La Lima de Vargas Llosa

Hay escritores que viven amarrados existencialmente a una ciudad, tanto en la vida real como en la ficci¨®n. Hacen de estas urbes no solo su lugar en el mundo, sino tambi¨¦n su Arcadia creativa, el paisaje habitual de sus historias. As¨ª nacen las ciudades literarias, como lo es Lima desde que Mario Vargas Llosa situ¨® en ella su primera novela, La ciudad y los perros, publicada en 1963. Desde entonces, la capital peruana ha sido monopolizada como subyugante tel¨®n de fondo en muchas de sus obras, como la c¨¦lebre Conversaci¨®n en La Catedral, erigiendo entre autor y ciudad una simbiosis narrativa que a d¨ªa de hoy es universal.

Para seguir la estela de Vargas Llosa en Lima es necesario acotar el espacio, discriminar algunas ¨¢reas para profundizar en otras. El escritor ha extendido un mapa literario tan amplio y disperso por la ciudad que para un visitante que est¨¢ de paso se antoja imposible abarcarlo todo. El barrio de Miraflores se presenta como la mejor opci¨®n para acordonar nuestro recorrido: en primer lugar porque este barrio comercial y cosmopolita, situado frente al mar, funciona como un ecosistema idiosincr¨¢tico dentro de Lima, como una peque?a ciudad independiente incrustada dentro de la gran metr¨®polis; y en segundo lugar porque en Miraflores Vargas Llosa vivi¨® los mejores momentos de su infancia y juventud, cuyos recuerdos son un sedimento inagotable para sus historias de ficci¨®n. ¡°No puedo librarme de Miraflores, no puedo dejar de escribir sobre Miraflores¡±, dijo el Nobel de Literatura en una ocasi¨®n. Este embrujo ha hecho que el escritor vuelva constantemente a su Miraflores autobiogr¨¢fico, situado imperecederamente en la d¨¦cada de 1950, como sucede en La ciudad y los perros, Los cachorros, Travesuras de la ni?a mala o La t¨ªa Julia y el escribidor, por citar algunos ejemplos.

No es un secreto, por tanto, que la mejor hoja de ruta para rastrear los paraderos conocidos de Vargas Llosa por las calles y rincones de Miraflores la encontramos en sus novelas. Un buen punto partida puede ser el Barrio Alegre que aparece revelado en las p¨¢ginas de La ciudad y los perros. En la calle Diego Ferr¨¦, una perpendicular de la comercial avenida Larco, viv¨ªa el cadete Alberto, el Poeta, uno de los muchos avatares literarios del escritor, en cuya obra de ficci¨®n se entremezclan constantemente las experiencias vitales. Para Vargas Llosa, Diego Ferr¨¦ es una calle cargada de nostalgias porque en ella se reun¨ªa con su pandilla de amigos, convirti¨¦ndose en el cuartel general de su infancia.

Acercarse a esta calle tiene tambi¨¦n un importante valor tur¨ªstico: es una de las pocas ¨¢reas del distrito en las que a¨²n se conservan intactas algunas casas de la ¨¦poca en la que Miraflores era un balneario habitado exclusivamente por las clases pudientes de la capital. Una realidad que pr¨¢cticamente ya ha sido canibalizada por la modernidad arquitect¨®nica que ha devastado el pasado m¨¢s inmediato, a fuerza de rascacielos y bloques de viviendas. Otra emblem¨¢tica casa para el escritor que ha resistido el envite del tiempo es la Quinta de los Duendes, en la calle Porta, donde Vargas Llosa se mud¨® tras casarse con Julia Urquidi, con quien vivi¨® una turbulenta historia de amor que sirvi¨® como inspiraci¨®n de su novela La t¨ªa Julia y el escribidor.

La literatura de Vargas Llosa construy¨® una urbe de papel que el visitante actual tiene que superponer a la ciudad real por la que est¨¢ caminando. El barrio de Miraflores que aparece en sus novelas es un lugar extra¨ªdo del recuerdo, y su existencia se revela tanto en lo que perdura como en lo que ha desaparecido. Por eso, muchas veces es necesario echar mano de la imaginaci¨®n para, por ejemplo, vislumbrar el parque Salazar en el lugar donde ahora se encuentra el centro comercial Larcomar. Antes de su desaparici¨®n, este parque formaba parte de los ajardinados malecones de Miraflores que, perfil¨¢ndose desde lo alto de los acantilados de la Costa Verde, son excelentes miradores naturales del oc¨¦ano Pac¨ªfico. Los personajes de las novelas de Vargas Llosa han transitado habitualmente por estos malecones, principalmente las parejas de miraflorinos enamorados, al igual que el propio escritor, que durante un largo paseo le pidi¨® su mano a Julia Urquidi en 1955.

Conscientes del valor cultural que tiene la impronta de Vargas Llosa en el barrio, la municipalidad de Miraflores organiza desde hace dos a?os Literatour, un circuito tur¨ªstico gratuito que est¨¢ inspirado en la vida y obra del escritor. Bajo la batuta de un gu¨ªa, que va contextualizando cada etapa del recorrido con fragmentos de novelas y datos biogr¨¢ficos del autor, la ruta comienza en el parque Kennedy, centro neur¨¢lgico del barrio y lugar de esparcimiento habitual de los miraflorinos, tanto de los vecinos de carne y hueso que hoy lo habitan como de los personajes de ficci¨®n de Vargas Llosa.

La siguiente etapa del circuito es el pasaje Champagnat, donde se encontraba el colegio del mismo nombre en el que estudiaron el escritor y ese grupo de amigos imaginados que protagonizan la novela Los cachorros. Posteriormente, la ruta contin¨²a por la avenida Pardo, donde se escenific¨® uno de los cap¨ªtulos m¨¢s excitantes de la juventud de Vargas Llosa: el momento en que entabl¨® contacto por primera vez con un militante de Cahuide, nombre que asumi¨® el Partido Comunista de Per¨² en la clandestinidad durante los a?os del gobierno militar de Odr¨ªa. La ¨²ltima parada de este recorrido se sit¨²a en el interior de la antigua casa de Ra¨²l Porras Barrenechea, convertida ahora en un centro cultural, donde Vargas Llosa trabaj¨® como asistente del historiador y profesor universitario. Porras Barrenechea fue la figura intelectual m¨¢s influyente para el novelista en sus a?os de formaci¨®n, y tambi¨¦n fue ¨¦l quien le consigui¨® la beca de estudios en Espa?a que le permiti¨® cumplir su sue?o de emigrar a Europa, en 1958, y convertirse en escritor.

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