Utrecht, vanguardia en bici
Un restaurante cuya azotea es una cancha de baloncesto y otras sorpresas urban¨ªsticas en la vibrante ciudad holandesa
Est¨¢n hartos de que les consideren la hermana peque?a de ?msterdam. Y tienen raz¨®n: es dif¨ªcil visitar Utrecht en una sola tarde. Con or¨ªgenes romanos y a orillas del Rin, la cuarta ciudad holandesa es una urbe medieval de 330.000 habitantes que, edificio a edificio, se transforma en un escaparate de vanguardia.
As¨ª, el collar de las grandes perlas arquitect¨®nicas de la ciudad de los famosos tratados, que a partir de 1713 marcaron el fin de la guerra de Sucesi¨®n espa?ola, parece recogerse con un doble hilo. De un lado, el del ingenio est¨¢ encabezado por el dise?ador m¨¢s famoso de la ciudad: Gerrit Rietveld. El arquitecto-mueblista, m¨¢ximo exponente del neoplasticismo holand¨¦s ¡ªreconocible en los colores b¨¢sicos y las l¨ªneas rectas del Mondrian m¨¢s conocido¡ª, naci¨® y vivi¨® en ?Utrecht. Su estilo brilla en cada uno de los muebles de la casa que levant¨® para su amada Truss Schr?der ¡ªque se visita en grupos reducidos¡ª y se extiende hasta los vecinos pisos de alquiler, las tiendas o los garajes que dise?¨®. Y tambi¨¦n en las sillas expuestas en el Centraal Museum.
M¨¢s all¨¢ del ingenio, el otro hilo conductor que agrupa la arquitectura local es el del collage. La suma de ¨¦pocas y la adici¨®n de partes aparece en la mejor arquitectura de la ciudad. Nada como el Ayuntamiento, del catal¨¢n Enric Miralles, para dar la cara por esa opci¨®n de convivencia urbana.
El estudio barcelon¨¦s de Miralles y Tagliabue (EMBT) gan¨® el concurso para ampliar un Ayuntamiento que, a pesar de su fachada neocl¨¢sica, ya era la suma de cinco viviendas medievales. As¨ª, el arquitecto quiso hacer su aportaci¨®n a la historia del edificio y, a la vez, darle otra vuelta de tuerca. Lo consigui¨® haci¨¦ndolo girar sobre s¨ª mismo para que, en lugar de entrar por el canal, los ciudadanos accedieran a su Consistorio por la plaza, un vac¨ªo urbano que, como toda plaza que se preste, deb¨ªa tener una fuente que ¨¦l construy¨® con el desag¨¹e del edificio. As¨ª, a la suma de reparaci¨®n y reinvenci¨®n Miralles a?adi¨® el acierto de no querer arrasarlo todo. Por eso hoy, en el interior, los desconchados conviven con arcos apuntados, no hay dos marcos de las puertas iguales y cada pelda?o est¨¢ hecho de un material diferente.
Esa diferencia tambi¨¦n se da en la torre Dom, el campanario g¨®tico m¨¢s alto de Europa. Si sube sus 465 escalones (le conceder¨¢n cuatro descansos) tendr¨¢ Utrecht a sus pies. Ver¨¢ la casa Rietveld Schr?der en las afueras y, algo m¨¢s alejada, la Universidad donde estudian los 70.000 j¨®venes que llenan de vida la ciudad.
Presencia ciudadana
Gu¨ªa
Informaci¨®n
? Oficina de turismo de ?Utrecht (www.visit-utrecht.com).
? Turismo de Holanda (www.holland.com/es).
Las dos salas de matrimonios del Ayuntamiento resumen tambi¨¦n esa convivencia. Una es regia. La otra muestra el mobiliario de Jurgen Bey, que, siguiendo el mensaje de Miralles, mezcl¨® respaldos y bancos evocando la reuni¨®n de sillas que los ciudadanos acercaban a la iglesia para sentarse cuando alguien se casaba en la ¨¦poca medieval. El de Miralles es un edificio intenso. Transmite emoci¨®n y defiende la convivencia. Sin embargo, lejos de impactar a primera vista, se va descubriendo a medida que se visita. El Consistorio es tambi¨¦n un lugar nost¨¢lgico para todos los que aplaudimos el genio del arquitecto catal¨¢n. Fue Benedetta Tagliabue la que lo inaugur¨® en oto?o del a?o 2000, pocos meses despu¨¦s de que su socio y esposo desapareciera con 46 a?os a causa de un tumor cerebral.
No lejos de all¨ª, en la plaza Pieterskerkhof, una fachada posmoderna esconde otro de los tesoros de la ciudad. La historiadora Natascha Drabbe ense?a (con cita previa) la vivienda que su marido, Mart van Schijndel, proyect¨® meticulosamente en 1992. La casa recibi¨® el Premio Rietveld en 1995 por su dise?o virtuoso y escultural. Cuando ¨¦l fue asaltado por el c¨¢ncer, Natascha decidi¨® preservar lo que su esposo hab¨ªa ideado al mil¨ªmetro, y fue incluso m¨¢s all¨¢, al crear la red internacional Iconic Houses, que ¡ªde la Villa Mairea de Aalto a La Pedrera de Gaud¨ª¡ª re¨²ne las casas m¨¢s famosas del mundo. As¨ª, al igual que la casa Schr?der a las afueras de la ciudad (20 minutos caminando o cinco en bicicleta), tambi¨¦n esta vivienda es una lecci¨®n de ingenio, por ejemplo en las puertas sin bisagras sujetas con silicona. El despliegue de ideas y mecanismos remite a las casas m¨ªticas de la modernidad y a la lecci¨®n del h¨¦roe local: Gerrit Rietveld.
Como postre a este coraz¨®n de vanguardia g¨®tica y moderna, s¨²banse a la bicicleta. En la Universidad, cada edificio tiene el nombre de un profesor. El Educatorium de Rem Koolhaas (OMA) destaca por sus rampas, sus suelos y techos inclinados y su propuesta de combinar la rudeza de un garaje con la precisi¨®n de un laboratorio.
No lejos, el Minnaert de Neutelings Riedijk es un experimento en el que la vegetaci¨®n transforma las paredes, y el restaurante Basket, de N. L Architects, debe su nombre a la cancha de baloncesto que lo corona. Frente a las canastas, un edificio negro oculta un insospechado mundo de luz con cientos de estudiantes concentrados en la biblioteca ideada por Wiel Arets. Hay m¨¢s: desde el parking de bicicletas hasta la central el¨¦ctrica todo tiene aqu¨ª inter¨¦s arquitect¨®nico. Cuanto m¨¢s pedalee, m¨¢s ver¨¢. Y haci¨¦ndolo se sentir¨¢ como un ciudadano m¨¢s.
¡°Puede que en Pek¨ªn haya nueve millones de ciclistas, pero los 18 que hay en Holanda parecen haberse congregado en Utrecht¡±, bromean los locales. Pedalear parece acostumbrarlos a convivir. Ni se disfrazan de ganadores del Tour ni se suben a la bici para hacer carreras. La movilidad es amable. Puede que por eso en el interior del Ayuntamiento una cita del poeta local Ingmar Heytze escrita en la pared pida: ¡°Danos la sabidur¨ªa de los ciudadanos. Que este Ayuntamiento escuche sus preguntas y se convierta en su voz¡±. Am¨¦n.
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