Arquitectura po¨¦tica en Glasgow

Muchos se llevaron las manos a la cabeza cuando se hicieron p¨²blicos los planos para el nuevo departamento de dise?o de la Glasgow School of Art: una monumental construcci¨®n de cristal de l¨ªneas severas proyectada por el norteamericano Steven Holl. En realidad la pol¨¦mica no la suscitaba el proyecto en s¨ª, sino el hecho de que se deb¨ªa alzar frente a la sede principal de la Escuela de Arte, el culmen creativo del arquitecto y artista modernista Charles Rennie Mackintosh.

Separados por apenas diez metros de calzada, ambos edificios no pueden ser m¨¢s diferentes en su aspecto externo. La obra de Mackintosh (cuya emblem¨¢tica biblioteca ha sido asolada en un reciente incendio) es una mole de piedra rubia y paneles de cristal, de l¨ªneas rectas y austeras suavizadas aqu¨ª y all¨¢ con curvaturas y caprichosas asimetr¨ªas. La s¨®lida estructura de hormig¨®n del nuevo Reid Building ¨Cllamado as¨ª en honor a la directora de la escuela que lo ha hecho posible¨C est¨¢ recubierta por una tersa piel de cristal verdeazulado de vol¨²menes cuadrados (y tambi¨¦n asim¨¦tricos) que abraza en una de sus esquinas al Assembly Building, el inmueble de piedra de los a?os 30 donde se encuentran el bar y la Asociaci¨®n de Estudiantes.

Pese a sus diferencias exteriores, las dos obras tienen una relaci¨®n simbi¨®tica que es m¨¢s obvia en su dise?o interno. Como en el de Mackintosh, la pieza central del Reid Building son los talleres, que quedan atravesados verticalmente por tres estructuras tubulares ligeramente inclinadas llamadas Driven Voids of Light. Estos cilindros, basados en un concepto existente en la creaci¨®n de Mackintosh, tienen tres funciones b¨¢sicas: proporcionar luz, favorecer la circulaci¨®n del aire y marcar ritmos espaciales.

Los tubos descienden desde un ¨®culo circular por el que penetra la luz, devolviendo el edificio a un tipo de arquitectura primigenia en la que la luminosidad estaba regida por las estaciones del a?o. En cada una de las plantas estos vac¨ªos cil¨ªndricos se abren esparciendo la luz, que acaba reflej¨¢ndose en las paredes uniformemente blancas. El resultado final es de una gran pureza lum¨ªnica. La ¨²nica nota de color se encuentra en el vest¨ªbulo principal, donde Martin Boyce (premiado con el Turner Prize en 2011) aporta su interpretaci¨®n personal de las famosas vidrieras de Mackintosh.

Una serie de galer¨ªas y gradas (el llamado circuito de conexi¨®n) fluye por el edificio uniendo todos sus niveles, y al encontrarse con los tubos de luz los atraviesa o serpentea alrededor de las partes convexas de sus muros. Como en la construcci¨®n de Mackintosh, el resultado es r¨ªtmico, sorpresivo y lleno de recodos donde los estudiantes pueden relajarse y conversar.

Se ha dicho que estos dos edificios del c¨¦ntrico barrio de Garnethill establecen un contraste complementario que los hace cantar y bailar. Con un coste final de 60 millones de euros, no a todo el mundo le hace gracia tanta poes¨ªa arquitect¨®nica; pero lo que no se puede negar es la espectacularidad y rareza del conjunto.

Se pueden solicitar visitas privadas en grupo en tours@gsa.ac.uk

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