La milla del estilo londinense
Moda, arte, alta cocina y c¨®cteles con vistas en un recorrido por Regent Street
Regent Street, una de las principales arterias comerciales de Londres, es pol¨ªglota. Abunda el ingl¨¦s en las conversaciones de sus transe¨²ntes, en los comercios, pubs, galer¨ªas y rincones. Sin embargo, hay espacio tambi¨¦n para otras lenguas, que se hacen notar en forma de turistas ¨¢vidos de pasear y comprar, as¨ª como de alg¨²n que otro refugiado econ¨®mico que ha hecho de Londres su ciudad de acogida.
La cara m¨¢s conocida de esta avenida con casi 200 a?os de historia es la del shopping. Ya en 1912, el Standard escribi¨® que ¡°Regent Street no es s¨®lo una calle de compras, es un centro comercial¡±. Su nombre se debe al rey regente, posteriormente Jorge IV, y la idea era conectar la ciudad desde Westminster hasta la zona residencial de Marylebone, al estilo de las grandes avenidas de Par¨ªs y sin ser menos que la Rue Rivoli de la ¨¦poca. Rivalidad entre monarcas o, sencillamente, un pique urban¨ªstico dentro de la peculiar entente cordial que une a estos dos pa¨ªses.
Desde sus inicios, Regent Street ha sido un lugar de paseo de clases adineradas tal y como recogen los grabados de la ¨¦poca. En la actualidad, firmas de moda como Karl Lagerfeld, Burberry (una de las tiendas m¨¢s grandes del mundo), J.Crew, Hollister, Longchamp o Armani se codean con grandes multinacionales, como Nike o Apple, aunque queda espacio tambi¨¦n para comercios t¨ªpicamente british, como la jugueter¨ªa Hamley¡¯s.
Pero esto es solo la punta del iceberg. La globalizaci¨®n nos lleva a una saturaci¨®n comercial (app con las mejores promociones y ofertas incluida) en la que, si no mir¨¢ramos m¨¢s all¨¢ de los escaparates, a duras penas cabr¨ªa alguna distinci¨®n entre Regent Street, Kurfurstendamm, la Quinta Avenida o los Campos El¨ªseos.
Por ello proponemos una visita a Regent Street parando en los lugares frecuentados por los londinenses, que otorgan a esta avenida una identidad m¨¢s all¨¢ de sus escaparates y lo ef¨ªmero de lo comercial. Arte, gastronom¨ªa, m¨²sica, fiesta y, para abrir el apetito, un t¨¦ con pastas.
Afternoon tea
Uno no puede marcharse de Londres sin tomar un t¨¦ con pastas o afternoon tea, como dicen por aqu¨ª. Uno de los mejores lugares para ello es el Sketch. Un espacio de lo m¨¢s curioso que podr¨ªa ser una localizaci¨®n para la pr¨®xima pel¨ªcula de Wes Anderson porque¡ ?alguna vez ha estado el lector en una sala toda de color rosa? Las paredes est¨¢n cubiertas adem¨¢s con dibujos de David Shrigley, un artista ingl¨¦s cr¨ªtico con la sociedad a trav¨¦s de trazos infantiles entro lo absurdo y lo punzante.
En cuanto al aperitivo, consiste en una bandeja de tres pisos repleta de pastelitos ¨Cfinger sandwiches, scones, macarons, mousses¨C y una veintena de t¨¦s a elegir. El men¨², que equivale a una generosa comida puesto que hay refill (se puede repetir), sale por 39 libras por cabeza (unos 53 euros). Hay opciones m¨¢s caras (Champagne afternoon tea o Non alcoholic afternoon tea) y m¨¢s modestas, como el Cream Tea.
Por cierto, no se vayan sin hacer una visita a los servicios. Los retretes est¨¢n metidos en unas c¨¢psulas blancas independientes que dan la sensaci¨®n de ir al ba?o de 2001: Odisea en el Espacio.
Arte urbano
Para favorecer la digesti¨®n, nada mejor que un paseo por el arte callejero de Regent Street. La calle est¨¢ repleta de arte urbano acorde con el cach¨¦ de la zona. Es decir, no esperen encontrar grafitis en Regent Street, para eso ya est¨¢n Shoreditch o Camden. En este caso, se pueden contemplar obras de artistas de fama internacional y para ello merece la pena perderse por las calles colindantes a Regent, buen recurso adem¨¢s para escapar de la marabunta de turistas consumistas.
Uno de los pasajes m¨¢s curiosos y que da para hacer muchas fotos es el Wilder Walk, de Daniel Sch?nb?chler (2011), situado en el extremo sur de Regent Street, ya casi en Piccadilly Circus. La cosa va de espejos en un t¨²nel. Cristales a ambos lados y, arriba, m¨¢s lunas dispuestas en forma de pico que multiplicar¨¢n varias veces nuestra presencia en cualquier instant¨¢nea que saquemos.
M¨¢s arriba, en Regent Street con New Burlington Mews, se puede contemplar una sorprendente puerta con dientes de acero que da acceso a esta v¨ªa. La obra se llama An age, an instant, es de Rona Smith (2004) y, seg¨²n su creadora, rinde homenaje al pasado de Regent Street como punto neur¨¢lgico de la fabricaci¨®n de relojes. La obra queda un poco deslucida a falta de una luz que la ilumine a partir del anochecer, ya que entonces suele pasar muy desapercibida.
A medio camino se encuentra el Vital Signs (Spence Fich, 2010), una columna de neones que brillan en funci¨®n del gasto energ¨¦tico del edificio sobre el que reposa la obra. A cada ne¨®n le corresponde un color que ilustra el consumo energ¨¦tico, de agua, la producci¨®n de energ¨ªa verde, la diferencia entre temperatura externa e interna y el uso del ascensor. El resultado es futurista y, seg¨²n el artista, se trata de ¡°un electrocardiograma del edificio¡±. Resulta revelador destinarle un par de minutos de contemplaci¨®n a la obra, as¨ª como la gran cantidad de gente que pasa acelerada sin reparar en la obra ni de reojo.
Menci¨®n aparte merecen las galer¨ªas de arte de la zona. Regent Street acoge m¨¢s de 4.500 metros cuadrados dedicados a la exposici¨®n y venta de arte, en espacios como Photographer¡¯s Gallery (gratis de 10 a 12), Sadie Coles, Hauser and Wirth o Blain Southern. Adem¨¢s, la aleda?a Heddon Street es la sede de dos importantes marchantes de arte contempor¨¢neos: Pippy Houldsworth Gallery, en el n¨²mero 6, y la Galer¨ªa Sproveri, en el n¨²mero 23.
Por cierto, en este mismo punto de Heddon Street se fotografi¨® David Bowie para la portada del disco The rise and fall of Ziggy Stardust and the spiders from Mars. El escenario ha cambiado un poco desde 1972, pero una placa conmemora el hito y, al fondo de la calle, encontraremos una r¨¦plica de la cabina de tel¨¦fonos que aparece en la contraportada del ¨¢lbum. Parece que la original fue vendida a un fan americano a finales de los a?os 70.
Con vistas a Londres
Un buen final para este recorrido es el restaurante Aqua, uno de los mejores sitios para contemplar el skyline londinense, copa en mano, sin moverse de Regent Street. Ofrece excelentes vistas desde la quinta planta de un edificio hist¨®rico en la esquina con Oxford Street.
Una de sus terrazas mira hacia el lado este de Londres, desde el London Eye hasta la estaci¨®n de St. Pancrass, y al asomarse se obtiene un plano cenital del bullicio de Regent Street. Es muy recomendable la visita al atardecer, tiempo de un estiloso afterwork que sustituye las pintas en el pub por una c¨®ctel con clase. El local no escatima en lujos: alfombra roja, decoraci¨®n de alto standing y un botones que da la bienvenida y gu¨ªa a los comensales hasta su mesa.
Para cenar hay dos opciones: Aqua Nueva, a cargo del chef Alberto Hern¨¢ndez, o Aqua Kyoto, de cocina japonesa. El men¨² dise?ado por el cocinero salmantino presenta una acertada muestra de la gastronom¨ªa espa?ola con una carta sazonada de aperitivos (aceitunas de Gordal, croquetas, pimientos de Padr¨®n, jam¨®n de Guijuelo), carnes (venado, secreto o rabo de toro) y pescados (salmonete, pulpo a la gallega, merluza con txangurro).
Cocina de dise?o con platos que rozan la virguer¨ªa, lo que no impide que el comensal salga satisfecho a base de unos productos de primera calidad. El personal es espa?ol y sabe recomendar con acierto a turistas desubicados que se llevan una llesca de p¨¤ amb tom¨¤quet a la boca usando los cubiertos. Muchos de los presentes, ingleses en su mayor¨ªa, optan por la opci¨®n de tapeo en la barra sin desprenderse de sus pintas.
M¨²sica
Ya de noche, uno de los lugares preferidos por los londinenses es el Crazy Coqs, un caf¨¦-brasserie-cabar¨¦ que entona la noche a ritmo de jazz con una decoraci¨®n exquisita de estilo Art D¨¦co. La entrada cuesta 25 libras (unos 33 euros). Una vez dentro, el p¨²blico (cincuenta?ero) se desinhibe a golpe de champ¨¢n franc¨¦s y acaba coreando el estribillo de ¨¦xitos de la ¨¦poca. En este caso, cantados por Lorna Luft, hija de Judy Garland y hermana de Liza Minelli. Casi nada. Es lo que tiene Regent Street, que en cualquiera de sus vericuetos hay una historia.
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