¦nito de Facundo Bacard¨ª, el alba?il trasterrado de Sitges que, a finales del XIX, consigui¨® destilar aqu¨ª uno de los rones m¨¢s c¨¦lebres. Su hijo, segundo presidente de la compa?¨ªa, se convertir¨ªa en uno de los l¨ªderes insurrectos del Ej¨¦rcito mamb¨ª y estuvo, por ello, ocho a?os preso en la Pen¨ªnsula. Pero lleg¨® a ser el primer alcalde y cronista oficial de Santiago en la Cuba libre. Junto a pinturas, documentos b¨¦licos y objetos estramb¨®ticos ¡ªcomo algunas momias que se trajo de Egipto¡ª se exhiben piezas arqueol¨®gicas de los abor¨ªgenes cubanos. Testimonial es la cercana casona natal de Jos¨¦ Mar¨ªa de Heredia (9) (calle de Heredia, 260), cuyos poemas en la fachada hablan de una liberaci¨®n inminente.
13.00 Las monta?as y el mar
Una de las vistas m¨¢s espectaculares desde la ciudad la ofrece la terraza-mirador conocida como el Balc¨®n de Vel¨¢zquez (10) (calle de la Corona, 660), que rinde tributo a su fundador, Diego Vel¨¢zquez de Cu¨¦llar. A los pies, la herradura de la bah¨ªa ascendiendo por las empinadas calles de El T¨ªvoli, y enfrente, la m¨ªtica Sierra Maestra, cuyo pico Turquino (1.974 metros) es el punto m¨¢s alto del pa¨ªs, un santuario de todas las causas b¨¦licas (ta¨ªnos y siboneys, mambises y barbudos verdeoliva) que merecer¨ªa un viaje exclusivo de ecoturismo. Pero para el turista urbano basta con acercarse a La Gran Piedra, una espectacular roca de 70.000 toneladas, y, por una ruta pr¨®xima, darse un chapuz¨®n en la recoleta y gr¨¢cil playa de Siboney (11). En camino opuesto, tambi¨¦n a 18 kil¨®metros de la capital, se halla la hermosa bas¨ªlica de la Virgen de la Caridad del Cobre (12), que levita sobre una frondosa colina. (La agencia Cubanacan organiza excursiones, o a sus puertas, en el parque C¨¦spedes, est¨¢n los ¡°?Taxi, amigo!¡±, que cubren ambas rutas por unos 20 euros).
15.00 Viandas y viandantes
Como es sabido, la comida criolla es monocorde y sabrosa. Una gran ventaja es que la mayor¨ªa de las cocinas permanecen abiertas todo el d¨ªa. Junto a la hist¨®rica escalinata de la calle del Padre Pic¨®, seg¨²n se baja a El T¨ªvoli, hay recomendables paladares de marisco, como la parrillada La Terraza (13) (Padre Pic¨®, 360; 65 81 07), que ofrece buena langosta (10 euros). En los ¨²ltimos a?os han proliferado restaurantes y paladares que operan con pesos cubanos. Hay varios junto a la plaza de Dolores, y cerca de la plaza de Marte destaca el restaurante Espa?a (14) (avenida de Garz¨®n; 65 35 09), donde sirven buen marisco con viandas caseras (unos 5 euros). La mejor comida internacional se encuentra en los hoteles. El m¨¢s lujoso es el Meli¨¢ Santiago (15) (avenida de Las Am¨¦ricas), cuya piscina es del todo recomendable cuando aprieta la calufa santiaguera (12 euros con consumici¨®n para los no hu¨¦spedes).
19.00 Los Dos Abuelos
La noche santiaguera no tiene la connotaci¨®n de hasta el ¡°habanecer¡± de la capital. Pero, en compensaci¨®n, la mayor¨ªa de sus garitos permanecen abiertos todo el d¨ªa. En un flanco de C¨¦spedes est¨¢ el vetusto hotel Casa Granda (16) (calle de Heredia, 201; 65 30 21), cuyo fresco z¨®calo, con vistas al parque, es una de las terrazas emblem¨¢ticas. Es la antesala a la colindante Casa de la Trova (17), en la misma calle, donde se forj¨® la Trova Santiaguera, y cuna adem¨¢s del son cubano. Con un riego por aspersi¨®n de mojitos, cada noche hay m¨²sica en vivo, lo mismo que en Los Dos Abuelos (18) (calle de P¨¦rez Carb¨®, 5; 62 33 02), junto a la plaza de Marte, y en La Casa de las Tradiciones (19) (calle del General Rab¨ª, 154; 65 58 92), un garito con mucho sabor, empapelado con aut¨®grafos de grandes m¨²sicos y personajes santiagueros, en el coraz¨®n de El T¨ªvoli. All¨ª figura el lema de la ciudad, no exento de postergaci¨®n y ret¨®rica: ¡°Santiago: rebelde ayer, hospitalaria hoy, heroica siempre¡±.
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