El brioso Tigre del Paran¨¢

En tren, en colectivo, en taxi o en el coche propio. Al Tigre se puede llegar de cualquier manera. Y una vez all¨ª se puede tomar (ojo, tomar, no coger) un barco de turismo social, uno de los que hacen las veces de autob¨²s entre las islas, un palindr¨®mico kayak o, si uno es afortunado, un barco o una lancha propia. Y si uno es m¨¢s afortunado todav¨ªa, la lancha o el barco de un amigo. Junto a Buenos Aires, una de las ciudades m¨¢s pobladas del mundo, est¨¢ Tigre, esta peque?a ciudad al borde de un sistema de decenas de r¨ªos y centenares de islas.

El delta del Paran¨¢, en cuya orilla derecha y en el sector final est¨¢ Tigre, es el quinto mayor del mundo y el ¨²nico que desemboca en un curso de agua dulce, el r¨ªo de la Plata, que es, con sus 50 kil¨®metros de orilla a orilla, el m¨¢s ancho del mundo. El Luj¨¢n y el Sarmiento son los cauces principales de este municipio, Tigre, que tiene 148 kil¨®metros cuadrados en el continente y 220 kil¨®metros cuadrados de islas para una poblaci¨®n de casi 400.000 personas. En diciembre y enero, durante el verano austral, es un hervidero de lanchas dotadas de ingenios para hacer all¨ª mismo, enganchado a la borda y sobre el agua, extraordinarias parrilladas. El parque nacional Pre-Delta, creado en 1992 y que tiene 2.500 hect¨¢reas, y las 10.500 hect¨¢reas declaradas en el a?o 2000 reserva de la biosfera de la Unesco contribuyen tambi¨¦n a que sea un sitio inolvidable.

Decenas de inmensos galpones guardan las lanchas de quienes, desde Buenos Aires, acuden aqu¨ª los fines de semana para navegar durante unas horas, desembarcar para tomar un caf¨¦ o un asado de tira, unos chorizos criollos, un bife o cualquier otra de las delicias de la magn¨ªfica carne argentina, y regresar a casa por la tarde. O, quienes puedan, quedarse en su casa en cualquiera de las mil islas; las hay antiguas y modernas, de espectacular arquitectura y normalitas, pero todas, sin excepci¨®n, con su embarcadero. Tambi¨¦n se puede hacer noche en hoteles de todo tipo o en algunas de las caba?as que se alquilan en sitios tranquilos y preciosos. Durante a?os fue refugio de homosexuales, hasta la legalizaci¨®n del matrimonio igualitario; y siempre ha sido y ser¨¢ la vidriera en la que los vanidosos exhiben sus embarcaciones y su poder¨ªo econ¨®mico.

Alisios y sauces

Si uno se asoma lo suficiente a la desembocadura, se ve en el horizonte, hac¨ªa el suroeste, la inmensa l¨ªnea de los edificios de Buenos Aires. La vegetaci¨®n es casi selv¨¢tica en una zona ¡ªceibos, alisios, sauces¡ª y de pastos altos con ca?averales y juncos en otras ¨¢reas. Abundaban las palmas del tipo pind¨® ¡ªde ah¨ª el nombre del r¨ªo principal, Paran¨¢ de las Palmas¡ª, pero fueron taladas hasta su desaparici¨®n y han sido sustituidas por ¨¢lamos, ciruelos, melocotoneros, diversos c¨ªtricos y el sempiterno invasor, el eucalipto.

La fauna siempre fue exuberante, y de hecho el nombre, Tigre, deriva de los jaguares que los espa?oles encontraron all¨ª cuando llegaron y de los que hubo presencia hasta principios del siglo XX. Tambi¨¦n se han extinguido, entre otros, los yacar¨¦s, los cocodrilos que habitaban aquellas aguas poco profundas, los pumas, los pecar¨ªes... Ahora pueden verse hasta 170 especies de aves, entre ellas el zorzal, mart¨ªn pescador, bigu¨¢ y calandria, y una gran variedad de peces, como surub¨ª, pac¨², pejerrey, s¨¢balo y muchos otros.

Todos los deportes que tienen que ver con el agua y la navegaci¨®n se practican en el delta, del esqu¨ª acu¨¢tico a las motos de agua y la vela, pero el m¨¢s castizo de todos es el remo. Desde finales del siglo XIX se instalaron all¨ª diversos clubes de remo, en general pertenecientes a los grupos originales de habitantes, alemanes, italianos, jud¨ªos, espa?oles¡­ Domingo Faustino Sarmiento, presidente de Argentina entre 1868 y 1874 y el gran impulsor de la zona, particip¨® con su presencia en la primera regata de remo, celebrada el 8 de diciembre de 1873. En la actualidad hay casi una veintena de clubes de remo y la presencia de kayaks en los r¨ªos, riachuelos y canales es muy habitual.

Tras la regata original se organizaron muchas asociaciones de remo, actividad que era posible practicar en un d¨ªa de asueto porque el tren desde Buenos Aires lleg¨® a Tigre en 1865. Poco despu¨¦s, en 1890, se inaugur¨® el Tigre Hotel, a la orilla del r¨ªo Luj¨¢n, junto al Tigre Club, de remo, cuya sede fue declarada monumento hist¨®rico nacional y es, desde 2006, donde se encuentra el Museo de Arte Tigre. Y, aunque no es lo que a uno m¨¢s le apetece estando all¨ª, se puede visitar tambi¨¦n el Museo del Mate, la bebida nacional, y la casa museo del presidente Sarmiento.

Juncos y mimbres

?El mercado tradicional es uno de los lugares m¨¢s pintorescos. Se trata originalmente de un mercado de fruta que pusieron en marcha los inmigrantes italianos, aunque recuerda al parisiense de Les Halles, y all¨ª se encuentran los objetos t¨ªpicos de la zona, elaborados con madera, juncos y mimbre, adem¨¢s de frutas y verduras.

La zona fue siempre v¨ªctima de saqueos e invasiones de ingleses y portugueses, y de espa?oles cuando no eran la Administraci¨®n dominante, pero tambi¨¦n de tremendas tormentas que, junto a otros procesos naturales, fueron cambiando la orograf¨ªa de la zona. Uno de estos b¨¢rbaros temporales, llamados sudestadas, aneg¨® el r¨ªo Las Conchas en 1820 y a cambio hizo crecer el entonces peque?o riachuelo Tigre hasta convertirlo en un cauce potente en cuya orilla se instal¨® la nueva ciudad, que tambi¨¦n hab¨ªa quedado destruida. En 1952 se cambi¨® el nombre de Las Conchas por el de Tigre, evitando as¨ª el uso de una palabra que se hab¨ªa convertido en malsonante y dando nombre a un territorio espectacular a media hora de una espectacular ciudad.

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