Templos, Himalaya y ¡®Kamasutra¡¯
Del gran¨ªtico paisaje de Hampi a la sagrada Benar¨¦s, 15 pistas para descubrir la esencia de India
Mausoleos de m¨¢rmol que son un canto de amor, templos con vistas a las monta?as m¨¢s altas del mundo, casas flotantes, bazares, palacios y hasta edificios g¨®ticos y renacentistas. De Hampi a la sagrada Benar¨¦s, 15 pistas para descubrir la esencia de India.
01 Hacer el mono en Hampi
Al menos una vez la vida, hay que descubrir lugares como las melanc¨®licas ruinas de Hampi, en Karnataka, al suroeste de la India, un lugar que aparece mencionado en el Ramayama como Kishkinda, el reino de los dioses mono. El fantasmag¨®rico paisaje rocoso de Hampi fue en el pasado la gloriosa y cosmopolita Vijayanagar, capital de un poderoso imperio. Ahora sus ruinas, templos y edificios se integran a la perfecci¨®n en el entorno: grandes rocas que mantienen el equilibrio sobre delgados pedestales cerca de un antiguo establo de elefantes; templos que se empotran en los huecos de los pe?ascos, barcas de mimbre que flotan junto a los arrozales y b¨²falos de agua que se ba?an cerca de la gran piscina real. Cuando el sol se pone, ti?endo de ¨¢mbar el paisaje, uno podr¨ªa olvidarse de todo.
Hampi es una importante parada en los circuitos viajeros, sobre todo en temporada alta, de noviembre a marzo. Casi todos pasan por el bazar de Hampi, lleno de alojamientos baratos, tiendas y restaurantes, y dominado por el majestuoso templo de Virupaksha. Los que prefieren una zona m¨¢s tranquila, pasan al otro lado del r¨ªo. Hay unos 3.700 monumentos desperdigados en unos 36 kil¨®metros cuadrados, as¨ª que se necesitar¨ªan varios meses para vistarlos todos, pero las ruinas principales est¨¢n concentrados en dos zonas: el Centro Sagrado, alrededor del bazar de Hampi, y el Centro Real, hacia Kamalapuram.
02 Un 'selfie' ante el Taj Mahal
Ni los viajeros que m¨¢s aborrecen los autocares tur¨ªsticos y los lugares t¨®picos y t¨ªpicos eluden visitar el Taj Mahal, en la ciudad de Agra. Incluso en un d¨ªa caluroso y en medio del gent¨ªo, esta maravilla sigue siendo imprescindible, un monumento al amor del emperador Shah Jahan por su esposa Mumtaz Mahal. Este mausoleo de m¨¢rmol con incrustaciones de caligraf¨ªa, piedras preciosas y complejos motivos florales que representan el para¨ªso eterno es el adi¨®s m¨¢s po¨¦tico del mundo. Shah Jahn orden¨® construir el Taj Mahal a la muerte de su esposa en 1631. El edificio principal estuvo listo en ocho a?os, aunque el complejo no se concluy¨® hasta 1635. Poco despu¨¦s, el Shah fue destronado por su hijo y confinado en el fuerte de Agra; durante el resto de su vida solo pudo contemplar su creaci¨®n desde la ventana de la fortificaci¨®n. A su muerte, en 1666, fue enterrado junto a Mumtaz.
En Agra, no obstante, hay m¨¢s cosas que ver: el peque?o Taj (tumba de un noble persa que, sin la imponente belleza del Taj Mahal, fue la primera construcci¨®n mogola totalmente de m¨¢rmol), el fuerte de Agra o la delicada tumba de estilo persa Chini-k-Rauza, raramente visitada. Tambi¨¦n en los alrededores es obligado acercarse a la espl¨¦ndida ciudad de Fatehpur Sikri o al centro de peregrinaje hinduista de Mathura.
El Taj Mahal cierra todos los viernes salvo para quienes acuden a orar a la mezquita. Los mejores momentos para contemplarlo tal vez sean al amanecer (hay mucha menos gente) o durante la puesta del sol. Tambi¨¦n se puede visitar durante cinco noches al mes en torno a la luna llena. Para ello hay que comprar las entradas -numeradas y limitadas- con un d¨ªa de antelaci¨®n en la oficina del Archaelogical Survey of India.
03 Una taza de t¨¦ en Darjeeling
Los valles, desiertos y playas con palmeras est¨¢n muy bien, pero el calor resulta agobiente. Los pr¨ªncipes indios y los colonos brit¨¢nicos utilizaron pueblos como Darjeeling para refugiarse de la can¨ªcula, y las estaciones de monta?a conservan bosques frondosos y un aire vivificante.
La estaci¨®n de monta?a de Darjeeling es (merecidamente) el principal reclamo de Bengala Occidental. Cuando no se est¨¢ admirando el Kangchenjunga, la tercera monta?a m¨¢s alta del planeta (8.598 metros), o el skyline himalayo que dibujan los ochomiles Everest, Lhotse y Makalu desde la Colina del Tigre (a unos 11 kil¨®metros al sur de Darjeeeling), se puede explorar la arquitectura colonial o visitar monasterios budistas. Las empinadas callejas se llenan de gente de rasgos himalayos procedente de Sikkim, But¨¢n, Nepal y el Tibel y, si las fuerzas empiezan a fallar, nada como un humeante t¨¦ local.
Tambi¨¦n se puede hacer un curso de cultura tibetana en el Centro Manjushree, durmiendo en casas de familias tibetanas de la zona, o disfrutar de 15 d¨ªas de aventura con el Instituto de Monta?ismo del Himalaya que incluyen escalada, supervivencia en la selva y pirag¨¹ismo, as¨ª como cursos de monta?ismo b¨¢sico y avanzado.
La mayor¨ªa de los turistas llega despu¨¦s del monz¨®n (octubre y noviembre) y antes de ¨¦ste, en primavera (de marzo a mayo), cuando no amenaza lluvia, hay buena visibilidad y las temperaturas son agradables. Como los puntos de inter¨¦s de Darjeeling est¨¢n diseminados y el transporte por carretera es complicado, resulta ¨²til agrupar algunas visitas. Por ejemplo, tomar el tur¨ªstico ¡°tren de juguete¡± hasta Ghum y dedicar el resto del d¨ªa a visitar monasterios.
04 Safari fotogr¨¢fico en Rajast¨¢n
Hay que tener suerte para avistar un tigre o un leopardo en India, pero puede ocurrir. Y aunque no se vea ninguno, se puede disfrutar recorriendo una de las muchas reservas naturales del pa¨ªs a lomos de un elefante, mientras se observan ciervos, pavos reales y langures bajo el revoloteo de aves y mariposas.
Otra opci¨®n es olvidarse de tigres y elefantes y emprender un safari por el desierto del Thar (Rajast¨¢n) a gibas de un camello. Eso s¨ª, nada de mares de dunas: el Thar es en su mayor¨ªa un terreno de maleza salpicado de aldeas y turbinas de viento, con alguna que otra zona de dunas. A menudo se ven campos de mijo y ni?os que pastorean reba?os de ovejas o cabras. Hoy la mayor¨ªa de los viajes incluyen rutas en todoterreno por zonas menos frecuentadas, completados con paseos en camello que no duran m¨¢s de dos horas, tanto al atardecer como al anochecer. Es menos aut¨¦ntico pero divertido. Eso s¨ª, algunas zonas, como las dunas de Sam y Khuri, est¨¢n siempre abarrotadas por la tarde.
La alternativa es Bikaner. Hay menos competencia y menos turistas. Las rutas suelen centrarse en las aldeas del desierto y su interesante fauna. Adem¨¢s, Bikaner es una animada ciudad del desierto entre torbellinos de polvo, con un fabuloso fuerte y un animado ambiente de puesto fronterizo. Aunque es menos tur¨ªstica que otras zonas del Rajast¨¢n, tiene muchos hoteles y una variada oferta de safaris en camello.
05 Navegar en Kerala
Las maravillosas backwaters de Karala abarcan 900 kil¨®metros entre r¨ªos, lagos y lagunas interconectados y bordeados de flora tropical. El modo m¨¢s apacible e ¨ªntimo de disfrutarlo es pasar unos d¨ªas en una casa flotante con techo de teca y palma, el lugar perfecto para ver el sol ponerse tras las palmeras mientras se come exquisito marisco o se concilia el sue?o bajo las estrellas.
Mucho antes de las carreteras, estos canales eran las autopistas de Kerala. Las rutas por las backwaters atraviesan lagos rodeados de palmeras tachonados de redes de pescar voladizas y se abren paso serpenteando por angostos y umbrosos canales. Por el camino surgen pueblos apartados donde la vida rural sigue intacta desde hace una eternidad. Uno de los puntos de partida es Kottayam, donde se estableci¨® en 1820 la primera imprenta en lengua malabar y fue el primer distrito del pa¨ªs en alcanzar un 100 % de alfabetizaci¨®n. Fue tambi¨¦n un refugio para la iglesia ortodoxa cuando los portugueses obligaron a los cristianos keral¨ªes a convertirse al catolicismo en el siglo XVI. Otro punto interesante es Kumarakom, a 16 kil¨®metros al oeste de Kottayam y a orillas del lago Venbanad. Una ciudad de backwaters con alojamientos de alta gama y una famosa reserva de aves. Arundhati Roy, autora de El dios de las peque?as cosas, creci¨® en una aldea cercana.
Alquilar una casa flotante dise?ada como un kettuvallam (barcaza de arroz) no es barato. Quienes viajen con presupuestos m¨¢s ajustados pueden disfrutar del transporte local por las backwaters por unas 2 rupias (dos c¨¦ntimos de euro) en uno de los cinco ferries que salen de Alleppey, atraviesan el lago de Vembanay y permiten contemplar un variado paisaje.
06 Respirar en el Himalaya
En el norte, donde el aire es fresco y puro, las estaciones de monta?a ceden paso a los picos nevados. El antiguo antiguo reino himalayo de Sikkim es un verdadero para¨ªso para los viajeros; profundos valles de monta?a, bancales de arroz, grandes monta?as y magn¨ªficos edificios revestidos de los ceremoniales colores bermell¨®n, dorado, azul y verde del budismo mahayana.
Al oeste de Sikkim, donde impera el budismo tibetano y los monasterios emergen de los bosques o se posan sobre escarpados riscos, las banderas de oraci¨®n flamean al viento con el Himalaya de fondo. Las vistas del Kangchenjunga son el principal reclamo de esta zona excelente para el senderismo. La ruta del Goecha La, por ejemplo, conduce hasta la base de este imponente ochomil desde la localidad de Yuksom, inicio tambi¨¦n de varios recorridos de un d¨ªa muy agradables.
Al sur de Sikkim llegan muchos turistas para, adem¨¢s de ascender sus monta?as, admirar las imponentes estatuas de Namchi o empaparse de la espiritualidad de los monasterios de Ravangla. Esta es la ¨²nica zona de la regi¨®n en la que se cultiva t¨¦ y las plantaciones de Temi son una maravillosa parada en el camino entre Gantok y el oeste de Sikkim.
Quienes prefieran bellezas de la naturaleza en estado puro pueden dirigirse al norte de Sikkim, que cuenta con dos reclamos paisaj¨ªsticos: los id¨ªlicos valles de Yumthan y de Tsopta. Para viajar aqu¨ª se necesita un permiso especial y conviene evitar los meses de invierno, entre diciembre y febrero.
07 Rezar, comer, amar en Amritsar
El Templo Dorado de Amritsar, santuario sagrado para los sijs, es un lugar m¨¢gico que parece flotar sobre un resplandeciente estanque y debe su nombre al ¡°n¨¦ctar de la inmortalidad¡±. El templo, una construcci¨®n magn¨ªfica realzada por su profusi¨®n de dorados (incluida la c¨²pula con forma de loto chapada en oro), resulta apacible incluso abarrotado de peregrinos.
El templo forma parte de un enorme complejo gurdwara, conocido por los sijs como Harmandir Sahib, cuyo centro espiritual es el estanque que rodea el santuario, al que se le atribuyen poderes curativos. Peregrinos de todo el mundo vienen para ba?arse en sus aguas sagradas. Dentro del templo, sacerdotes y m¨²sicos entonan sin interrupci¨®n un canto del libro sagrado sij en un ambiente muy intenso. Hay ceremonias todos los d¨ªas y, tras la oraci¨®n, entre 60.00 y 80.000 peregrinos acuden a un enorme comedor ubicado al sureste del recinto. Comer es gratuito, aunque es norma dejar un donativo y ayudar a lavar la enorme pila de platos.
Amritsar, donde se encuentra el templo, es una ciudad hiperactiva dividida en dos por una mara?a de v¨ªas f¨¦rreas. El casco antiguo, donde se sit¨²a el Templo Dorado y otros lugares de inter¨¦s hist¨®rico, se encuentra al sureste de las v¨ªas rodeado por 12 puertas medievales. Se trata de una zona fascinante, con un entramado de estrechos bazares que parecen sacados de otros siglos.
08 Dejarse seducir por Delhi
La capital de India, una mezcla de misterio, magia y caos donde viven casi 17 millones de personas, ha cambiado de cara varias veces durante los ¨²ltimos milenios. Con ruinas que surgen en cada esquina (restos de siete ciudades hist¨®ricas), en Delhi se mezclan fuertes mogoles, bazares medievales, bloques de oficinas, centros comerciales y autopistas.
Indispensable: la majestuosa Jama Masjid y perderse por los bazares de la Vieja Delhi, como Chandni Chowk, proyectado hace 400 a?os por la hija de Shah Jahan, Jahanara. Calles enteras dedicadas a la venta de cometas, ollas de zinc, papel de regalo, saris, brocados y casi todo lo imaginable. Hay que entrar en el Fuerte Rojo, el palacio de arenisca del ¨²ltimo emperador mogol, extasiarse ante la perfecci¨®n arquitect¨®nica de la tumba de Humayun que inspir¨® el Taj Mahal o situarse en la base del espl¨¦ndido Qutb Minar y bajar hasta las ruinas invadidas por la maleza del parque arqueol¨®gico de Mehrauli. Despu¨¦s, para relajarse, uno puede darse el gusto de un refinado high tea en el Hotel Imperial, lo m¨¢s emblem¨¢tico de la Delhi colonial: lujo, estilo y servicio inimitables que recuerda la ¨¦poca del Raj.
09 Ir a la playa en Goa
Goa no se puede comparar con ning¨²n otro estado de India. Quiz¨¢ por la influencia portuguesa y esa cultura del sossegado, exclusiva de esta regi¨®n del sur indio y apreciable en muchos aspectos de la vida diaria, o quiz¨¢ por sus infinitos arenales, para muchos grandes viajeros las m¨¢s espectaculares del mundo, con palmerales a un lado de las blancas arenas y el beso de las olas del ?ndico al otro; la perfecta estampa de un para¨ªso tropical.
Aunque hace ya tiempo que este ed¨¦n fue descubierto, y su costa invadida por viajeros y chiringuitos, Goa esconde mucho m¨¢s que esa vieja fama de refugio hippie o su nuevo estatus de centro vacacional playero. Se trata de un estado bell¨ªsimo y culturalmente muy rico, que permite desde observar aves en un bosque repleto de mariposas hasta extasiarse ante catedrales centenarias, lanzarse por cascadas de aguas r¨¢pidas o deambular por los callejones encantadores de su capital. Resulta indispensable visitar la vieja Goa, donde reside desde hace casi cinco siglos un espa?ol ilustre, San Francisco Javier, cuyos restos reposan en la Bas¨ªlica del Bom Jes¨²s. La ciudad, conocida en tiempos como la Roma del Este, super¨® entre los siglos XVI y XVIII a Lisboa o Londres en n¨²mero de habitantes. A¨²n hoy se puede percibir ese esplendor paseando por jardines, altas iglesias, su catedral y sus majestuosos conventos. Los brotes de c¨®lera y malaria en el siglo XVII forzaron su abandono y en 1843 la capital del estado se traslad¨® oficialmente a Panaji.
10 Sorprendente arquitectura en Bombay
Bombay es la ciudad india que ha asimilado todo lo ajeno, y en lo arquitect¨®nico, se traduce en una mezcolanza de influencias que van desde el art d¨¦co a la contemporaneidad de sus modernas torres, aunque son sus ecl¨¦cticos edificios victorianos (un batiburrillo neog¨®tico e indosarraceno) los que la definen. Todas esas agujas, hastiales, arcos y c¨²pulas bulbosas, realzados por palmeras y banianos, definen los ornamentos t¨ªpicos de la ciudad.
Para maravillarse de la arquitectura colonial hay que contemplar la estaci¨®n ferroviaria de Chhatrapi Shivaji Terminus, un gigantesco edificio de arquitectura isl¨¢mica, hind¨² y brit¨¢nica donde se exponen colecciones procedentes de toda la India. O acercarnos a la Universidad de Bombay, con aspecto de obra maestra del g¨®tico franc¨¦s aunque date del siglo XIX; fue proyectada por el arquitecto ingl¨¦s Gilbert Scott, mismo autor de la estaci¨®n de St. Pancras de Londres. Tambi¨¦n se puede contemplar la High Court, elegante edificio neog¨®tico de 1848 inspirado en un castillo que hoy es un hervidero de actividad fren¨¦tica atestado de jueces y abogados.
Construido a imagen y semejanza del londinense Victoria & Albert Museum, el museo del Dr. Bhau Daji Lad, de interiores neorenacentistas y restaurado hace pocos a?os, est¨¢ situado en medio de un inmenso y exuberante jard¨ªn. Finalmente, si nos lo podemos permitir, se puede pasar una noche en uno de los hoteles m¨¢s emplem¨¢ticos del mundo, el Taj Mahal Palace. O al menos, tomarnos una copa en el bar, el primero de Bombay.
11 Elegir a 'M¨ªster Desierto' en Jaisalmer
Como un castillo de arena en los desiertos de Rajast¨¢n, la ciudadela de Jaisalmer, del siglo XII, parece m¨¢s sue?o que realidad. Esta enorme fortificaci¨®n de arenisca dorada, con sus murallas almenadas y torres onduladas, es una construcci¨®n extraordinaria incluso camuflada en la arena del desierto. En su interior, un palacio real de rica decoraci¨®n, havelis (casas tradicionales), templos jain¨ªes con exquisitas tallas y estrechas callejuelas que invitan a perderse. Ning¨²n otro sitio evoca mejor las ex¨®ticas rutas comerciales de caravanas de camellos y el misterio del desierto.
La entrada es sensacional, de pel¨ªcula: se atraviesan cuatro enormes puertas en la zigzagueante ruta hacia su parte superior. La ¨²ltima da a una gran plaza donde se advierte la singularidad de esta ciudadela: intramuros habitan casi 3.000 personas. Sus estrechas y retorcidas callejas forman un panal donde se suceden casas y templos, altern¨¢ndose con abundantes tiendas de artesan¨ªa, pensiones, restaurantes y salones de masaje y belleza.
Si vamos en enero o febrero podemos encontrarnos con el Festival del Desierto; carreras de camellos, partidos de polo (en camello), m¨²sica popular o el famoso concurso de M¨ªster Desierto.
12 Descubrir el sur sobre ra¨ªles
Los largos viajes en tren contin¨²an siendo el modo tradicional para desplazarse por India. Aunque los vuelos dom¨¦sticos son cada vez m¨¢s habituales, 25 millones de pasajeros siguen montando a diario en tren. Adem¨¢s, desde un avi¨®n no puede apreciarse c¨®mo cambia el paisaje de los valles secos a los bosques de monta?a y al verde lima de los arrozales. Es tambi¨¦n en el tren donde uno puede relacionarse con familias y otros viajeros para aprender sobre la cultura india al estilo tradicional: con una taza de t¨¦ y al ritmo de los ra¨ªles.
Entre los trenes tur¨ªsticos m¨¢s singulares proponemos el Nilgiri Mountain Railway, ferrocarril de v¨ªa estrecha, declarado patrimonio mundial, que va desde Mettupalayam hasta Ooty, en el estado de Namil Tadu, al suroeste del pa¨ªs, una ciudad fundada por los brit¨¢nicos a principios del siglo XX como sede veraniega del Gobierno de Madr¨¢s, y que combina los templos hinduisas y el bullicio indio con los preciosos parques, jardines y bungal¨®s de la ¨¦poca del Raj.
La subida en el famoso tren de v¨ªa estrecha es rom¨¢ntica y el paisaje sobrecoge. Este ferrocarril de monta?a precisa de pi?ones especiales en la locomotora y un tercer ra¨ªl dentado para salvar las pendientes que afronta. Por el camino se contemplan vistas maravillosas de bosques, cascadas, laderas y plantaciones de t¨¦. El tramo entre Mettupalayam y Coonoor requiere locomotoras de vapor que, m¨¢s que tirar del tren, lo empujan ladera arriba.
En temporada alta se debe reservar con semanas de antelaci¨®n; el resto del a?o basta con unos d¨ªas antes. Atenci¨®n: Ooty suele figurar como Udagamandalam en los horarios.
13 Ruborizarse en Khajuraho
Dicen algunos que las sensuales esculturas de los templos de Khajuraho representan el Kamasutra o pr¨¢cticas t¨¢ntricas para iniciados; otros, que se trata de modelos did¨¢cticos para ni?os o alegor¨ªas para los creyentes. Pero casi todos coinciden en que son er¨®ticas y divertidas. ?Quiere alguien ver una org¨ªa de nueve personas? ?Hombres fornicando con caballos? ?Ninfas ardientes? Khajuraho es el sitio adecuado.
Tras la primera impresi¨®n se advierte que las tallas y la arquitectura de estos templos milenarios son exquisitas, y la m¨¢gica sensaci¨®n de hallarse en la India del siglo XI, grata y apasionante. Los templos, ejemplos soberbios de arquitectura indoaria, son patrimonio mundial de la Unesco, pero son sus tallas de profusa ornamentaci¨®n las que han hecho famoso a Khajuraho en todo el mundo y representan la vida de hace mil a?os: dioses, diosas, guerras, m¨²sicos y animales mitol¨®gicos y reales.
14 Descubrir arte budista subterr¨¢neo
Tal vez fueran unos ascetas, pero los monjes del siglo II antes de Cristo que crearon las cuevas de Ajanta ten¨ªan sentido del espect¨¢culo: treinta grutas excavadas en la roca de un acantilado con forma de herradura que bordea el r¨ªo Wahore, y que en un principio ten¨ªan escaleras que descend¨ªan al r¨ªo. La arquitectura y las altas estupas convert¨ªan estas cuevas en lugares inspiradores donde meditar y vivir, pero el refinamiento vino siglos despu¨¦s con las delicadas tallas y pinturas que plasman las vidas anteriores de Buda. La renuncia a la vida mundana nunca fue tan sofisticada.
Las cuevas est¨¢n a 105 kil¨®metros al noreste de Aurangabad, al norte del estado de Maharashtra, y est¨¢n consideradas como el Louvre de la antigua India. Anteriores a las de Ellora, su venerable gemela, las de Ajanta son una de las instituciones mon¨¢sticas m¨¢s antiguas del pa¨ªs. Hay dos miradores que ofrecen vistas del desfiladero a los que se llega tras un breve paseo.
15 La vida y la muerte en Benar¨¦s
Punto final en Benar¨¦s (Varanasi), un lugar que no gusta a todos los viajeros, pero que a nadie deja indiferente. La ciudad en la que aguas del r¨ªo Ganges purifica los pecados y ayuda a escapar del tedioso ciclo de la vida y la muerte, es el sitio propicio para un sagrado (y suc¨ªsimo) chapuz¨®n. As¨ª que hay que respirar hondo, sonre¨ªr a los cazaclientes, dirigirse al agua sagrada y poner el karma en orden.
El casco antiguo de una de las poblaciones m¨¢s antiguas del mundo habitadas de forma ininterrupida, y una de las siete ciudades sagradas del hindu¨ªsmo, est¨¢ en la orilla oeste del r¨ªo sagrado, y re¨²ne casi todos los puntos de inter¨¦s de la ciudad y multitud de alojamientos. Se extiende desde los ghats, a los que acuden los peregrinos para liberarse de sus pecados e incinerar a sus seres queridos, formando un laberinto de callejones llamados galis, demasiado estrechos para el tr¨¢fico rodado.
M¨¢s informaci¨®n en la gu¨ªa Lonely Planet de India (febrero 2014) y en www.lonelyplanet.es
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