La vida en la Ant¨¢rtida
De c¨®mo perder la noci¨®n espacial debido a un fen¨®meno de 'blancura total' sobre un glaciar, a la rutina de la base cient¨ªfica espa?ola en la isla Livingston
Han pasado las primeras semanas en la base y, como si el oscuro invierno nunca hubiese hecho acto de presencia, la actividad fren¨¦tica ha retornado a este tranquilo rinc¨®n del planeta. La base, antes dormida, ha despertado de un invierno fr¨ªo y largo. El ritmo en ella es de nuevo agitado y la gente pulula por los alrededores intentando aprovechar el corto verano de una campa?a mucho m¨¢s breve de lo habitual. Los proyectos cient¨ªficos han de concluir antes de la llegada del buque que pondr¨¢ fin a la temporada. Por ello no se puede perder ni un solo d¨ªa.
A las pocas horas de mi llegada a Isla Livingston paseaba con un par de investigadores en busca de zonas adecuadas para un nuevo muestreo de l¨ªquenes. El reencuentro con algunos lugares de la isla tras casi un a?o tiene algo de entra?able vuelta al hogar. Uno busca los detalles de los que qued¨® prendado hace tiempo. Hay una evidente curiosidad por ver c¨®mo han cambiado las cosas durante la ausencia. Los cambios aqu¨ª pueden ser tan evidentes como los de una gran ciudad en la que se ha vivido anta?o o los de un peque?o pueblo de veraneo al que se retorna tras el invierno: desde un glaciar que se ha retirado decenas de metros a una ping¨¹inera con una poblaci¨®n considerablemente diezmada. Ello percib¨ª al reencontrarme con la colonia de ping¨¹inos de Caleta Argentina, a escasos kil¨®metros de la base. Siempre da pena observar c¨®mo lugares queridos se deshabitan. La innivaci¨®n ha aumentado en las ¨²ltimas campa?as y, nada m¨¢s llegar, el fen¨®meno salta a la vista. Todav¨ªa hay demasiada nieve para esta ¨¦poca del a?o, ello facilitar¨¢ nuestro trabajo en el glaciar pues har¨¢ que se tapen muchas de las grietas sobre las que tenemos que pasar durante nuestro trabajo. Por otro lado complicar¨¢ las labores de carga y descarga y apertura de los m¨®dulos durante el tiempo que estemos aqu¨ª.
La base, de brillantes colores rojos que contrastan con la blancura de la nieve, est¨¢ construida en varios m¨®dulos independientes separados entre s¨ª por decenas o centenares de metros. ?stos se diseminan sobre una llanura situada cerca de la costa. Una llanura de roca negruzca, desnuda y libre de hielo. La disposici¨®n desperdigada tiene su sentido para evitar que, en caso de incendio, el fuego no se contagie de un m¨®dulo a otro. Al igual que en un barco en alta mar, este es el gran peligro para las bases cient¨ªficas. En el a?o 2012 la estaci¨®n cient¨ªfica brasile?a Comandante Ferraz, situada en la Bah¨ªa Almirantazgo de la Isla Rey Jorge, en el mismo archipi¨¦lago Shetland del Sur donde nos encontramos, ardi¨® pasto de las llamas y como consecuencia murieron dos personas y una m¨¢s result¨® herida.
Salir de la ducha y retornar al propio dormitorio implica un paseo considerable; lo mismo para ir a desayunar o acudir al m¨®dulo de habitabilidad a ver una pel¨ªcula. La vida gira en torno a los horarios, marcados por el desayuno, la comida y la cena. El resto del tiempo lo pasamos trabajando y el domingo es el d¨ªa de descanso. La base ant¨¢rtica espa?ola Juan Carlos I se halla enclavada entre colinas de color oscuro. Sobre ella se eleva una monta?a que recibe el nombre de Pico Reina Sof¨ªa, a partir de la cual se extiende una masa glaciar dividida en dos lenguas principales en las cuales trabajamos: el llamado glaciar Johnson y el Hurd. Este es el campo principal de actuaci¨®n del equipo de t¨¦cnicos de monta?a al cual pertenezco. Sobre estos glaciares apoyamos un proyecto que estudia la din¨¢mica de los glaciares gracias a la medici¨®n constante de una red de estacas situada en todo el glaciar. Calculando la posici¨®n de ellas a?o tras a?o se determina su movimiento con el paso del tiempo.
V¨¦rtigo horizontal
Los d¨ªas pasan y el glaciar se convierte en nuestra segunda casa. Son muchas las horas que pasamos conduciendo nuestras motos de nieve de una estaca a otra, guiados por el GPS y sumergidos en una niebla espesa como la leche. Cuando las nubes son muy densas sobre el glaciar, la visibilidad es nula y la blancura de la nieve se confunde con la del cielo. Las perspectivas se difuminan y la sensaci¨®n es parecida a la de estar dentro de una pelota de ping-pong. En los pa¨ªses angloparlantes se conoce el fen¨®meno como white out o blancura total, y puede llegar incluso a producir una especie de v¨¦rtigo horizontal. Cuando la zona de trabajo dentro del glaciar es demasiado peligrosa debido a la presencia de grietas, las aproximaciones se hacen con esqu¨ªs, pues estos son m¨¢s ligeros que las motos de nieve y reducen el riesgo de caer a las profundidades del hielo, a las entra?as de un glaciar siempre en movimiento.
Tras una jornada de trabajo en ese ambiente neblinoso la vuelta a la base es sin¨®nimo de calidez y de regreso a la realidad. La cocina y el comedor se convierten en el refugio y punto de reuni¨®n de t¨¦cnicos y cient¨ªficos. Ram¨®n, el cocinero, se encarga de mantenernos alimentados durante toda la campa?a. A ¨¦l acudimos para desconectar de nuestro trabajo, saciar nuestra hambre o contarle cualquier pena.
Pese a la disminuci¨®n del presupuesto destinado a la campa?a ant¨¢rtica y su consecuente impacto en el n¨²mero de cient¨ªficos que han venido este a?o hasta la base, hay otros proyectos a los cuales damos apoyo. Desde el inicio de la presencia cient¨ªfica espa?ola en este continente, la Agencia Espa?ola de Meteorolog¨ªa ha estado recogiendo datos de las diversas estaciones situadas en esta zona de la Ant¨¢rtida. Parte de nuestra labor, a menudo, consiste en acompa?ar a los investigadores que trabajan en ellas hasta los lugares retirados donde se encuentran. Durante esta temporada otras labores de muestreo se est¨¢n desarrollando en los alrededores de la base Juan Carlos I, como la de recogida de muestras de l¨ªquenes en zonas donde el glaciar ha retrocedido o el estudio del permafrost, una capa del suelo que permanece siempre congelada en lugares concretos de esta regi¨®n polar. Otro de nuestros trabajos consiste en ascender a cimas de los alrededores con objeto de instalar prototipos para la emisi¨®n y recepci¨®n de datos a larga distancia. Estudios sobre el geomagnetismo o la recogida peri¨®dica de muestras de agua marina completan el panorama cient¨ªfico de una campa?a ant¨¢rtica que transcurre a medio gas respecto a a?os pasados.
Estos son los proyectos a los que el equipo de gu¨ªas de monta?a de la base presta su apoyo a?o tras a?o, pero todo t¨¦cnico de los que aqu¨ª trabajamos, aparte de su cometido espec¨ªfico, sea cocinar para treinta personas o reparar la excavadora averiada, ha de participar en las labores de mantenimiento general y log¨ªstica de la estaci¨®n. Facilitar la estancia y apoyar el trabajo del grupo de investigadores que acude todos los a?os a este rinc¨®n desolado del planeta para hacer ciencia es el objetivo final de todo el personal t¨¦cnico de la base. Ello puede incluir escalar una monta?a, quemar residuos humanos en la incineradora o poner la mesa a mediod¨ªa y servir el postre.
M¨¢s informaci¨®n y cr¨®nica de la campa?a en www.hilomoreno.com
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