La nueva estrella del senderismo
Nueve kil¨®metros de puentes, caminos y escaleras junto al r¨ªo Paiva, al noroeste de Portugal
Los primeros 100 escalones desaniman a cualquiera. La web de las pasarelas del r¨ªo Paiva dec¨ªa ¡°recorrido f¨¢cil¡± y recomendaba comenzar por aqu¨ª, por Areinho, y no por Espiunca, pero unas escaleras interminables dejan sin aliento nada m¨¢s comenzar. Hay que salvar un desnivel de 200 metros y, por eso, mejor que sea al inicio de la excursi¨®n, con las fuerzas ¨ªntegras, que al final de ella, despu¨¦s de casi nueve kil¨®metros.
Es la ¨²nica dificultad del recorrido y adem¨¢s con premio al final de la subida. No se sabe qu¨¦ es m¨¢s impresionante, la garganta que ha ido abriendo el r¨ªo durante millones del a?o o la vista cenital de la serpenteante escalera de madera que se le ocurri¨® a la alcald¨ªa de Arouca, y que ha puesto a esta regi¨®n en el mapa del senderismo.
El ¨¦xito de las pasarelas de madera, obra del equipo Trim¨¦trica, ha sido inmediato. Abrieron el pasado verano y la media diaria fue de 7.000 senderistas. En septiembre, un incendio quem¨® 500 metros de camino y pel¨® las laderas de eucaliptos en las proximidades de Espiunca, un extremo de la ruta. Ya est¨¢ reconstruido, pero en la nueva temporada se han adoptado ciertas limitaciones: no se admiten m¨¢s de 3.500 excursionistas al d¨ªa y la entrada ha dejado de ser libre. El precio, un euro, a pocos va a disuadir, aunque s¨ª el m¨¦todo: solo se compra por Internet con reserva previa.
El mirador es ¨²nico, con el zigzag del r¨ªo y el zigzag de los pasillos de madera que, desde arriba, llegar¨¢n al nivel del cauce en tan abrupto descenso como fue el ascenso. All¨ª solo existen el r¨ªo y el excursionista (entre semana casi se puede hacer la ruta en solitario). Robles y eucaliptos esconden cualquier vestigio de civilizaci¨®n. No se ven coches, no hay ladrillo, vuelan borboletas (s¨ª, las mariposas a¨²n existen) y se cruzan caracoles ajenos a cualquier peligro. Los ¨²nicos sonidos son los de los p¨¢jaros y el del agua, cada vez m¨¢s fuerte, lo que anuncia una zona de r¨¢pidos que, durante el invierno, atrae a los aficionados al rafting. Ahora no baja tanta agua y su mansedumbre forma una playa natural en Vau, casi a mitad de recorrido. Algunos j¨®venes hacen p¨ªcnic de bocata, aunque, afortunadamente, ni aqu¨ª ni en parte alguna del recorrido hay restaurantes, bares o cualquier cosa que se le parezca; quien quiera beber o comer algo deber¨¢ llevarlo consigo o aguantar hasta el final de la ruta. El agua est¨¢ fr¨ªa, transparente, y el peque?o arenal anima al relax. Poco despu¨¦s, el r¨ªo ensancha y un puente colgante une ambas riberas, m¨¢s para la curiosidad o la aventura que por efectos pr¨¢cticos; la pasarela siempre va por la margen izquierda del cauce.
Piscinas naturales
El recorrido ya es totalmente plano, pero no aburrido, pues a veces el camino de madera cuelga en el aire y en otras se incrusta en la roca, integrado perfectamente en la naturaleza. Surgen las cataratas de Aguieiras, peque?as piscinas naturales y cabras que triscan lo que pueden en las hierbas de las orillas y que nos advierten de que la excursi¨®n toca a su fin.
Son dos horas y media de caminata para todos los p¨²blicos, entre subes y bajas, paradas para selfies y la contemplaci¨®n del paisaje, en este orden. Los m¨¢s osados completan el camino de ida y vuelta; los menos, toman en la meta un taxi que les llevar¨¢ hasta donde dejaron el coche, bien en Areinho, bien en Espiunca.
El invento de las pasarelas del Paiva ¡ªpara las cuales se han utilizado 2.000 metros c¨²bicos de madera¡ª ha cambiado la econom¨ªa del lugar, escondido en el noroeste de Portugal, no muy lejos de todo, pero cerca de nada. Artur es uno de los taxistas que espera al final del camino. ¡°Hago unos cinco viajes al d¨ªa; es cierto que hay m¨¢s trabajo, pero tambi¨¦n m¨¢s taxis. Los fines de semana nos juntamos hasta 15 de todos los pueblos de alrededor. Esto est¨¢ cambiando la vida de las aldeas. Habr¨¢ que ensanchar la carretera¡±.
Gu¨ªa
C¨®mo llegar
Informaci¨®n
? Las pasarelas del Paiva se encuentran en el municipio de Arouca, en el noroeste de Portugal, a 156 kil¨®metros de Vigo y 348 de Salamanca. El acceso se realiza por los dos extremos: Espiunca o Areinho, cada cual con su zona de parking, servicios y playa fluvial.
? Comprar el billete de entrada con antelaci¨®n en Internet cuesta un euro. Se han limitado las visitas diarias a 3.500 personas. Se recomienda empezar la ruta por Areinho por la fuerte pendiente que hay que salvar.
? Taxis: el traslado de una punta a otra del recorrido cuesta unos 13 euros.
? Comida: solo hay puestos de agua y comida al inicio y al final de la ruta. Se puede realizar p¨ªcnic en las playas fluviales.
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