Riotinto, tarta de zanahoria para extraterrestres
Las minas de cobre onubenses sorprenden por su riqueza geol¨®gica, su cromatismo y el legado que dejaron los ingleses
Si aquellos gentlemen de finales del XIX hubiesen descubierto el jam¨®n, qui¨¦n sabe qu¨¦ ser¨ªa hoy del t¨¦ de las cinco de la tarde. En lugar de instalarse en este espectacular territorio rojizo, yacimiento milenario de cobre, azufre, pirita, oro, plata y media tabla peri¨®dica m¨¢s, hubieran podido pasar de largo, hasta llegar a Jabugo, en la sierra de Huelva, donde el fil¨®n es ib¨¦rico y de bellota. Sin reparar en el sabor de este monumento gastron¨®mico que ilumina toda visita a la provincia, los brit¨¢nicos que llegaron al nacimiento del r¨ªo Tinto encontraron un sentido a la vida en el subsuelo, un paisaje que hoy es capaz de dejar boquiabierto al viajero del siglo XXI.
Minas de Riotinto (4.000 habitantes; el triple hace un siglo) mantiene el aire de ciudad jard¨ªn. Este enclave rico en minerales, explotado desde antes de Tartessos por todas las culturas peninsulares, tiene cap¨ªtulo propio en la historia urban¨ªstica y minera espa?ola. A la entrada del pueblo, viniendo desde Huelva capital, sorpresa: el barrio de Bella Vista, espl¨¦ndida colonia de edificios victorianos de tres plantas, bien conservados, habitados, construidos alrededor del club ingl¨¦s, centro de recreo y deporte de los ingenieros y sus familias. La casa n¨²mero 21, de 1883, mantiene un peque?o y simp¨¢tico museo de arqueolog¨ªa de la clase pudiente brit¨¢nica que lleg¨® a Espa?a poco dispuesta a mezclarse con los lugare?os.
Gu¨ªa
Informaci¨®n
? Parque Minero de Riotinto (parquemineroderiotinto.es; 959 59 00 25). Entrada al museo y visita a Pe?a de Hierro, 9 euros (incluyendo un viaje en tren minero, la entrada cuesta 17 euros).
? Oficina de turismo de Huelva (www.turismohuelva.org).
? Turismo de Andaluc¨ªa (www.andalucia.org).
El enclave original se fue trasladando al actual desde principios del siglo XX porque, debajo del primer emplazamiento, los ingleses, que pagaron en 1873 a la Primera Rep¨²blica Espa?ola 93 millones de pesetas por la concesi¨®n a perpetuidad de la explotaci¨®n minera, descubrieron un yacimiento importante. La empresa remov¨ªa el lugar a su antojo y, con el apoyo de las fuerzas de orden p¨²blico espa?olas, reprimi¨® todo intento de mejorar unas condiciones de salubridad lamentables incluso para los est¨¢ndares decimon¨®nicos. Las teleras (piras en las que ard¨ªa el cobre para purificarlo dejando nubes t¨®xicas irrespirables) provocaron la revuelta de los jornaleros el 4 de febrero de 1888, El a?o de los tiros. Esos ecos (recobrados por la novela El metal de los muertos, de Concha Espina, y por el filme El coraz¨®n de la tierra, de Antonio Cuadri, sobre la obra de Cobos Wilkins) llegan hasta las paredes del antiguo hospital brit¨¢nico, hoy Museo Minero Ernest Lluch (primer patrono de la Fundaci¨®n Riotinto).
Entre familiar y abandonado, el museo da respuesta a muchas preguntas. La reproducci¨®n de una mina romana, el vag¨®n del maraj¨¢ (una reliquia con origen regio; no se entiende Riotinto sin el ferrocarril) y, sobre todo, los archivos, con sus fotograf¨ªas entre etnogr¨¢ficas y fantasmag¨®ricas, dejan una sombra de melancol¨ªa que las fr¨ªas colecciones de minerales no ayudan a templar. Para eso hay que salir al encuentro de los tonos cobrizos ¨²nicos en los alrededores de este paraje objeto de estudio de la NASA por sus similitudes con Marte y cumbre mineral de la Faja Pir¨ªtica Ib¨¦rica, que no es un producto adelgazante sino el nombre geol¨®gico de un rect¨¢ngulo que va desde Sevilla a Portugal y de la costa onubense a Extremadura.
Pir¨¢mide boca abajo
El mirador Cerro Colorado, en una zona de reciente trasiego (el cobre est¨¢ por las nubes, se ha autorizado la nueva explotaci¨®n minera y vuelven las empresas), ofrece una vista espectacular de estas explotaciones a cielo abierto: el suelo se abre a nuestros pies y las capas de la tierra se cortan como porciones de tarta de zanahoria. La palma se la lleva la mina Corta Atalaya: una pir¨¢mide boca abajo, hueca, de dimensiones extraterrestres, que corona un paisaje que merece la pena atravesar en una peque?a locomotora del siglo XIX, en paralelo al r¨ªo hasta Pe?a de Hierro, en la vecina Nerva, donde nace el Tinto, en un curioso viaje tur¨ªstico donde lo industrial y lo ecol¨®gico van de la mano.
Perdido su influjo, de capa ca¨ªda su potencia industrial (las minas volvieron al Estado espa?ol en 1954), el dominio brit¨¢nico triunf¨® en lo aparentemente m¨¢s trivial: el f¨²tbol. Aqu¨ª, en Bella Vista, tras la construcci¨®n del club ingl¨¦s en 1878, naci¨® el Rio Tinto Football Club, primero de Espa?a. Nunca se feder¨®, y por ello el decano del f¨²tbol espa?ol es el vecino Huelva Recreation Club, que acaba de cumplir 125 a?os como Recreativo, el Recre, hoy en crisis como la miner¨ªa. Frente al teatro de la localidad, el coqueto campo del Balompi¨¦ Riotinto, heredero del club primigenio, mantiene cierto aire de miniestadio ingl¨¦s, incluso encalado de blanco nuclear. Ajenos al pernil, los brit¨¢nicos escogieron la extra?a belleza de Minas de Riotinto. Y dejaron un legado palpable. Eso s¨ª, con m¨¢s bellotas y menos sulfatos, quiz¨¢ ahora la Riotinto Company Limited, fundada aqu¨ª en 1873 y hoy convertida en la multinacional Rio Tinto Group, no hubiese tenido que vender su se?orial sede londinense al mism¨ªsimo Amancio Ortega el a?o pasado. Con lo que ellos hab¨ªan sido. Tal vez el jam¨®n ib¨¦rico hubiera podido salvar al Imperio Brit¨¢nico.
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