El Ebro de los templarios
En la comarca de Ribera d¡¯Ebre, en Tarragona, municipios como Miravet y Tivissa est¨¢n vinculados a un r¨ªo rico en leyendas e impulsor del desarrollo
Existe un enclave donde el Ebro muestra su perfil m¨¢s ¨¦pico. Es donde abandona Arag¨®n para adentrarse en Catalu?a, en la comarca llamada Ribera d¡¯Ebre. All¨ª encontramos lugares como Miravet, con su castillo roquero, una de las fortalezas catalanas m¨¢s formidables y pintorescas. De origen musulm¨¢n, los templarios la convirtieron en uno de sus principales bastiones. Desde sus almenas, el Ebro se desliza abajo como una serpiente majestuosa e inacabable. De la parte baja del pueblo, lo que llaman ¡°la alquer¨ªa¡±, o Cap de la Vila, las casas van encaram¨¢ndose a la falda de la monta?a.
N¨²cleo castigado tanto por las riadas como por la Batalla del Ebro, que empez¨® el 25 de julio de 1938, cuando el ej¨¦rcito republicano cruz¨® el r¨ªo y se adentr¨® en territorio rebelde. Cien d¨ªas dur¨® el tiroteo. Al final, las tropas republicanas se replegaron y el ej¨¦rcito franquista cruz¨® el r¨ªo y acab¨® apoder¨¢ndose de toda Catalu?a. Fotos de este episodio llenan ahora la ¡°iglesia Vieja¡±, templo renacentista asolado por la guerra, vac¨ªo y desacralizado. Otro episodio hist¨®rico fue la confecci¨®n del Estatut catal¨¢n, en 2006. El acuerdo se cocin¨® en el Mol¨ª Vell, en la parte baja del pueblo, pero la foto y firma se hicieron en el castillo.
Hemos llegado a Miravet en un transbordador que nos ha dejado a unas zancadas del pueblo. Venimos de la ribera izquierda del Ebro y para cruzar a la otra orilla hemos descartado la c¨®moda opci¨®n de utilizar los dos puentes, uno por cada Mora, M¨®ra d¡¯Ebre en la margen derecha y M¨®ra la Nova en la izquierda. Porque la forma m¨¢s apasionante de franquear el cauce es bajando por Ginestar d¡¯Ebre hasta el citado transbordador, una plataforma a modo de catamar¨¢n (sobre dos barquichuelas) capaz de transportar varios coches y peatones, y que se mueve solo gracias a un cable, las corrientes del r¨ªo y la pericia del barquero. Los horarios est¨¢n indicados en los r¨²sticos muelles de ambas orillas (que, ojo, a veces las riadas obligan a reparar; conviene preguntar antes si funciona el invento).
Gu¨ªa
Informaci¨®n
??Comarca de Ribera d'Ebre (www.riberaebre.org).
??Turismo de Ribera d'Ebre (www.turismeriberaebre.org).
Un tesoro de los iberos
Cerca de M¨®ra d¡¯Ebre, el r¨ªo se abalanza contra una cornisa arenisca, rojiza, imponente. Sobre ese balc¨®n levant¨® una ciudad una tribu de los iberos, gentes que recibieron su nombre del r¨ªo, al igual que toda la pen¨ªnsula Ib¨¦rica.
Aquel oppidum o poblado fortificado del siglo IV antes de Cristo, perteneciente a la familia de los ilercavones, sigue hoy arropado por una vegetaci¨®n salvaje. La huella de viviendas y calles es tan leve como una hojarasca, aunque bien documentada con paneles (hay adem¨¢s un peque?o centro de interpretaci¨®n a la entrada). La furia de los siglos arras¨® con todo y enterr¨® algunos brazaletes, collares, p¨¢teras y monedas: el llamado Tesoro de Tivissa, desenterrado entre 1912 y 1927, y que denota un alto grado de refinamiento. Y es que el r¨ªo, adem¨¢s de valla protectora, era una autopista para salir al encuentro de colonias griegas y romanas que tra¨ªan el progreso. La vista desde el borde de la terraza, junto a los paredones de un castillo medieval, es formidable.
Este Castellet de Banyoles, que es como llaman al poblado, pertenece al municipio de Tivissa, cuyo solo nombre delata su origen: medio ibera, medio romana; sus calles, sin embargo, parecen m¨¢s los de una casba moruna, acabas perdido. Tivissa se alza tambi¨¦n sobre una colina asomada a la llanura, respaldada por un escudo de sierras brav¨ªas. Est¨¢ fortificada, con varias puertas de acceso, y en lo m¨¢s alto se empina la iglesia. Un templo curioso. Cuando el edificio medieval se qued¨® chico, construyeron encima otro mayor, a modo de sarc¨®fago nuclear, sin destruir el primitivo, como hac¨ªan los mayas con sus pir¨¢mides.
A una legua, m¨¢s o menos, de Tivissa, una carretera de monta?a se interna en la sierra de Llaberia. Un ramal zigzaguea hasta llegar a Pratdip, n¨²cleo amurallado con leyenda de vampiros.
El erudito y gastr¨®nomo Juan Perucho aprovech¨® la circunstancia para escribir Las historias naturales, novela que convierte el g¨¦nero g¨®tico en exquisitez literaria. En las callejas tortuosas que arropan al castillo roquero han colocado siluetas de hierro de dips, perros-vampiro que habr¨ªan dado nombre al pueblo.
Hay que decir que esta sierra ¡°de extensos pinares perfumados y con rapid¨ªsimas corrientes de agua helada¡± (Perucho) merece por s¨ª sola armarse de botas y mochila. En la vertiente que desciende hacia el mar se abre la Vall de Llors, o valle de los laureles, rico en vi?as hasta que arras¨® todo la filoxera; ahora es el aceite el factor de crecimiento. En Vandell¨°s, pueblo cuyas calles huelen a pan reci¨¦n horneado, una antigua almazara funciona como molino y centro de interpretaci¨®n.
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