Gamba roja, martini seco
Jornada en el mar a bordo de un barco de pesca o buceando en las islas Formigues. La playa de Castell, una de las mejores de la Costa Brava. Una bodega soterrada bajo el vi?edo y un c¨®ctel en el bar favorito de Truman Capote
A 15 kil¨®metros al este de Palam¨®s, la localidad gerundense de 18.000 habitantes, hay un ca?¨®n m¨¢s hondo que el valle m¨¢s profundo del Pirineo, una garganta abismal que no ha sido hollada jam¨¢s y que esconde un tesoro. No es una leyenda. Es el ca?¨®n submarino de la Fonera, el hogar de la gamba roja o Aristeus antennatus, una delicia escasa y esquiva que se captura con artes casi de magia, arrastrando las redes a 700 metros de profundidad, y que, por eso mismo, se vende a precios de escalofr¨ªo: m¨¢s de 100 euros el kilo. Comerse una docena de gambas rojas a la plancha en una terraza con vistas al mar est¨¢ genial, desde luego, pero el viajero aut¨¦ntico quiere m¨¢s: quiere pescarlas ¨¦l mismo.
06.30 Pesca real o virtual
Para acompa?ar a los pescadores de gambas de Palam¨®s hay que levantarse antes que el sol, abonar 88 euros y echar todo el d¨ªa en el mar. Solo para mayores de 16 a?os. Los detalles, en www.pescaturismepalamos.org. Otra forma de acercarse a la pesca es la que ofrece el barco Bonomar (1). No hay ni que salir de puerto: solo visitar el arrastrero con unas gafas de realidad virtual. Incluye degustaci¨®n de gambas y cuesta 22 euros.
09.00 A pie hasta cala Estreta
Tambi¨¦n hay que madrugar (pero menos) para andar con la fresca por el camino de ronda costero que lleva hasta la agreste cala Estreta (2). Son tres horas y media (vuelta incluida), pasando por rincones como cala S¡¯Alguer (la postal de la Costa Brava, con sus casitas de pescadores) o la playa de Castell, que atesora en su entorno un poblado ib¨¦rico y la loca barraca de Dal¨ª. Justo a naciente de cala Estreta rasgan el mar las islas Formigues (3), que son el mejor lugar de la costa palamosina para bucear, junto con el pecio Boreas, un remolcador alem¨¢n de la Segunda Guerra Mundial al que trincaron en 1985 con 600 kilos de hach¨ªs y ahora cr¨ªa congrios y gorgonias a 30 metros de profundidad. H2O, Nautilus, Anemone y Palam¨®s Dive Center organizan las inmersiones.
12.00 Enoturismo en las Gavarres
Otra apetecible senda es la que recorre en un par de horas el valle de Bell-lloc, en las Gavarres, una serrezuela litoral poblada de alcornoques y vi?edos que produce, con feliz autosuficiencia, vinos de la DO Empord¨¤ y corcho para taponarlos. Tres bodegas abren sus puertas a los curiosos: Can Sais (4), Mas Pag¨¨s (5) y Bell-lloc (6). Esta ¨²ltima, dise?ada por RCR Arquitectes, es un ejercicio de minimalismo extremo, poco m¨¢s que una galer¨ªa de acero corten soterrada bajo el vi?edo. All¨¢ abajo no se tiene la sensaci¨®n de estar en mitad del campo, sino en las tripas de un mercante naufragado con un cargamento de valiosas botellas. Por cierto, que el acero se trajo de un desguace de barcos en Bangladesh. Adem¨¢s de vino y otros productos ecol¨®gicos (miel, mermelada, queso¡), se elabora un aceite ¨®ptimo de picual. Y se ofrece hospedaje en la antigua mas¨ªa.
14.00 Una taberna literaria
A la plancha, en carpaccio, en croquetas¡ La gamba roja est¨¢ rica de muchas formas, pero m¨¢s en el tartar que hacen con ella en Mas dels Arcs (7). No hace falta decir cu¨¢l es la especialidad de La Gamba (8), un restaurante de toda la vida con vistas a la bah¨ªa de Palam¨®s y sala decimon¨®nica construida por la compa?¨ªa Eiffel, id¨®neo tambi¨¦n para comer un suquet o cualquier plato marinero. Si se quiere algo m¨¢s modernete, se ir¨¢ a La Menta (9). Tampoco es barato. Y si se busca un precio m¨¢s ajustado, al Celler de la Planassa (10) o a Maria de Cadaqu¨¦s (11). Esta taberna de pescadores es famosa porque fue frecuentada por Truman Capote durante los dos a?os (1960-1962) que estuvo en Palam¨®s escribiendo A sangre fr¨ªa. La zarzuela de pescado era su plato favorito.
17.00 Clase de cocina marinera
Hora punta en el puerto. Regresan los barcos, se celebra la subasta en la lonja (hay un mirador acristalado para el p¨²blico) y abren los puestos del Mercat del Peix. Compra recomendada: el at¨²n en aceite de Peixos El Bomba. ?Fin¨ªsimo, oiga! Tambi¨¦n en el puerto est¨¢ el Museu de la Pesca (12), que cuenta con una muy cuidada exposici¨®n, varias embarcaciones visitables y un aula gastron¨®mica, el Espai del Peix, donde se hacen cursos, talleres, show-cooking y degustaciones de platos marineros. Los viernes y los s¨¢bados se aprende y se cena por 20 euros.
20.00 Observatorios del atardecer
Dec¨ªa Josep Pla que Palam¨®s ten¨ªa tres cosas ¨²nicas: ¡°La luz, la bah¨ªa y las puestas de sol vistas desde el faro (13) o desde la plaza del Casino¡± (la actual plaza Murada). A estos dos observatorios de atardeceres habr¨ªa que a?adir un tercero: la punta del muelle nuevo. Otro buen mirador (pero este mejor para ver amanecer, porque est¨¢ orientado al este) es el parque del Convento de los Agustinos (14), en el barrio del Pedr¨®, la parte m¨¢s alta de la villa. Aqu¨ª adem¨¢s se contemplan los melanc¨®licos restos del convento hom¨®nimo, que tras ser abandonado por los frailes en 1835 fue f¨¢brica de corcho.
21.00 Tr¨ªas, el hotel de las estrellas
En la plaza Murada (15) hay dos lugares interesantes de tapeo: El Casino y Txoco Donostiarra. Y en el Carrer de la Roda (16), otros dos: Can Nicanor (en el n¨²mero 14) y Santiam¨¦n (en el 22). Se puede continuar tomando un dry martini en el Ruark Bar del Hotel Tr¨ªas?(17), como le gustaba hacer a Capote. Y se puede acabar bailoteando hasta las tantas en La Plata (18) (Plaza Sant Pere, 9-11), como hace todo el mundo. Luego, a la cama. Al citado hotel Tr¨ªas, donde adem¨¢s de Capote se alojaron Ava Gardner y David Niven, o a La Malcontenta (19), una antigua mas¨ªa fortificada en la vecindad de la playa de Castell, uno de los arenales m¨¢s genuinos de la Costa Brava.
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