El caser¨ªo verde

En mayo de 1990, despu¨¦s de que el Gobierno vasco y las diputaciones forales suscribieran un programa de apoyo al agroturismo, una modesta pareja de empresarios abri¨® al p¨²blico la fonda Txopebenta, pionera en esta modalidad de turismo en Euskadi. Cinco a?os antes se hab¨ªa inaugurado en Taramundi, Asturias, el complejo de turismo rural La Rectoral y unas casas rurales, claves en el desarrollo del turismo de interior en Espa?a. El prototipo de esta oferta vacacional ten¨ªa como principales valores la exaltaci¨®n de la vida agraria, el optimismo inversor en zonas hasta entonces ind¨®mitas para las masas, la incorporaci¨®n de los agricultores y ganaderos a la principal industria del pa¨ªs y un objetivo no menos importante como era el vencimiento de toda reticencia cultural hacia el viajero urbano, extra?o a la idiosincrasia del campo.

Juan ?ngel Bizkarra, Txope, y Arantza Gantxegi hicieron todo este trabajo, junto a la promoci¨®n voluntariosa de un espacio natural hasta entonces falto de protecci¨®n: la reserva de la biosfera de Urdaibai, en el tu¨¦tano at¨¢vico de Vizcaya. Con mucha visi¨®n, reformaron un caser¨ªo tradicional enclavado al borde de la carretera que une Gernika y Elantxobe. Nada pretencioso, seis habitaciones, un sal¨®n con chimenea, la modesta y entra?able cocina de Arantza Gantxegi y un porche con vistas a un verde que emboba.

La conversaci¨®n forma parte esencial de unas vacaciones en la venta de Txope. Ya sea en las tumbonas de la terraza o en las mesas interiores, frente a un chacol¨ª. Arantza Gantxegi tiene mucho relato. Su empe?o en el turismo rural, 25 a?os despu¨¦s, es digno de una ponencia en cualquier escuela. Pero aqu¨ª, en los montes, el relato cobra a¨²n mayor vigor.Los muros del sal¨®n comedor permanecen sombr¨ªos, como si nada se hubiera hecho en todo este tiempo. Ah¨ª siguen los mismos utensilios de cocina, los mismos aperos, los mismos adornos de la abuela. Todo rusticidad. Igual se percibe, se toca, en los dormitorios, tres de ellos abuhardillados, ataviados de lencer¨ªa coqueta en las camas; tejidos naturales en las ventanas y viejas traviesas de ferrocarril y ramas partidas que sostienen el armaz¨®n de las camas.El desayuno rubrica la devoci¨®n vasca por todo lo que se cuece en los potes. El gusto inveterado por las cosas sencillas y a su debido tiempo. Un regalo para los que peinan canas y para los j¨®venes renuentes a encerrarse todo el fin de semana con la Playstation.