S¨ªdney, la tierra de Oz
La ciudad australiana, a medio camino entre la soleada California y el estilo urbano de Londres, brilla en el escenario de su gran bah¨ªa
Explica Manu Leguineche en La tierra de Oz, uno de sus libros menos conocidos pero m¨¢s caracter¨ªsticos, que los australianos se llaman a s¨ª mismos ozzies y tambi¨¦n aussies porque ¡°Oz es el sobrenombre cari?oso e ir¨®nico de Australia¡±. Y a?ade que es un pa¨ªs que re¨²ne dos placeres en uno, ¡°el de vivir en casa y el del reino m¨¢gico m¨¢s all¨¢ del arco¨ªris¡±. Nada m¨¢s cierto, como demuestra la ciudad de S¨ªdney, en Nueva Gales del Sur, tan vibrante como relajada. Es una ciudad que se gusta a s¨ª misma, y no es de extra?ar: volcada a la bah¨ªa de S¨ªdney, al mar, a la naturaleza y a una fisicidad que se transmite en cada gesto, en cada rinc¨®n y en cada expresi¨®n, S¨ªdney exhibe grandes dosis de felicidad y de vitalidad. No es una ciudad caracterizada por la cultura ¡ªsus museos son eminentemente did¨¢cticos y pobres de contenido¡ª, pero s¨ª por la franqueza de una vida sin prejuicios. M¨¢s el aliciente de un regenerador mestizaje que se palpa en cada calle, en cada bistro (nombre de los pubs) y en cada negocio, porque, adem¨¢s, S¨ªdney es una ciudad con un centro financiero y empresarial tan activo como el de Nueva York.
En un pa¨ªs que posee las m¨¢s importantes materias primas que se precisan en el mundo, Australia ¡ªque carece de tejido industrial y sin embargo ha creado el wifi¡ª rezuma buena calidad de vida en general. Una calidad que no es barata: la vida cotidiana es cara. Sigue siendo un pa¨ªs en el que se trabaja duro, pero quiz¨¢ por eso se sienten orgullosos de su modo de vida. Como se sienten orgullosos de su historia como naci¨®n, la cual es bien sabido que no fue f¨¢cil. Descendientes de presidiarios que pasaron m¨²ltiples penalidades y periodos de esclavitud entre colonos libres, los australianos crearon su naci¨®n en 1788 en S¨ªdney. Y tardaron casi 100 a?os en fraguar una sociedad igualitaria, de nobleza bizarra y bastard¨ªa asumida. Bien lo relata Robert Hughes en La costa fat¨ªdica.
Uno de los monumentos a ese origen rudo, tr¨¢gico y severo son las barracks, especie de barracones cuartelarios que hay en Macquarie Street, frente a Hyde Park, aut¨¦ntico y emotivo homenaje a un origen del que ya no recelan. Como cuenta Peter Carey, el gran escritor australiano, se han dejado atr¨¢s las culpabilidades nacionales por las masacres y el exterminio de los abor¨ªgenes que durante muchos a?os quitaron el sue?o a los australianos. Las reconocieron, las asumieron, no las olvidaron y decidieron escribir su historia no como un pa¨ªs de 3.000 a?os, sino como un pa¨ªs de 200. Este ajuste de cuentas consigo mismos y con los primeros habitantes de esas tierras dio a los australianos una t¨¢cita ley de punto final que se tradujo en diversos detalles, como la bandera aborigen, ciertas f¨®rmulas legales en los juramentos p¨²blicos y el reconocimiento constitucional de unos ancestros que, en realidad, no lo son. El inolvidable libro de Bruce Chatwin Los trazos de la canci¨®n habla de ese ¡°viejo, exhausto y sabio¡± pueblo con toda su cruda realidad.
Australia exporta educaci¨®n. Mucha gente viene aqu¨ª a estudiar y a imitar su sistema educativo, basado en una mezcla eficaz, que no equitativa, de lo p¨²blico y lo privado. Por otro lado, tiene su ingl¨¦s, lleno de giros, expresiones y acentos propios, y no se preocupa demasiado por aprender otros idiomas, si acaso el chino. Porque el gran referente de crecimiento que tiene ante s¨ª es una Asia en ebullici¨®n que est¨¢ aportando al pa¨ªs un horizonte de pervivencia: la juventud sociocultural que trae la vitalidad migratoria¡, siempre que esta sea legal, claro. Australia es un pa¨ªs que reverencia la legalidad por encima de todo.
Los cuatro elementos
Gu¨ªa
Informaci¨®n
? Oficina de turismo de Australia ?(www.australia.com/es-cl).
? Oficina de turismo de S¨ªdney ?(www.sydney.com).
? Oficina de turismo de Nueva Gales del Sur ?(www.visitnsw.com).
? Opera House de S¨ªdney (www.sydneyoperahouse.com).
En S¨ªdney disfrutan de lo que tienen. Y lo que tienen es naturaleza, con la que interact¨²an y de la que se mimetizan culturalmente. Es una extensa ciudad entregada a los elementos. Como dice Peter Carey en su delicioso 30 days in Sydney (30 d¨ªas en S¨ªdney), en la ciudad son evidentes los cuatro elementos: aire, agua, tierra y fuego. En esto, S¨ªdney recuerda a California, su tierra hermana, a la que en cierto modo a veces tratan de imitar, con sus casas bajas, jard¨ªn y barbacoa, y su estilo de vida desenfadado. Casi se podr¨ªa decir que S¨ªdney es una perfecta ¡ªy quiz¨¢ monstruosa¡ª mezcla de California y Londres. Es una herej¨ªa decirlo, pero no pensarlo: son mates (colegas, compadres) con bomb¨ªn espiritual.
Por su amor a la naturaleza y a la vida out house (fuera de casa), los deportes y su pr¨¢ctica abundan. Tienen variaciones de los deportes europeos o americanos. En este sentido, los han evolucionado ¡ªtodo es evoluci¨®n aqu¨ª, social, cultural y biol¨®gica¡ª imitando a la naturaleza: su rugby, su cr¨ªquet, su soccer (f¨²tbol)¡ Y, sobre todo, el surf: caricia y di¨¢logo con el mar, se?a de identidad de una ciudad acu¨¢tica como S¨ªdney. Las playas de Bondi, por cuyo kilom¨¦trico coastal walk (paseo costero) cara al Pac¨ªfico se impone pasear, son un hervidero de surfistas de todas las edades que aguardan la ola precisa a cualquier hora.
La ?pera de S¨ªdney merece en s¨ª misma una especial atenci¨®n. Simb¨®lico lugar para construir, no sin contratiempos, uno de los edificios m¨¢s singulares, sensuales y hermosos del planeta. Obra del genial arquitecto dan¨¦s J?rn Utzon, la belleza y fascinaci¨®n que inspira es inagotable. Sin duda, en la ?pera est¨¢ esa magia de m¨¢s all¨¢ del arco¨ªris a la que se refer¨ªa Leguineche. Porque uno cree estar viendo all¨ª, en ese edificio gozoso, el verdadero Palacio de Oz.
Adolfo Garc¨ªa Ortega es autor de la novela Pasajero K (Seix Barral)
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