Rennes, entramados multicolores
?dolos celtas y cuadros impresionistas en los museos de la capital de Breta?a, donde los estudiantes universitarios animan las calles con su vitalidad mientras crece el gran polo de empresas tecnol¨®gicas
Siempre que hay foll¨®n estudiantil en Francia, Rennes roba pantalla a Par¨ªs en la tele. Y es que la cuarta parte de sus 200.000 vecinos son estudiantes. Es una de las ciudades m¨¢s peque?as del mundo¡ con metro. El aliento universitario no se queda en las aulas: la econom¨ªa local depende en gran parte de la alta tecnolog¨ªa; concentra el segundo parque de empresas tecnol¨®gicas de Francia (detr¨¢s de Par¨ªs) y su tecn¨®polis Rennes Atalante fue pionera en Europa. Ha sido pionera en m¨¢s cosas, por ejemplo, en bicis urbanas compartidas (desde 1998).
Est¨¢ y no est¨¢ lejos de Par¨ªs: apenas un par de horas en TGV (tren alta velocidad), pero la separa de la capital de Francia el t¨ªtulo de capital de Breta?a. No solo es casillero de salida para explorar esa regi¨®n m¨²ltiple y orgullosa; la propia ciudad de Rennes es de por s¨ª un destino apetecible. Gracias sobre todo a la vitalidad que derrocha su ciudadan¨ªa joven; estudiar¨¢n mucho durante el d¨ªa, pero de noche el casco viejo es lo m¨¢s parecido a una macrofiesta. A la que es f¨¢cil apuntarse: ya hay vuelos directos con Madrid (Iberia Express) y con Barcelona (Vueling).
9.00 La ciudad quemada
Hay que empezar diciendo que lo que parece m¨¢s viejo es (o era) lo nuevo. Y que la parte ¡°nueva¡± de ahora ocupa el ombligo de la antigua capital de los celtas redones. Y es que un incendio que dur¨® seis d¨ªas, en 1720, arras¨® la ciudad intramuros. Se libraron los arrabales, gracias al cortafuegos de la muralla; son las casas de entramado de madera que hoy vemos. El n¨²cleo quemado fue rehecho a cuadr¨ªcula, seg¨²n los c¨¢nones dieciochescos. Dos plazas contiguas vertebran esa nueva planta, la plaza del Palacio (1, pinche sobre el n¨²mero para ver el mapa ampliado) y la plaza del Ayuntamiento (2). En la primera, el Parlamento bret¨®n, convertido en palacio de justicia, sufri¨® otro incendio en los disturbios estudiantiles de 1994, pero ya est¨¢ restaurado; se pueden visitar algunas salas nobles. En la otra plaza real, la fachada curva del Ayuntamiento se opone a la de la ?pera, muy inflada por fuera, pero chica por dentro. Las torres de San Salvador y de la catedral nos gu¨ªan hacia otro paisaje urbano.
11.00 Los congresos, en un convento
Un h¨ªbrido entre casas medievales y h?tels o palacios clasicistas. Por ejemplo, en la Rue du Chapitre alternan los entramados multicolores de madera con mansiones de piedra. Como el H?tel de Blossac (3), residencia de los gobernadores de Breta?a (se puede echar un vistazo a patio y escalera). Otras calles pintorescas son la Psalette y Saint-Yves, donde la capilla g¨®tica del santo aloja la oficina de turismo (4). La catedral (5), neocl¨¢sica, es sosota por dentro; apenas unos metros la separan de las llamadas Portes Mordelaises (una, a pesar del plural). Los duques de Breta?a, tras cruzar la puerta, se dirig¨ªan a la catedral a jurar los fueros bretones. La puerta y la parte de muralla que va hasta la torre Duchesne van a ser recuperadas. Es un magno proyecto municipal que incluye un palacio de congresos (en un convento jacobino) y la l¨ªnea 2 de metro; todo para antes de 2019.
12.00 Un eje fluvial
Vamos a dejar por ahora la parte vieja para adentrarnos en las manzanas levantadas tras la hecatombe de 1720, llenas de tiendas elegantes. Llegaremos enseguida a los muelles del r¨ªo Vilaine, eje presidido por un aparatoso Palacio del Comercio; tras muchas dudas, decidieron convertirlo en sede de correos. Avanzando por el Quai Zola encontraremos el Museo de Bellas Artes (6). Renovado, con una colecci¨®n de pintura que incluye algunos maestros antiguos, pero sobre todo modernos (impresionistas, picassos). Tambi¨¦n alberga los tapices modernistas del Parlamento incendiado; mejor dicho, algunos. Porque los tapices que se salvaron de la quema, en 1994, los llevaron a restaurar a un taller de Par¨ªs¡ y el taller se incendi¨®.
13.00 Las cosas del comer
Una pausa para lo que importa, que son las cosas de comer. Si es s¨¢bado, estar¨¢ montado un mercado tentador en la plaza des Lices (7), en torno y dentro de unos pabellones met¨¢licos de 1869, copiados en su dise?o en los nuevos Halles (8) o mercado cubierto (este, diario) al otro lado del r¨ªo. En la plaza de la R¨¦publique, a medio camino entre ambos mercados, la Brasserie de la Paix (9) es un cl¨¢sico para almorzar. Tambi¨¦n pueden servir, sin mucho andar, el Caf¨¦ des Bricoles (17 Quai Pr¨¦valate) o La Taverne de la Marine (2 plaza de Bretagne). Ojo con las crepes bretonas (y con las galettes, que son m¨¢s de por aqu¨ª): las saladas tienen calor¨ªas de men¨² completo. Y las dulces, m¨¢s. Tras el almuerzo, no vendr¨¢ mal un paseo por el jard¨ªn Thabor (10); queda cerca y ocupa los terrenos de una antigua abad¨ªa convertidos en jardines a la francesa, invernaderos, fuentes y oasis relajantes.
16.00 Una historia cruel con pasteles
Nos queda un polo importante por descubrir: Les Champs Libres (11). Ese apodo gen¨¦rico engloba una inmensa explanada (De Gaulle), una gran sala de espect¨¢culos (Le Libert¨¦), un conjunto de multicines y varios edificios de vanguardia; entre ellos, el complejo que aloja una biblioteca de cristal, el nuevo Museo de Breta?a, el Espace des Sciences y el Planetario. El Museo de Breta?a es un lugar imprescindible de la ciudad, un cat¨¢logo razonado del pa¨ªs bret¨®n; desde ¨ªdolos y pedruscos celtas hasta los ¨²ltimos cotilleos de ¨¦pocas recientes. Como el c¨¦lebre caso Dreyfus, que se ventil¨® en el tribunal local. O el del pastelero asesino que fue ejecutado por haber envenenado a siete clientes; luego se supo que en realidad se pudo haber cargado a unos setenta. Algunas pasteler¨ªas han recreado su dulce, quit¨¢ndole, eso s¨ª, los ingredientes m¨¢s indigestos.
20.00 La gran movida
Mientras cae la tarde, otra opci¨®n es perderse por las tiendas elegantes de las calles Ch?teaurenault y Bastard. O pasear por los muelles hasta el Cap Mail (12), nuevo edificio de apartamentos de Jean Nouvel, o la torre Les Horizons (13), de los a?os setenta (primer rascacielos en Francia), en cuyo ¨¢tico se refugi¨® Milan Kundera. Si queremos espect¨¢culo, aparte de la ?pera y el vanguardista TNB (14) (Teatro Nacional Bret¨®n, 1 Rue St. H¨¦lier), la ya citada Libert¨¦ y La Cit¨¦ (15) (10 Rue St. Louis) acogen m¨²sicos actuales. Cenas rom¨¢nticas con clase en la Cr¨ºperie St. Georges (16) (11 Rue du Chapitre); tambi¨¦n recomendables, en la plaza des Lices, Le Carr¨¦ o Le Cours des Lices. Y habremos entrado as¨ª en el mapa propio de la noche de Rennes (17), cuyas coordenadas son la plaza des Lices, la plaza du Champ-Jacquet, plaza St. Michel y plaza Ste. Anne. La peque?a Rue St. Michel (18) es una calle vampiro, solo vive de noche, cuando se convierte en una disco a cielo abierto. Un desmadre et¨ªlico en el que autores ¡°malditos¡± como Genet, C¨¦line o Jack Kerouac, vecinos ocasionales de Rennes, se hubieran sentido muy en su salsa.
{ "active": true, "code": "187103", "elementType": "offerExtension", "id": 19, "name": "RENNES", "service": "tripadvisor" }
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.