Los Cinco Enebros, cerca de las galaxias

Hab¨ªa sido el sue?o de Maite ??igo. Transformar junto a su marido, ?scar Maraver, el chal¨¦ familiar que ambos disfrutaban en La Suiza Espa?ola, cerca del centro de la Administraci¨®n Nacional de la Aeron¨¢utica y del Espacio (NASA) en Robledo de Chavela, en la Sierra Oeste de Madrid, a una hora en coche de la capital.

La urbanizaci¨®n, frecuentada por madrile?os en fines de semana, invitaba al turisteo ocasional de sus acompa?antes, pese al escaso ¨¦xito que esta ?f¨®rmula ¡ªcombinar la hoteler¨ªa y las segundas residencias¡ª hab¨ªa logrado en otros lugares de la Pen¨ªnsula.

Los propietarios han optado por destacar la condici¨®n de hotel del edificio reformado: placa azul con cuatro estrellas a la entrada, m¨²ltiples banderas en la puerta, se?al¨¦tica diversa en el interior¡­ Como si hubiera que explicar que un comedor con mesas y sillas es un restaurante. Quiz¨¢, si hubieran optado por pasar m¨¢s desapercibidos, atraer¨ªan con mejores argumentos a quienes huyen de las convenciones tur¨ªsticas. Pero no.

En su favor cuenta el rigor por la limpieza, que salta a la vista nada m¨¢s franquear el port¨®n de entrada. El jard¨ªn, la terraza, los salones, todo se vuelve delicatessen desde la primera toma de contacto. La casa est¨¢ en el campo y debe permanecer como si estuviese reci¨¦n construida. Maite ??igo es inflexible en esto. Y sus incondicionales se lo aprecian.

Conviene aposentarse enseguida en la habitaci¨®n, donde espera una cafetera Nespresso, revistas de cortes¨ªa, una ropa de cama mimosa, dosis gigantes de cosm¨¦ticos Pascal Morabito, temperatura ambiental elevada y una alta exigencia en el servicio. El lujo se distingue y distingue. A cambio, la sobrecarga decorativa convoca a sus ac¨®litos, seguramente entusiasmados con los cortinajes repollo, los aparadores atiborrados de enseres y el Aranzadi escrupulosamente alineado en una gran estanter¨ªa. Las camas embalsaman el sue?o con un colch¨®n de gran hotel, una lencer¨ªa de alto gramaje y almohadas para todos los gustos. Las zapatillas, siempre a pie de cama. La cobertura, hecha todas las noches.

Cada dormitorio expresa un gusto distinto, cuatro categor¨ªas escalonadas, cuatro tama?os y formas diferenciados. La suite 21 es la m¨¢s amplia, la m¨¢s sensorial, con un cuarto de ba?o, en el que cabr¨ªa otra alcoba completa, presidido por una gran ba?era en el centro y unas vistas subyugantes al campo.

Un agradable jard¨ªn con estanques rodea la casa. Pero tambi¨¦n apetece en d¨ªas soleados pasear fuera de los l¨ªmites de la parcela, all¨¢ donde Robledo de Chavela extiende sus antenas parab¨®licas para vigilar las murallas insondables de nuestra galaxia.

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