El pueblo de Adolfo Su¨¢rez
El Museo de la Transici¨®n y buenas tapas en Cebreros, al sureste de ?vila
??Qu¨¦ tiene Cebreros que no tengan otros pueblos de Castilla y Le¨®n? Pues b¨¢sicamente que en ¨¦l naci¨® Adolfo Su¨¢rez, primer presidente de la Espa?a democr¨¢tica, y esta efem¨¦ride dio lugar a la apertura del Museo Adolfo Su¨¢rez de la Transici¨®n (MAST). La segunda atracci¨®n principal del pueblo ser¨ªa El Rond¨®n, un establecimiento hostelero donde reponer fuerzas.
Un extranjero septentrional le encontrar¨ªa su encanto a Cebreros; incluso un urbanita sin abuelos dotados de una comarca en la que pasar veranos con banda sonora de chicharras y m¨²sica verbenera. Cebreros tiene bares de pueblo cuyas puertas de acceso son cortinas de fideos de pl¨¢stico que anuncian ruidosas la entrada de los parroquianos; bares como el Central, donde sirven tapas de conejo de campo, y bares donde el producto estrella son los choricillos del t¨ªo Juanillo, tal como figura, grabado a fuego, en el cristal de la entrada del Bar Cebreros.
Todo pueblo espa?ol es un homenaje involuntario al pasado, ya sea en forma de abueletes con boina, de romer¨ªas o de ni?os endomingados al salir de misa. Pero Cebreros le rinde homenaje de manera voluntaria: en la plaza de Espa?a, gracias a un poste indicador, nos enteramos de que el cortejo f¨²nebre de Isabel la Cat¨®lica pas¨® por aqu¨ª de camino a Granada. Las celebrities de la pol¨ªtica espa?ola de todos los tiempos est¨¢n, como vemos, vinculadas al pueblo, que cuenta con una calle de Juan Carlos I y otra, por supuesto, de Adolfo Su¨¢rez. Su casa natal, en el n¨²mero 54 de la calle que hoy lleva su nombre, propiedad de unos familiares de Su¨¢rez, es un mero santo lugar laico ante el que pasar.
Adem¨¢s de esta profusi¨®n de nombres y lugares emblem¨¢ticos, el visitante puede entrar en la iglesia de Santiago (siglo XVI), en estilo herreriano, con planos de Alonso de Covarrubias. Como no pod¨ªa ser menos, en ella se celebr¨® el funeral de Su¨¢rez el pasado mes de marzo. Tambi¨¦n se puede callejear por las inmediaciones en busca de dinteles de piedra y de algunas casas enjalbegadas ¡ªa¨²n en Castilla y Le¨®n, en verano el sol aprieta¡ª y acercarse a los l¨ªmites del pueblo por la calle de Toledo para ver la Picota, la columna de piedra que daba fe de que la localidad era villa y no aldea, y que data del reinado de Felipe II.
La Iglesia Vieja (siglo XIV) fue elegida para albergar, desde 2009, ese homenaje museogr¨¢fico a Adolfo Su¨¢rez y, de paso, a una ¨¦poca esencial para la historia de Espa?a. No tan l¨²dico o tan pop como otros museos centrados en una etapa hist¨®rica reciente ¡ªpor ejemplo, el berlin¨¦s dedicado a la RDA, que hasta emite los programas infantiles de m¨¢s ¨¦xito al otro lado del tel¨®n de acero¡ª, el Museo de la Transici¨®n de Cebreros pretende ser, ante todo, did¨¢ctico, si bien no le falta el gui?o costumbrista al Seat 600 y a los sillones del Congreso de los Diputados. Tambi¨¦n desea ser neutral, y su neutralidad es, en cualquier caso, af¨ªn a las ideas de consenso y concordia del pol¨ªtico al que homenajea, de ah¨ª que entre sus eventos encontremos charlas sobre la labor del PCE durante la Transici¨®n, as¨ª como acerca de los Pactos de la Moncloa.
El MAST no posee una pieza-fetiche que destaque entre todas: es m¨¢s bien un mosaico de im¨¢genes, objetos, sonidos y conceptos, y as¨ª hay que concebirlo para disfrutar de la visita. Desde hacer el test sobre constitucionalismo espa?ol y descubrir lo poco que sabemos sobre las cartas magnas espa?olas del siglo XIX, hasta meternos en las cabinas ¡ª¡°Entra y disfruta¡±, nos dice el cartelito¡ª donde suenan canciones populares de la ¨¦poca como Habla, pueblo, habla, del grupo Vino Tinto, o Libertad sin ira, de Jarcha. Pero tambi¨¦n escuchar a los padres de la Constituci¨®n hacer declaraciones sobre ¨¦sta, o votar por los tres personajes de la Transici¨®n m¨¢s representativos, pues el voto era el deporte nacional de aquellos a?os, de ah¨ª que se expongan varias urnas y una cabina de votaci¨®n.
Algunos encontrar¨¢n placer en ver las correcciones a rotulador de los discursos de Su¨¢rez; otros, los pocos que todav¨ªa no hayan visto las im¨¢genes de archivo de esa ¨¦poca, disfrutar¨¢n al reconocer las caras de esos hombres ¡ªporque eran casi todos varones¡ª con sus grandes gafas de montura de pasta, hoy consideradas hipster, y podr¨¢n comprar imanes para la nevera y llaveros de recuerdo con la figura de un Adolfo Su¨¢rez joven y apuesto.
Y al finalizar la visita, tanto de la exposici¨®n permanente como de la temporal programada en ese momento y siempre relacionada con la ¨¦poca, la mejor idea es encaminarse hacia la carretera de Villacast¨ªn, donde se encuentra El Rond¨®n, la escuela de hosteler¨ªa que adem¨¢s cuenta con hotel y restaurante. El lugar es otro de los iconos actuales de la villa, con sus cuatro estrellas y mismo n¨²mero de tenedores. En el restaurante, la experiencia de comerse un risotto con sal de aceitunas, una dorada al horno y una quesada pasiega servida primorosamente en rect¨¢ngulo de pizarra, todo ello a precio de men¨² (12 euros), merece la pena.
Tras la comida, la vista descansa en las colinas abulenses mientras uno se toma un caf¨¦ en los c¨®modos sof¨¢s de un sal¨®n cercano. Y probablemente nos entren ganas de siesta, pero hay que volver a la realidad, que la Transici¨®n termin¨® hace d¨¦cadas y no conviene quedarse anclado en el tiempo. Eso lo sabe el personal del museo, que, debido a los sucesos de 2014, est¨¢ modificando las secciones dedicadas a Juan Carlos I y al propio Su¨¢rez, as¨ª como purgando el archivo de Diario 16 que han heredado, y es que la historia no se detiene.
Mercedes Cebri¨¢n es autora de la novela de El genuino sabor (Literatura Random House).
Gu¨ªa
Comer
Informaci¨®n
- El Rond¨®n (www.elrondon.es). Carretera de Villacast¨ªn, 6. Cebreros (?vila). Precio men¨² entre semana, 12 euros. Precio men¨² fin de semana, desde 27 euros.
- MAST (Museo Adolfo Su¨¢rez de la Transici¨®n; 918 63 01 33; www.museoadolfosuarezylatransicion.com). Entrada general, 3 euros.
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