Rabat: Lo que cuenta una moneda
El Museo del Banco Central de Marruecos ense?a su colecci¨®n numism¨¢tica
El Museo de Bank al Maghrib, el Banco Central de Marruecos, alberga en Rabat verdaderas joyas en forma de monedas. Desde hace dos a?os, una exposici¨®n moderna y did¨¢ctica, en uno de los edificios emblem¨¢ticos de la capital (Avenida Mohammed V, s/n.), permite ver algunos de los m¨¢s valiosos ejemplares de la numism¨¢tica, entre ellos los tesoros de los cuentos infantiles.
Desde monedas primitivas chinas hasta dariques persas dedicados al Rey Darius y piezas griegas, romanas, cartaginenses e isl¨¢micas. Todas ellas provenientes de un coleccionista privado,?J. Dominique Bretes, que don¨® su particular tesoro al banco marroqu¨ª.
Una serie de carteles explicativos acompa?an las monedas de diferentes periodos, haci¨¦ndonos detener en los aspectos m¨¢s curiosos, y demostrando que la historia tambi¨¦n circula a trav¨¦s de las cecas y las inscripciones de cada pieza. As¨ª aprendemos que en ¨¦poca cl¨¢sica se acu?aba moneda en 14.000 ciudades y bajo el mando de 500 dirigentes. A las figuras mitol¨®gicas de Heracles y Atenea se impondr¨¢n por vez primera en Cartago (actual T¨²nez) motivos naturalistas, para expresar de forma prosaica la importancia de la vida cotidiana: lechuzas, cangrejos y espigas.
Siguiendo estas piezas llegamos a Mauritania Tingitana (hoy Marruecos) en ¨¦poca anterior a la isl¨¢mica, y vemos una de las monedas estrella del museo: un enorme aurius de oro con una flor de lis, en conmemoraci¨®n de la boda del Rey Juba II con la hija de Cleopatra (s.III a.C.). El visitante queda at¨®nito ante semejante tesoro. Los motivos y las leyendas siguen evolucionando, y con ellos su simbolog¨ªa. De esta forma aparece por primera vez en las monedas de Tolomeo esa planta tan caracter¨ªstica ¨Cy nutritiva¨C del norte de ?frica que es la palmera.
Al principio de la ¨¦poca isl¨¢mica, en los siglosVII-VIII, los Omeyas de Oriente emulan las monedas romanas, incluyendo solamente junto a las leyendas en lat¨ªn la basmala (f¨®rmula que significa en ¨¢rabe ¡°en el nombre de Dios¡±). Sin embargo, pronto las monedas isl¨¢micas ir¨¢n adquiriendo una morfolog¨ªa y personalidad propias que marcar¨¢n la ¨¦poca medieval en buena parte del mundo. Tanto es as¨ª que hasta los cristianos espa?oles acu?aron maraved¨ªes tras la Reconquista, como s¨ªmbolo de m¨¢ximo prestigio. Estos maraved¨ªes no eran sino los muy exquisitos dinares de oro producidos por los almor¨¢vides, en ¨¦poca de Alfonso VIII, aunque convenientemente 'cristianizados' mediante la cruz.
Pero no era oro todo lo que reluc¨ªa. La Ceca de T¨¢nger acu?aba monedas omeyas en bronce, los feluses, mientras que la de Damasco produc¨ªa d¨ªrhams de plata.
As¨ª entramos en las inscripciones, tan importantes para conocer la dataci¨®n y la ¨¦poca en la que se inscrib¨ªa el dinero. Que la Edad Media era en algunos aspectos menos obtusa que la ¨¦poca actual, desde un punto de vista isl¨¢mico, no es una novedad. Esto por ejemplo se detecta en las monedas de Moulay Idriss II, que fue un oriental de la dinast¨ªa abasida refugiado en Fez. En ellas hizo inscribir la shahada (la profesi¨®n de fe isl¨¢mica), pero tambi¨¦n el nombre del califa Al¨ª, de quien era descendiente, y ello a pesar de ser sun¨ª. Toda una 'osad¨ªa'.
Casi todos los emires y califas magreb¨ªes y andalus¨ªes acu?aban d¨ªrhams de plata y dinares de oro. La plata proced¨ªa del Norte de Marruecos, y el oro, de Sud¨¢n. Su peso estaba estrictamente controlado. En alg¨²n periodo el oro lleg¨® a ser tan abundante como en ¨¦poca del Sult¨¢n Saadi de Marruecos, Mansur Ed-Dahbi (El Dorado), cuyas monedas pasaron de 4,25 gramos a 4,70. ?Y todo por el mismo precio!
Y as¨ª, antes de detenernos en los mitqales, los riales y los bunduq¨ªes alau¨ªes, ya mucho m¨¢s modestos, observamos la evoluci¨®n de estas piezas hasta llegar a las que Muhammad III hizo acu?ar a finales del XVIII en Madrid, a cambio de que no apareciera escrita su procedencia en la inscripci¨®n. Sin embargo, los madrile?os se negaron a quitar su firma, lo que provoc¨® el cese de la circulaci¨®n de estas piezas en Marruecos, en lo que hoy se denominar¨ªa toda una crisis diplom¨¢tica.
Aprenderemos despu¨¦s acerca de la emisi¨®n de billetes y las diferentes t¨¦cnicas de impresi¨®n hasta tiempos actuales. As¨ª se llega a otro valioso apartado del museo: el de la pintura orientalista y contempor¨¢nea marroqu¨ª. L¨¢stima que la visita no incluya la impresionante c¨²pula de estilo magreb¨ª que esconde el coraz¨®n del Bank Al-Maghrib.
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