Brujos en La Habana
Se iba por dos semanas y se qued¨® dos meses. El actor Pedro Casablanc nos cuenta de su inmersi¨®n en la m¨²sica y la cultura cuabana
El actor Pedro Casablanc debe de tener cara de capitalista con pocos escr¨²pulos porque tras hacer de Mariano Rubio en una teleserie, se encarn¨® en Luis B¨¢rcenas, al que ha interpretado en el teatro y en B, la pel¨ªcula, que se estrena en breve. Y encima pronto se le ver¨¢ como terrateniente explotador en la serie Mar de pl¨¢stico, de Antena 3. Pero el viaje que no ha podido olvidar se ubica justo en la orilla contraria.
?Cuba?
Estuve all¨ª hace unos 15 a?os. En teor¨ªa iba para dos semanas y me qued¨¦ dos meses. La excusa era aprender a tocar el clarinete. Me daba clases un m¨²sico que en realidad se ganaba la vida como barbero, as¨ª que a veces interrump¨ªa la lecci¨®n para cortar el pelo a alguien y me dejaba haciendo escalas.
Me da que su Habana no es la de los paquetes vacacionales.
La verdad es que no fue un viaje tur¨ªstico, sino una inmersi¨®n en la m¨²sica cubana. Me alojaba en el Vedado, en un edificio de 15 plantas llamado Altamira, justo enfrente del hotel Nacional. Iba al parque Coppelia, donde est¨¢ la famosa helader¨ªa de Fresa y chocolate, al parque La Piragua y al cine. Recuerdo que la gente iba cada d¨ªa a ver la misma pel¨ªcula y yo igual. Era Abierto hasta el amanecer, la que produjo Tarantino. Y me pas¨® una cosa rar¨ªsima en el cementerio de Crist¨®bal Col¨®n¡
?Vaya lugar!
Me abordaron unos brujos que quer¨ªan hacerme una purificaci¨®n. Agarraron un gallo vivo como si fuera un plumero y me lo pasaron por el cuerpo, para barrerme los malos esp¨ªritus. Despu¨¦s lo mataron delante de m¨ª y me lo dieron para que lo dejara en no s¨¦ qu¨¦ ¨¢rbol.
?Lo hizo?
Claro, por si acaso. S¨ª que deb¨ªa de ser un ¨¢rbol especial porque estaba lleno de exvotos.
Eso igual es demasiado hasta para quienes busquen la Cuba m¨¢s aut¨¦ntica. ?Qu¨¦ pistas les dar¨ªa?
El Vedado tiene mucho encanto. Hay muchos centros culturales. Y recuerdo algunos paladares por all¨ª. Aunque reconozco que cuando ten¨ªa mucha hambre y estaba harto de arroz, me iba a desayunar al hotel Nacional, al que, por desgracia, por aquel entonces no pod¨ªan entrar los cubanos.
?Qu¨¦ le contaban los cubanos?
Not¨¦ silencio y represi¨®n. La gente estaba deseando salir de all¨ª.
?Le apetece volver ahora que las cosas est¨¢n cambiando?
Me muero de ganas.
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