Tortilla en Alaska

Lo ¨²ltimo que se les suele ocurrir a los usuarios de Ryanair, o de cualquier otra aerol¨ªnea de bajo coste, es escribir un poema al respecto. Margarita Larramendi s¨ª lo ha hecho en su libro Las siete en Canarias (Verbum). De sus muchos viajes recuerda la vez que se embarc¨® junto a siete de sus nueve hermanos, sus padres, m¨¢s t¨ªos y primos, rumbo a Alaska.

Veo que sus vacaciones familiares no consisten precisamente en ir a la casa del pueblo¡­

Mi hermano Ram¨®n es explorador polar. De 1990 a 1993 se dedic¨® a hacer la traves¨ªa polar no mecanizada m¨¢s larga de la historia. ?l, que ten¨ªa unos 25 a?os, comandaba a otras dos o tres personas y recorrieron todo el casquete polar con esqu¨ªs, perros, a pie¡­ Cuando ya iba a terminar, coincidi¨® que se jubil¨® mi madre y nos cit¨® para ir a buscarlo a Valdez, en Alaska. Fuimos 22.

Toda una ex?pe?dici¨®n.

Pues s¨ª. De Madrid a Seattle, de all¨ª a Anchorage, y de all¨ª a Valdez en una avionetita. Y todo esto mi madre lo hizo con una sart¨¦n, una espumadera y una botella de aceite de oliva que se llevaba para hacerle a su hijo una tortilla de patata.

?C¨®mo fue el reencuentro?

Emocionant¨ªsimo. Salimos en un barquito y vimos c¨®mo ¨¦l y el equipo se acercaban a c¨¢mara lenta en un kayak. Ah¨ª est¨¢bamos nosotros agitando nuestras banderitas, rodeados de las autoridades de Alaska. Y as¨ª salimos luego en National Geographic, que dedic¨® un reportaje a la traves¨ªa. Mi hermano, que se hab¨ªa ido como un chico alto, rubio y rozagante, hab¨ªa cambiado mucho. Ten¨ªa otra mirada.