La mar m¨¢s salada
Una ruta israel¨ª en busca de paisajes ¨²nicos. De las cuevas de Beit Guvrin-Maresha, cavadas por el hombre, al mar Muerto
Despu¨¦s de visitar Tel Aviv, de recorrer la ciudad y cenar en alguno de sus restaurantes (t¨ªpicos de la antigua Jaffa o modernos de la capital, donde reina la arquitectura de la Bauhaus, cercanos a las frecuentadas playas), y de visitar la ciudad vieja de Jerusal¨¦n, el santo sepulcro y el Muro de las Lamentaciones, conviene adentrarse en las tierras bajas de Judea, que se precipitan desde el desierto del mismo nombre hasta la mar.
En medio de esas tierras, donde se produce aceite y vino (hay visitas a las bodegas), se encuentra el parque nacional de Beit Guvrin-Maresha. Beit Guvrin fue una destacada ciudad de la ¨¦poca del dominio romano, cuando era conocida como Eleutheropolis, y Maresha, una de las poblaciones m¨¢s importantes de la Judea romana. El parque, al sur de Tel Aviv y al suroeste de Jerusal¨¦n, es una suerte de restos arqueol¨®gicos que incluyen un gran cementerio jud¨ªo, un anfiteatro romano-bizantino y un sinf¨ªn de grutas labradas por los pobladores, lo que hace que se conozca como ¡°una ciudad debajo de una ciudad¡±. Las cuevas, que sirvieron de escondite durante la rebeli¨®n de Bar Kojba contra los romanos, ten¨ªan diferentes usos, desde alcazabas, cisternas y ba?os hasta columbarios de formas geom¨¦tricas.
Las cuevas de Maresha se remontan al siglo IX antes de Cristo, y su m¨¢ximo apogeo data de los siglos III y II antes de Cristo. Beit Guvrin fue horadado en los primeros siglos de esta era, siendo las cuevas m¨¢s espectaculares las de forma acampanada, talladas entre los siglos VI y VIII. El ¨²ltimo uso de estas enormes cavidades se produjo en el siglo X. La visita al complejo incluye estas cuevas de campana, las de columbario, el laberinto de grutas interconectadas y las de enterramientos sidonias. En las paredes hay inscripciones en ¨¢rabe y cruces, lo que indica que fueron excavadas durante el periodo ¨¢rabe temprano, entre los siglos VII y X.
El parque nacional de las Cuevas de Beit Guvrin-Maresha fue el octavo lugar de Israel declarado patrimonio mundial por la Unesco, uni¨¦ndose a la antigua ciudad de Acre, la ciudad blanca de Tel Aviv, los Tels B¨ªblicos (Meggido, Hatzor, Beersheva), la ruta del Incienso, los santuarios Baha¡¯i en Haifa, las cuevas de la evoluci¨®n humana de Nahal Me¡¯arot, en el monte Carmelo, y Masada, un lugar m¨ªtico en el que conviene detenerse.
Y de aqu¨ª al desierto y al mar Muerto, pasando por Jerusal¨¦n para despu¨¦s bordear este mar interior que comparten Israel y Jordania. Se trata de un lago endorreico con una abundante concentraci¨®n de mineral, sobre todo de bromo, magnesio y yodo y muchas propiedades saludables. Es la zona m¨¢s baja del planeta, a 427 metros por debajo del nivel del Mediterr¨¢neo, y la de mayor presi¨®n barom¨¦trica del mundo, con un 10% m¨¢s de ox¨ªgeno. Estas propiedades explican su efecto curativo y vigorizante, que lo ha convertido en un afamado centro de tratamiento de enfermedades de la piel (en particular, la soriasis).
La visita es una experiencia ¨²nica, pero incompleta si no se acompa?a con un ba?o. La salinidad es del 280%, lo que hace que ning¨²n ser vivo pueda habitar all¨ª y permite a los m¨¢s osados hacer pinitos de mes¨ªas andando sobre las aguas, que no conviene llevar a la boca ni a los ojos. Las instalaciones cuentan con potentes duchas para quitar la sal tras el ba?o.
Muy cerca, en las colinas que orillan el deprimido mar se hallaron por casualidad los manuscritos o rollos de Qumr¨¢n, que fueron escondidos por los esenios ante la proximidad de las tropas romanas. Estos textos, muchos de ellos muy destruidos, son imprescindibles para entender la Biblia (se puede visitar una instalaci¨®n audiovisual). Por all¨ª estaban tambi¨¦n, de ser verdad, las ciudades legendarias de Sodoma y Gomorra.
Y sobre la monta?a m¨¢s alta, frente al monte Elazar, cerca del v¨¦rtice sur del mar Muerto, se levanta la ciudad amurallada de Masada, un lugar legendario para Israel al que, en la actualidad, se accede por un funicular. Aunque tambi¨¦n se puede llegar por el llamado sendero de la serpiente, un sinuoso camino con el que se atreven algunos audaces turistas.
La leyenda de Masada
Masada, t¨¦rmino romanizado que en hebreo significa fortaleza, es un macizo que se alza a 450 metros sobre el nivel del mar Muerto, es decir, sobresale unos 20 metros sobre el antiguo Mare Nostrum. La leyenda data de la primera guerra judeo-romana. Cuando los romanos destruyeron Jerusal¨¦n, un millar de jud¨ªos zelotes se hicieron fuertes en este lugar, capitaneados por Eleazar Ben Yair, y desafiaron a Roma. El gobernador romano de Judea, Lucio Flavio Silva, asedi¨® la fortaleza, que solo ten¨ªa dos rutas, ambas de dif¨ªcil acceso y f¨¢cil defensa. La ciudad estaba, adem¨¢s, bien pertrechada de huertos y un ingenioso sistema de excavaciones, acueductos y cisternas que proporcionaban alimentos y agua de sobra para aguantar el acoso.
Gu¨ªa
Informaci¨®n
? Iberia (www.iberia.com), Air Europa (www.aireuropa.com) y El Al (www.elal.com) vuelan directo a Tel Aviv desde Madrid.
El sitio, que est¨¢ recogido en La guerra de los jud¨ªos del historiador Flavio Josefo, fue largo e intenso, muy similar al de Numancia. Incluso en los ocho campamentos que dispusieron alrededor de la inmensa colina conectados por un baluarte que la circunvalaba. Ante los continuos fracasos, decidieron construir una gran rampa por el lado occidental cuyas reminiscencias se pueden observar hoy con bastante claridad. Usaron miles de toneladas de piedra y tierra. Finalizado el a?o 73 despu¨¦s de Cristo, tres meses despu¨¦s de haberse iniciado y de siete de cerco, los romanos se acercaban a su objetivo.
Y como en Numancia, los habitantes decidieron inmolarse antes que caer en manos enemigas. Y naci¨® la leyenda. Eleazar Ben Yair propuso a su gente darse muerte para evitar ser hechos prisioneros. Para sortear la prohibici¨®n del suicidio en la religi¨®n jud¨ªa, acordaron que los hombres acabaran con la vida de sus familias, de manera que solo quedaran 10 con vida. Luego un solo var¨®n, elegido a sorteo, acab¨® con la vida de los otros, incendi¨® el fort¨ªn y finalmente se dio muerte a s¨ª mismo.
A 17 kil¨®metros al norte de Masada se encuentra el oasis Ein Gedi, en el que existen unas instalaciones de ocio y descanso con vistas al mar Muerto y manantiales perennes. Para algunos es el lugar de los jardines del ed¨¦n, eso s¨ª, con spa y masajes. Un lugar ideal para descansar de un viaje ajetreado.
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