Desayunos queseros en el hotel Pazo de Orb¨¢n

Lugo cuenta con su muralla y con numerosos monumentos hist¨®ricos, pero le faltan quiz¨¢ plazas hoteleras con encanto y personalidad para atraer a m¨¢s turismo. Para remediarlo fue inaugurado hace siete a?os en el denominado Burgo Vello, junto a la muralla romana, la catedral, el obispado y la plaza de Campo, el hotel Pazo de Orb¨¢n. La fachada, con un saliente de front¨®n partido y una peineta con el escudo de armas de los Quiroga, ya informa de la prosapia heredada por la casa conocida como de los Sangro, dise?ada en 1730 por el arquitecto Lucas Ferro Caaveiro.

Apenas hay transici¨®n al interior, que invita a revivir una ¨¦poca de boato y amaneramiento, de aposentos nobles y detalles hoy considerados barrocos. Como la colecci¨®n de santos e im¨¢genes antiguas que decoran los pasillos. Solo la atenci¨®n cordial y directa, tras el mostrador de la entrada, nos sit¨²a en el presente y augura una estancia a la medida de nuestro tiempo.

Quiz¨¢ cabr¨ªa esperar m¨¢s de la aristocracia de los pazos, pero, por tama?o, el hotel carece de salones y de un restaurante de val¨ªa. S¨ª, en cambio, se ofrece un servicio de platos fr¨ªos en el comedor y unas cenas frugales que se pueden solicitar en la habitaci¨®n. No hay mucho sitio donde apalancarse, pero en el sobrado espacio de los dormitorios se respira tranquilidad noche y d¨ªa, pues la calle est¨¢ totalmente cerrada al tr¨¢fico viario.

Todo destila una atm¨®sfera a?eja, que no gastada, y ceremoniosa. Un zagu¨¢n vestidor con espejo y tocador da paso a cada alcoba, decorada con una manta verde oscuro sobre la cama y una escriban¨ªa digna del romanticismo del siglo XVIII. El minibar, que lo hay, luce tambi¨¦n un aire pret¨¦rito, extra?o, pero suculentamente equipado. El cuarto de ba?o se abre al exterior mediante un amplio ventanal que ofrece vistas a la ciudad intramuros. La ducha, embutida en una ba?era de grandes proporciones y asim¨¦trica, recuerda el car¨¢cter que tuvo otrora la mansi¨®n.

Por nada en el mundo hay que perderse, a la ma?ana siguiente, la espl¨¦ndida colecci¨®n de quesos gallegos que sustancia el buf¨¦ de desayuno, con carteles explicativos de cada uno de ellos colgados de la pared. Una originalidad m¨¢s de este pazo guardi¨¢n del recinto amurallado de Lugo, uno de los pocos que han sabido resistir el paso del tiempo.

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