Un pasadizo legendario en C¨®rdoba
El Callej¨®n de los Arquillos, en los alrededores de la Mezquita, est¨¢ relacionado con una truculenta historia del romancero castellano, la de los Siete Infantes de Lara
No hay duda de que en C¨®rdoba la huella medieval es palpable. No solo por la conservaci¨®n de su legado monumental sino por el trazado urban¨ªstico de algunas arterias del centro hist¨®rico, que ha cumplido 20 a?os como patrimonio mundial de la Unesco.
Si deambulamos libremente por las estrechas y zizagueantes calles que rodean la Mezquita, acabaremos enlazando con la calle Cabezas. No demasiado transitada, su serpenteante y ramificada trayectoria le confiere cierto aire medieval, realzado porque acoge la Casa de los Marqueses del Carpio, un palacete que aprovech¨® parte de la antigua muralla y que alberga restos de una vivienda romana en su s¨®tano.
Desde esta misma calle parte el callej¨®n de los Arquillos, un angosto adarve sin salida en cuya fachada hay una placa que informa al viandante de una macabra leyenda que, supuestamente, tiene sus or¨ªgenes en el califato omeya. Se trata de la leyenda de los Siete Infantes de Lara, recogida en el romancero castellano y que se perpetu¨® a lo largo de los siglos dando pie a todo tipo de especulaciones populares.
Como se explica en la placa, dos historiadores locales, Ibn Hayyan (siglos X-XI) y Ambrosio de Morales (siglo XVI), y un cantar de gesta consideran que en el a?o 974 estuvo all¨ª preso un caballero castellano llamado Gonzalo Gustioz, padre de los Siete Infantes de Lara. La leyenda cuenta que en Castilla, otro caballero de nombre Ruy Vel¨¢zquez dese¨® vengar la derrota de un torneo ganado por los infantes. Para ello maniobr¨® un enredo que consisti¨® en enviar una carta a Almanzor, caudillo andalus¨ª en C¨®rdoba, de la mano de Gonzalo Gustioz. Cuando ¨¦ste entreg¨® la carta, Almanzor entr¨® en c¨®lera por su contenido y apres¨® a Gustioz en una de las casas de esta calle.
Conociendo los siete infantes el presidio de su padre, cabalgaron hasta C¨®rdoba para su rescate y perdieron la vida en un combate. Sus cabezas se mostraron en siete picas como trofeo de guerra y cuando Gustioz las divis¨® desde la azotea de su presidio, cay¨® desmayado. Tras el espantoso suceso, el caudillo Almanzor quiso reconfortarle con los servicios de su hermana. Fruto de aquella relaci¨®n naci¨® Mudarra, ni?o que se educ¨® en la corte califal y que cuando creci¨® termin¨® vengando la muerte de sus siete hermanos, asesinando a Ruy Vel¨¢zquez y la esposa de ¨¦ste a su vuelta a Castilla.
El siniestro callej¨®n de los Arquillos, donde la tradici¨®n popular cuenta que las siete cabezas de los siete infantes fueron colgadas en cada uno de ellos, parece permanecer casi intacto. De hecho, mantiene su nombre desde el siglo XIV. Cerrado con una verja, cuatro siglos despu¨¦s no solo representa el testimonio de un suceso legendario de la literatura medieval. Su empedrado, angostura y tenebrismo sigue inspirando todo tipo de fantas¨ªas.
M¨¢s planes para una escapada a C¨®rdoba pinchando aqu¨ª
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