El nuevo coraz¨®n de Par¨ªs
La Canop¨¦e de Les Halles, el Museo Picasso y el de Victor Hugo, tres puntos neur¨¢lgicos en Le Marais
Sin duda es el distrito m¨¢s din¨¢mico de Par¨ªs. Antes de que el postureo gay lo pusiera de moda, ya era sede de reclamos culturales de mucho peso, adem¨¢s de galer¨ªas de arte o tiendas elegantes. En eso, el barrio de Le Marais no hace sino acentuar unos rasgos que le caracterizan de antiguo. Desde el siglo XVII fue un territorio aparte, se?orial y s¨®lido, trabado por h?tels (palacetes) que se han conservado en abultado n¨²mero; con sus arcos ampulosos de entrada, sus patios y jardines interiores, sus cercas herm¨¦ticas que dotan a las callejas circundantes de una atm¨®sfera de misterio.
Uno de esos palacetes es el H?tel Sal¨¦, llamado as¨ª por haber albergado en el siglo XVIII negocios vinculados con el comercio de la sal. Desde 1985 ha albergado el Museo Picasso de Par¨ªs. Cerrado durante varios a?os para una reforma en profundidad, en octubre de 2014 abri¨® de nuevo sus puertas al p¨²blico con una respuesta entusiasta: se espera rebasar en breve el mill¨®n de visitantes al a?o. Este a?o ofreci¨® la primera exposici¨®n temporal dedicada a otro espa?ol, Miquel Barcel¨®. Hasta el 31 de julio, la muestra Miquel Barcel¨®. Sol y sombra re¨²ne un centenar de pinturas, esculturas, cer¨¢mica y obra en papel del artista mallorqu¨ªn. Trabajos en los que se trasluce cierta afinidad con los motivos y procesos creativos del genio malague?o, algunas de cuyas obras se incluyen como contrapunto en el discurso expositivo, as¨ª como fotos comparativas de los estudios de ambos artistas.
La reforma cambi¨® el aspecto y distribuci¨®n de los espacios, pero adem¨¢s ha sumado elementos nuevos, como el patio (imprescindible en estos tiempos de colas y medidas de seguridad exhaus?tivas), el jard¨ªn o incluso los desvanes abuhardillados, que se han destinado a la parte m¨¢s ¡°¨ªntima¡± del museo, la que da cobijo a fotos y documentos, as¨ª como a cuadros de colegas de la propia colecci¨®n del pintor (Matisse, C¨¦zanne, Gauguin, Braque, Mir¨®¡).
Investigaci¨®n picassiana
M¨¢s importante que los cambios arquitect¨®nicos ha sido, claro est¨¢, el nuevo concepto muse¨ªstico, la forma de estructurar y dar fluidez a los contenidos, bajo las premisas del nuevo director, Laurent Le Bon. De las m¨¢s de 5.000 piezas que atesora el museo se muestran casi medio millar de forma holgada y coherente. Para ello se trenzan los mimbres cronol¨®gicos con los tem¨¢ticos, dando as¨ª a la visita una sensaci¨®n de fluidez y claridad muy de agradecer. Algo que diferencia a este de Par¨ªs de otros museos Picasso es la colecci¨®n documental. Picasso dej¨® al morir unos 200.000 documentos que han venido a parar al museo y que, dado su volumen e importancia, est¨¢n destinados a un futuro centro de investigaci¨®n picassiana. Algunos de esos papeles pueden verse en los desvanes: notas y poemas manuscritos, manifiestos, fotos, agendas de direcciones o libretas ¨ªntimas¡ El presidente Hollande, al inaugurar las nuevas instalaciones, resumi¨® bastante bien la sensaci¨®n con que los visitantes vuelven a la calle: ¡°Uno sale de este museo siendo m¨¢s inteligente que cuando entr¨®¡±.
En la plaza de los Vosgos
Menos colas (a pesar de ser gratuito) para la casa-museo de Victor Hugo, a pocos pasos del Museo Picasso. Se trata esta vez del H?tel de Rohan-Gu¨¦m¨¦n¨¦e, camuflado en un ¨¢ngulo de la plaza de los Vosgos (antigua Place Royale), una de las m¨¢s bellas y armoniosas de Par¨ªs. All¨ª alquil¨® Victor Hugo un apartamento de 280 metros cuadrados, por una renta anual de 1.500 francos. Se lo pod¨ªa permitir. Cumplidos los 30 a?os, ya hab¨ªa conocido el ¨¦xito de Hernani y Notre-Dame de Paris; as¨ª que all¨ª se instal¨® con su esposa, Ad¨¨le, y sus cuatro hijos, y all¨ª comenz¨® a escribir algunas de sus p¨¢ginas m¨¢s c¨¦lebres, como Los miserables. Ocup¨® el piso 16 a?os, pues luego se meti¨® en pol¨ªtica, y eso le llev¨® al exilio, del que regresar¨ªa, ya viudo, 20 a?os despu¨¦s.
Para los espa?oles que visitan Par¨ªs, esta casa deber¨ªa ser cita obligada. Victor Hugo vivi¨® de peque?o en Espa?a (su padre fue gobernador, en 1812, de Jos¨¦?I, Pepe Botella) y volvi¨® a la Pen¨ªnsula en alguna ocasi¨®n. Pero, sobre todo, mostr¨® una enorme curiosidad por lo espa?ol, y as¨ª lo reflej¨® en algunas de sus obras m¨¢s celebradas, como la exitosa Hernani, Ruy Blas o Torquemada. Al inter¨¦s de poder sorprender la intimidad del escritor se suma el hecho de que una de las plantas del edificio se destina a exposiciones temporales, sobre aspectos de alg¨²n modo relacionados con su obra o con su figura.
La gran cubierta
Gu¨ªa
Informaci¨®n
- La Canop¨¦e-Les Halles
- Museo Picasso de Par¨ªs (5 Rue de Thorigny). Entrada, 12,50 euros.
- Casa-museo de Victor Hugo (Plaza de los Vosgos, 6). Entrada gratuita; entre 5 y 7 euros las exposiciones temporales.
Y en el coraz¨®n mismo del barrio, en abril se inaugur¨® lo que sin duda est¨¢ destinado a convertirse en nuevo icono de la capital: la Canop¨¦e, del arquitecto Patrick Berger. Un proyecto como la copa de un pino. Y valga la expresi¨®n, porque la palabra canop¨¦e (sin equivalente exacto en espa?ol) designa la copa o cubierta vegetal de un bosque. Y eso es exactamente la inmensa plancha de cristal que como una hoja trasl¨²cida se confundir¨¢ con la cima de los ¨¢rboles para cubrir el patio o ¨¢gora de Les Halles, el antiguo mercado central que Balzac llam¨® ¡°el vientre de Par¨ªs¡± (la gente joven puede hacerse una idea de c¨®mo era en la pel¨ªcula de Willy Wilder Irma la dulce, con un sufrido Jack Lemmon cargando bueyes a sus espaldas). En el trou (agujero) que dej¨® su demolici¨®n ha funcionado hasta ahora el Forum des Halles, como una especie de complemento al contiguo Centro Pompidou. Ahora todo cambia. La Canop¨¦e se apoya por sus bordes en nuevos edificios que albergan biblioteca, conservatorio de m¨²sica, salas de deporte y otras instalaciones culturales o de ocio. El protagonista es sin duda el patio (sic), rodeado de tiendas, cines, caf¨¦s, un laberinto de escaleras mec¨¢nicas y seis puertas de acceso. Cubierto todo por esa hoja inmensa de cristal con nervaduras de acero que va a ser el icono parisiense de los nuevos tiempos.
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