Una atm¨®sfera de detalles

El a?o 1576, que es cuando se tasa la antig¨¹edad de la casa, debe interpretarse como una fecha aproximada, pues un estudio posterior descubri¨® que dos siglos antes ya exist¨ªa en ese lugar una morada con zagu¨¢n de cuatro arcos y diversas dependencias nobles desde las cuales se gestionaban las tierras del se?or¨ªo de Bunyol¨ª, unas de las m¨¢s ricas de Mallorca. Aqu¨ª, en el centro medieval de Palma, se recaudaban los tributos, se impart¨ªa justicia, se intercambiaba el grano... Fueron los barones de Boixador quienes armaron m¨¢s tarde la estructura hospitalaria que dio acogida a los peregrinos en ruta hacia Jerusal¨¦n, hoy transformada en un espacio di¨¢fano y polivalente, abierto a los viajeros con sensibilidad por el contexto hist¨®rico palmesano.

Una mesa de recepci¨®n, una chimenea con anaqueles y libros antiguos, un comedor y la barra del bar, tras la cual se arrebuja una peque?a y utilitaria cocina, delimita las zonas comunes de la posada. Alrededor de ellas orbitan a diario sus propietarios, el ex directivo de la cadena Barcel¨® Ignacio Jim¨¦nez, y su esposa Carmen Cord¨®n. Ambos demuestran una dilatada experiencia en la gesti¨®n de hoteles y eso se nota en la minuciosidad con la que fueron previstos todos los detalles, alineados con el buen gusto y un conocimiento exhaustivo de la hosteler¨ªa fina. Antes de la apertura, recorrieron los establecimientos emblem¨¢ticos del mundo para que nada quedara al azar en el suyo.

La intervenci¨®n arquitect¨®nica ha sido respetuosa con el contexto hist¨®rico. Esto es, tocar lo m¨ªnimo imprescindible. Salvo que ese programa de m¨ªnimos ha obstruido un espl¨¦ndido arco renacentista debido al precepto normativo de introducir la caja de un ascensor. Otro signo de la insensibilidad que subyace en la normativa hotelera es la ocultaci¨®n de los artesonados originales de madera por un supuesto af¨¢n preventivo de su chamuscaci¨®n. A los propietarios se les ca¨ªan las l¨¢grimas.

Arriba se extiende una deslumbrante (por la fuerte luminosidad palmesana) terraza con vistas al torre¨®n de la iglesia de San Francisco. Adem¨¢s de unas hamacas, existe una peque?a piscina que da frescor en los t¨®rridos meses de verano. A resguardo se esconde, en el s¨®tano de la casa, un igualmente peque?o spa de estructura minimalista.

El respeto por la historia se prolonga tambi¨¦n a las 26 habitaciones, de un interiorismo sutil, refinado, con buenos materiales y olor a nuevo. Las camas, las s¨¢banas, el mobiliario de firma (Roche-Bobois), todo revela exigencia en modelos y calidades, en l¨ªnea con los precios a que sale una noche. Tan coherente como el trato excepcional que el hu¨¦sped recibe, desde los empleados del servicio de habitaciones hasta el gerente, Tom¨¢s L¨®pez.

Y lo mejor: un silencio sepulcral, pues en el centro de Palma se duerme.

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