Septiembre vibrante en Villena
Durante seis d¨ªas, del 4 al 9, la ciudad alicantina se entrega por completo a su fiesta de moros y cristianos. Pero tambi¨¦n hay tiempo para descubrir el castillo, un tesoro de diez kilos de oro y las tiendas de calzado a buen precio
Llegar no es problema. O s¨ª. Porque, adem¨¢s de autov¨ªa, Villena (www.turismovillena.com) tiene no una, sino dos estaciones de tren: la de toda la vida y la ultramoderna del AVE; lo malo de esta ¨²ltima es que est¨¢ a tiro de ca?¨®n del centro, o sea, a tiro de taxi. Esa dualidad entre lo tradicional y lo novedoso bien podr¨ªa definir el car¨¢cter de esta ciudad (tiene el t¨ªtulo) que rebasa ya los 35.000 vecinos. Es antiqu¨ªsima, como prueban sus yacimientos y su c¨¦lebre Tesoro, uno de los m¨¢s importantes de la edad de bronce en Europa Occidental. Pero sus avenidas y edificios son modernos, banales a veces, todo hay que decirlo.
El castillo medieval aloj¨® a personajes se?eros de la historia y la literatura. El propio enclave es un cruce de caminos que va m¨¢s all¨¢ de la historia o la geograf¨ªa: hablan como los murcianos, comen gachamigas manchegas y se desmelenan como solo los valencianos son capaces. Y trabajan como todos ellos, digan lo que digan los t¨®picos, y no solo en los dichosos zapatos o el vino. La pasi¨®n que ponen en todo los villeneros solo igualar¨ªa a la moral proverbial de sus vecinos alcoyanos¡
10.00? Una olla con 59 piezas
El casco antiguo es moderno. Las huellas del pasado son islotes, y a navegar por ellos ayuda el Centro de Recepci¨®n de Visitantes (1, pinche sobre el mapa para verlo ampliado) (General Prim, 2). Lo primero, por seguir un orden, ser¨ªa acudir al Ayuntamiento (2), que ocupa un palacio abacial de 1520. En ese edificio renacentista se aloja tambi¨¦n el Museo Arqueol¨®gico (www.museovillena.com), donde, aparte de piezas iberas, romanas o medievales, se guarda el Tesoro de Villena. Se encontr¨® en 1963, cimentando unas obras, y el suceso fue recogido por el nodo (y una serie reciente de televisi¨®n). No era para menos: una olla con 59 piezas y casi 10 kilos de oro. A este se sum¨® el llamado Tesorillo de Cabezo Redondo (3), un yacimiento a dos kil¨®metros del centro (se puede ir con visitas guiadas). Este museo se va a trasladar a un futuro Museo de Villena, en una enorme harinera de 1909; all¨ª ir¨¢n tambi¨¦n los fondos del Museo Etnogr¨¢fico, aunque no los del Museo del Escultor Navarro Santaf¨¦ (4).
Formando bloque con el ayuntamiento, la Casa de la Cultura sirve para todo: conciertos, exposiciones, cursos, meriendas o caf¨¦s de media tarde. En la misma plaza est¨¢n el Museo del Festero (las fiestas de moros y cristianos locales acaban de ser declaradas de inter¨¦s tur¨ªstico nacional y se celebran este a?o del 4 al 9 de septiembre) y la iglesia de Santiago, cuyo interior luce hermosas columnas helicoidales, adem¨¢s de rejas y pila renacentistas. La oficina de turismo tambi¨¦n est¨¢ en esa plaza.
12.00? La atalaya del alquimista
Avanzando por la calle Mayor se llega a la iglesia de Santa Mar¨ªa (5), cuya torre es el mejor balc¨®n con vistas al castillo (6). Todo ese barrio que se descuelga desde la fortaleza a la iglesia es El Raval, que se ha librado del hormig¨®n y en los ¨²ltimos a?os ha revivido por la alquimia de sus fiestas medievales, un derroche primaveral de entusiasmo. Los vecinos llaman al castillo la atalaya, y una forma singular de indagar sus secretos es vivir la Atalaya Experience: un grupo teatral de aficionados resucita a personajes que habitaron el basti¨®n desde que fue levantado, entre los siglos XII y XV. All¨ª el infante don Juan Manuel idear¨ªa algunos enxiemplos o ap¨®logos del libro El conde Lucanor (se est¨¢ gestando una ruta cultural del conde Lucanor entre Villena, Escalona y Pe?afiel, lugares vinculados al infante). All¨ª tal vez agitar¨ªa sus redomas don Enrique, erudito, alquimista y nigromante, padre de Isabel de Villena, religiosa y ¨²nica escritora valenciana de esa ¨¦poca. Y urdir¨ªa enredos Juan Pacheco, el malo de la serie Isabel, tan de poco fiar como su hijo.
14.00? Sabores del mundo
En las faldas del castillo hab¨ªa cuevas que serv¨ªan de cuadra o bodega a las viviendas. En las restauradas Cuevas de los Tuareg (7) se puede tomar un vinito, lo mismo que en la Bodega El Caracol, mantenida cual fue durante siglos, sin quitar ni las telara?as. El vino de Villena es cosa seria. Algunas bodegas se pueden visitar, como la de Francisco G¨®mez (8) (carretera a Pinoso, kil¨®metro 8). En cuestiones de mantel, Villena depara gratas sorpresas, est¨¢ a la ¨²ltima. El Auroch Bar (9) (Capit¨¢n Postigo, 6) hace gala de una fusi¨®n cosmopolita. La Teja Azul (10) (Sancho Medina, 34) y La Salvadora (11) (Constituci¨®n, 102) juegan con virguer¨ªas locales; y el gastrobar Titas (12) (Maestro Manuel Carrascosa, 1) deber¨ªa lucir ya en el firmamento consagrado de las estrellas.
16.00? Zapatos y utop¨ªas
Para hacer la digesti¨®n, no vendr¨¢ mal acercarse a Biar (13) (en coche, est¨¢ a siete kil¨®metros) para ver otro castillo roquero muy peliculero, adem¨¢s de una bonita iglesia y un casco viejo con sabor. El de Biar, el de Villena y el de Sax son tres de los castillos m¨¢s vistosos del Alto Vinalop¨®. Antes de llegar a Sax, vale la pena desviarse a la Colonia de Santa Eulalia (14), un hallazgo para ajenos y un reto para propios, porque est¨¢ abandonada. Es una de esas colonias del socialismo ut¨®pico del XIX que remite a experiencias como Icaria o los falansterios de Fourier; en Espa?a tuvieron auge excepcional en Catalu?a, aunque tambi¨¦n en lugares de Asturias o Andaluc¨ªa. En Santa Eulalia, a punto de convertirse en BIC (bien de inter¨¦s cultural), destacan un Teatro Cervantes, la capilla, el casino, las f¨¢bricas de harinas y de alcoholes¡, todo en ruinas.
De vuelta a Villena, el final de la tarde puede emplearse en compras: los turistas de la costa vienen a las tiendas de Villena porque son verdaderos outlets de calzado, con precios recortados. Y los vecinos de toda la comarca se abastecen aqu¨ª de trajes y utiller¨ªa para las fiestas de moros y cristianos: una aut¨¦ntica industria.
20.00? G¨¦nero chico a lo grande
Tomarse una copa, de tarde o de noche, en Central Perk (15) (Joaqu¨ªn Mar¨ªa L¨®pez, 1) es como sumirse en la Nueva York de la serie Friends; este local tiene franquicia oficial, y si pides por whatsapp un caf¨¦, te lo llevan al banco o la oficina (en horarios de ¨ªdem). Espect¨¢culos nunca faltan. Normalmente, en la Casa de la Cultura o en la ermita de San Ant¨®n, donde pueden actuar m¨²sicos de dos bandas o de la orquesta del Conservatorio.
Pero el escenario de lujo es el teatro Chap¨ª (16) (www.teatrochapi.com). S¨ª, Ruperto Chap¨ª, autor de La Revoltosa y otras 155 zarzuelas, am¨¦n de algunas ¨®peras, no era madrile?o, sino villenero y el inventor de la Sociedad General de Autores y Escritores (SGAE). Otro espacio que se aprovecha para grandes espect¨¢culos es la remodelada plaza de toros (17), que se ha dotado de cubierta; una obra millonaria en la cual no se anduvieron con chiquitas: el atrio es una pir¨¢mide de cristal parecida a la del Louvre parisiense. No fueran a decir.
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