Chellah, los or¨ªgenes de Rabat
El yacimiento arqueol¨®gico declarado patrimonio mundial fue el primer lugar habitado de la capital de Marruecos
La portada del recinto amurallado de Chellah, en las afueras de Rabat, promete guardar algo grande. Sobre un promontorio privilegiado, que domina el jugoso valle de Buregreg, desciende en pendiente hacia el r¨ªo, abri¨¦ndose a un paisaje limpio. Lo atraviesa el cauce azul del Buregreg y un damero verde de cultivos. Este yacimiento arqueol¨®gico que hoy se extiende sobre siete hect¨¢reas y es patrimonio mundial fue el primer lugar habitado de la capital de Marruecos.?
En el pasado, Chellah fue un puerto fluvial fenicio volcado al comercio del que apenas quedan testimonios. Esta situaci¨®n se perpetu¨® cuando Mauritania Tingitana -el actual Marruecos- se convirti¨® en una provincia romana. Sala (Chellah) fue entonces una importante ciudad abierta al Mediterr¨¢neo, sin murallas, de la que se conservan no pocos restos de inter¨¦s. Ya entonces, Plinio el Viejo describi¨® c¨®mo no contaba con protecci¨®n alguna y estaba a merced de las tribus colindantes y los elefantes que proven¨ªan del cercano bosque de la Mamora. De aquella ¨¦poca se conservan la calzada y los restos de un barrio artesano dotado de una almazara solada con mosaico. Tambi¨¦n el capitolio, el foro, la curia, un templo, un ninfeo en forma de aljibe que a¨²n recoge las aguas circundantes, unas termas y el arranque de un gran arco de triunfo. Muchos siglos despu¨¦s, durante los siglos XIII y XIV, la dinast¨ªa merin¨ª, coet¨¢nea de la nazar¨ª de Al-Andalus, decidi¨® crear justo enfrente una necr¨®polis real, mientras manten¨ªa la capital en Fez.
Tras franquear la puerta medieval de la muralla y descender hacia el yacimiento se recorren espesos jardines de factura sencilla y umbrosa, rodeados de chumberas y acebuches. De pronto, en medio de una calma sepulcral ¨Cnunca mejor dicho¨C solamente interrumpida por el crotorar de las cig¨¹e?as, surgen en una planicie los vestigios de la ciudad romana y la necr¨®polis merin¨ª, flanqueada de morabitos pertenecientes a reputados imanes y santos locales. Ambos asentamientos se extienden a un lado y otro de la calzada romana. As¨ª, frente a frente, con un salto de nueve siglos, la vida y la muerte se miran cara a cara en este conjunto. La vida romana, populosa y comercial, y la muerte y la espiritualidad merin¨ª, presente no solo en los mausoleos de Abu Yussuf Yaqub y sus descendientes, sino en los enterramientos desperdigados a su alrededor. Por lo dem¨¢s, la necr¨®polis merin¨ª a¨²n conserva los restos de una mezquita con alminar ricamente decorado, una madraza (escuela cor¨¢nica), un hammam y varias salas de abluciones, entre otros elementos.
El verde de los jardines y el valle del Bugregeg, que se extiende en la lejan¨ªa, realza el color ¨®xido de la tierra y el ocre c¨¢lido de la piedra de arenisca de las construcciones. El blanco de las c¨²pulas de los morabitos rompe la homogeneidad y las cig¨¹e?as, cercanas y ruidosas, interrumpen el silencio. De hecho, el car¨¢cter mortuorio del lugar lo convirti¨® durante un tiempo, seg¨²n su conservador, Abldekader Chergui, ¡°en un destino de peregrinaci¨®n de pobres¡± que daban siete vueltas alrededor de las tumbas de los sultanes y encend¨ªan cirios en los morabitos. Actualmente, estos ceremoniales, junto con las leyendas locales que atribuyen curaciones milagrosas al riachuelo que atraviesa la parte baja de Chellah, forman parte del patrimonio inmaterial reconocido por la Unesco.
Pero el sitio no es solamente singular por su patrimonio cultural e inmaterial, sino por su paisaje y la armon¨ªa de sus jardines. As¨ª, bajo el conjunto merin¨ª, junto a la muralla septentrional, crece un precioso ed¨¦n de ¨¦poca colonial que ofrece un refugio de sombra bajo grandes plataneras, naranjos, daturas y otras especies tropicales, rodeadas de acequias donde el agua procedente del acueducto romano subterr¨¢neo corre saltarina y en abundancia.
En la actualidad, Chellah, magn¨ªficamente cuidado y vigilado, y al que acuden 100.000 visitantes al a?o, es objeto de un ambicioso proyecto de rehabilitaci¨®n en el que se prev¨¦ la conservaci¨®n de las murallas y el paisaje, la consolidaci¨®n de no pocos elementos intramuros, la restauraci¨®n y apertura del hamm¨¢n merin¨ª, as¨ª como la construcci¨®n de un centro de interpretaci¨®n. De momento, su magia se presta a acoger cada a?o el festival de Jazz de Rabat y conciertos de m¨²sicas del mundo. La que fue vivienda del c¨¦lebre pintor contempor¨¢neo Jilali Gharbaoui, oculta en una ladera, se convertir¨¢ en un espacio para talleres de pintura, destinados a plasmar la luz, la vida y el alma de Sala.
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