Los mejores mercados de Santiago de Chile
De la gran lonja de pescado del pa¨ªs a las antiguallas del rastro Bio Bio, las plazas comerciales m¨¢s sorprendentes de la ciudad
Hay que reconocerlo, a los santiaguinos les gustan los grandes centros comerciales. Los hay pr¨¢cticamente en cada barrio y albergan exactamente lo mismo que puede albergar cualquier mall alrededor del mundo: muchas tiendas con ropa parecida y establecimientos de comida r¨¢pida. Quiz¨¢ alguno se diferencia por tener salas de cine, pero por lo dem¨¢s tienden a ser una copia unos de otros. Una moda de importaci¨®n estadounidense que amenaza con borrar del mapa mercados tradicionales y llenos de personalidad donde comprar, vender o simplemente pasear en un ambiente puramente chileno y rebosante de autenticidad. Proponemos un recorrido por las ferias de toda la vida que todav¨ªa se pueden encontrar en Santiago de Chile.
La Vega
Uno de los mercados de frutas y verduras m¨¢s grandes del continente sudamericano responde a un espacio de aparente caos donde se mantiene un perfecto orden durante los 365 d¨ªas del a?o. Cada ma?ana, desde muy temprano, en este laberinto de m¨¢s de 6.000 metros cuadrados con olor a tomate y albahaca es posible encontrar los mejores (y m¨¢s baratos) productos de la huerta chilena; desde decenas de variedades de patatas a brillantes y sabrosas paltas (aguacates), pasando por una inagotable colecci¨®n de aj¨ªes o las sand¨ªas m¨¢s grandes nunca vistas. Pr¨¢cticamente cualquier cosa que se coma se puede encontrar en esta interminable sucesi¨®n de puestos ¨Cy en sus alrededores¨C que comenzaron a instalarse en esta zona ya en el siglo XVIII. Aqu¨ª el que no vende, compra, y quien no hace ninguna de las dos cosas se ofrece a pujar por tu encargo a cambio de unas monedas.
Mercado Central
Situado frente a La Vega, pero al otro lado del r¨ªo Mapocho, esta plaza especializada en pescado y marisco es muy conocida por propios y extra?os: concentra la venta de productos del mar a particulares en un pa¨ªs con m¨¢s de 7.000 kil¨®metros de costa. Tal es la variedad que ofrecen sus tenderos que pr¨¢cticamente se ha convertido en un reclamo tur¨ªstico m¨¢s de la ciudad. No en vano, es el ¨²nico mercado donde se pueden ver, tocar e incluso probar todo tipo de mariscos end¨¦micos chilenos, como piures, locos, picorocos o jaibas. Las almejas son talla XXL, al igual que los mejillones. Congrios, corvinas, lenguados, merluzas, pejerreyes, r¨®balos y atunes lucen vistosos en busca de compradores mientras que los restaurantes del propio recinto ofrecen cartas repletas de producto fresco a precios m¨¢s que razonables. Conviene buscar los restaurantes m¨¢s peque?os y escondidos, ya que los dem¨¢s est¨¢n atiborrados de turistas. No es para menos: hace unos a?os la revista National Geographic incluy¨® el Central entre los cinco mejores mercados del mundo.
El Persa Bio Bio
Aunque con el tiempo ha ido perdiendo parte de su esencia, el Bio Bio es la madre de todos los rastros. No es una calle, ni dos¡ es un barrio entero. Una zona de la ciudad donde cada manzana cobija cientos de puestos y tiendas donde es posible encontrar (verdaderamente) todo lo que se te ocurra. Algunos de estos viejos galpones se dedican exclusivamente al textil (y sus protocolarias falsificaciones), otros a mobiliario, a electr¨®nica¡ Los m¨¢s interesantes son los que est¨¢n llenos hasta la bandera de antig¨¹edades. Entrar en una de estas naves es como retroceder varias d¨¦cadas en el tiempo. De hecho, muchos son los productores de cine que bucean en el Bio Bio en busca de antiguallas para decorados y ambientaciones de pel¨ªculas de ¨¦poca. Un mundo paralelo repleto hasta el exceso de tesoros cogiendo polvo y esperando ser rescatados donde, eso s¨ª, conviene que el viajero vigile sus art¨ªculos de valor, como carteras y tel¨¦fonos.
Los Dominicos
Cualquiera que conozca Santiago confirmar¨¢ que sabor colonial le queda muy poco a la ciudad, excepto una honrosa excepci¨®n: el pueblo de artesanos de Los Dominicos. En la falda de los Andes y en un contexto absolutamente alejado del bullicio de la ciudad, se ubica esta antigua misi¨®n que todav¨ªa conserva su encanto, pero cuya finalidad ha dado un importante giro hasta convertirse en un refugio de artesanos y artistas. Peque?as tiendas ¨Cm¨¢s de un centenar¨C donde es posible encontrar talleres de greda, cobre, lana o madera con los productos aut¨®ctonos m¨¢s originales de la ciudad. Id¨®neo para un paseo tranquilo de domingo, los precios, eso s¨ª, no son aptos para todos los bolsillos. Para encontrar art¨ªculos igualmente originales a precios m¨¢s populares, provenientes de todos los rincones de Chile, lo mejor es dirigirse al centro de artesan¨ªa Santa Luc¨ªa, junto al cerro del mismo nombre.
Barrio Italia
Con permiso de Lastarria, el Barrio Italia es el lugar de moda en la capital chilena, pese a que ni es barrio ni nada tiene que ver con dicho pa¨ªs europeo. En realidad hablamos de la calle Italia y algunas de sus v¨ªas circundantes, una zona que en los ¨²ltimos a?os ha vivido un renacer gracias a restauradores, dise?adores y foodies (comidistas o amantes de la comida). Su presencia ha transformado las antiguas casonas de esta avenida en galer¨ªas repletas de vida que conjugan tiendas de dise?o (tanto de ropa como de muebles y decoraci¨®n) con rom¨¢nticos caf¨¦s escondidos en patios interiores y peque?os restaurantes con un toque de cocina de autor. Una zona sorprendente y en auge que merece un paseo en busca de regalos llenos de originalidad. La quintaesencia de la boutique de barrio.
Calles tem¨¢ticas
En el centro de Santiago a¨²n sobreviven calles igualmente curiosas en las que la actividad comercial est¨¢ especializada en un producto concreto. Lejos de considerar a la competencia como un enemigo, estos comercios mantienen al gremio como eje de su oferta coral. No son muchas pero s¨ª resultan curiosas por la monotem¨¢tica concentraci¨®n de productos que exhiben sus comerciantes. Por ejemplo, los amantes de las bicicletas tienen en la avenida San Diego una especie de cuartel general donde es posible adquirir cualquier cosa relacionada con el mundo de las dos ruedas. Algo parecido ocurre con las zapater¨ªas en la c¨¦ntrica avenida Estado o con las ¨®pticas en Mac Iver. Todos los santiaguinos saben que si quieren comprar una l¨¢mpara tienen que vitrinear en la calle Merced. Incluso, si nos podemos t¨¦cnicos, podemos rebuscar repuestos de electrodom¨¦sticos en el peatonal paseo Tenderini, pero eso ya es otra historia.
M¨¢s propuestas para un visita a Santiago de Chile pinchando aqu¨ª
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