Leipzig, la ciudad de Bach, Goethe y Leibniz
Un concierto de ¨®rgano, el restaurante donde se gest¨® el ¡®Fausto¡¯, un museo que relata la historia de Alemania y la antigua calle de los peleteros
Leipzig es, con m¨¢s de medio mill¨®n de habitantes, la ciudad m¨¢s populosa de Sajonia. Si hablamos de m¨²sica, Leizpig se asocia a los nombres de Bach, Mendelssohn, Wagner¡ El joven Goethe forj¨® aqu¨ª su Fausto y, por consiguiente, a Mefist¨®feles. Un maduro Lenin dirigi¨® Iskra (chispa), una revista que no fue tan fugaz. Sin olvidar a Gottfried Wilhelm Leibniz, el fil¨®sofo y matem¨¢tico que vio la luz aqu¨ª en 1646. Pese a su vertiente racionalista, Leibniz no se libr¨® de inspirar el personaje de Pangloss en el C¨¢ndido volteriano y su muletilla de que este es el mejor de los mundos posibles. Una iron¨ªa autocumplida con las destrucciones y reconstrucciones que se han cebado con esta ilustre ciudad alemana.
9.30 Homenaje musical
Ver en la Thomaskirche (1), la iglesia de Santo Tom¨¢s, la tumba de Bach, fallecido en 1750, puede coincidir con escuchar un coro que canta alguna de sus obras. Bach fue Thomaskantor, director de un coro que todav¨ªa da lustre a la ciudad y homenajea la inspiraci¨®n impagable del autor de una catarata de m¨²sica que nunca decae. Hasta Pasolini emple¨® la Pasi¨®n seg¨²n san Mateo de Bach en su pel¨ªcula El Evangelio seg¨²n Mateo.
Justo enfrente de la Thomaskirche, el Museo de Bach (2) (8 euros) se ubica en un palacio. No perteneci¨® al compositor, siempre lejos de la riqueza que le hubiese tranquilizado de cara a su prole. Fue la residencia de su amigo el comerciante Georg Heinrich Bose y tiene un jard¨ªn casi zen donde meditar si el tiempo no lo impide. Dentro, aparte de instrumentos, partituras y grabados, ponen mullidos sillones y cascos en una sala ¨®ptima para navegar entre decenas de obras de Bach y o¨ªr grabaciones que rozan la perfecci¨®n.
11.00 Explorando la calle Br¨¹hl
Leipzig fue siempre rica, primero en materia gris y luego en materia econ¨®mica. Fue y es centro universitario, sede de grandes editoriales y antiguamente de peleteros. La calle Br¨¹hl (3) constituy¨® el centro de la peleter¨ªa alemana y hasta europea. Los jud¨ªos regentaban un millar de negocios de pieles hasta que en 1933 fueron expoliados y muchos de ellos masacrados. La calle Br¨¹hl, en el coraz¨®n de la ciudad vieja, tiene casonas y pasajes sobrevividos, y un curioso edificio de aluminio sin ventanas hecho en la posguerra. Tambi¨¦n fue demolida la casa del n¨²mero 3, donde naci¨® Wagner. Una placa recuerda que ese sitio fue conocido como ¡°Al le¨®n rojo y blanco¡± (¡°Zum roten und weissen L?wen¡±).
12.00 Una escuela de 1511
Siempre en el casco antiguo se conserva el edificio de la Alte Nikolai?schule (4), de 1511, la escuela municipal m¨¢s antigua de Alemania. Aqu¨ª estudiaron desde Leibniz hasta Wagner. Se puede visitar una exposici¨®n sobre el Wagner joven, am¨¦n de la Fundaci¨®n Cultural de Leipzig y el Museo de Antig¨¹edades. A unos pasos est¨¢ la iglesia de San Nicol¨¢s (5) (Nikolaikirche), que apabulla con sus bosques de palmeras de m¨¢rmol blanco, como si fuese una incrustaci¨®n on¨ªrica de un oasis 5 en plena Sajonia. Y la m¨²sica de fondo puede ser de Bach.
13.00 Concentrado de historia
Al lado de la antigua plaza ?Neumarkt (Mercado Nuevo) abre un museo singular (6) desde casi todos los puntos de vista, el Zeitgeschichtliches Forum (entrada gratuita), el f¨®rum de la historia. Su ambici¨®n es condensar la ajetreada historia reciente de Alemania. Una colecci¨®n de 2.500 objetos, aparte de fotos y carteles, traza un recorrido por periodos tan antag¨®nicos como el nazismo y el comunismo, y tambi¨¦n la reciente democracia. Pero no deja de asombrar la estatua de la entrada, El paso del siglo, bronce de dos metros y medio de altura, obra de Wolfgang Mattheuer. Representa a un hombre dando un gran paso hacia delante, pero con uno de sus brazos hace el saludo nazi y con el otro cierra el pu?o. Seg¨²n el artista, es un s¨ªmbolo pol¨¦mico del siglo XX, pero superable por su sentido de futuro.
14.00 Cita con Mefist¨®feles
No puede ser m¨¢s evocador un plato de ciervo en una cueva iluminada de forma tan tenue que m¨¢s vale llevar linterna para leer la carta. El restaurante Auerbachs Keller (7) (Grimmaische Strasse, 2-4) se enorgullece de que Goethe estuvo aqu¨ª. Dicen que aqu¨ª recibi¨® inspiraci¨®n para su Fausto. Por eso dan espect¨¢culos en los que, aparte del caf¨¦ con tarta, se escuchan fragmentos del libro de Goethe y un actor hace de Mefist¨®feles, el diablo que quiere vender, entre otras cosas, juventud y egolatr¨ªa.
16.00 Caf¨¦ ar¨¢bigo
Para tomar caf¨¦, el sitio que no falla desde su construcci¨®n en 1718 es Zum Arabischen Coffe Baum (8) (El ?rbol del Caf¨¦ ?rabe). La fachada intriga con un relieve de un turco que apoya su mano en una cafetera y tiende una taza a un angelote, aunque algunos creen que es al rev¨¦s. Por este establecimiento pasaron desde el fil¨®sofo iluminista Lessing hasta una pl¨¦tora de m¨²sicos: Schumann, Mendelssohn, Wagner¡ No falta un peque?o museo del caf¨¦ en la parte superior.
18.00 El centro neur¨¢lgico
Augustusplatz (9) es la mayor plaza de la ciudad, y pocas urbes alemanas tienen una de este tama?o. Constituye un centro neur¨¢lgico urbano con la estaci¨®n central (10), jardines y el moderno campus universitario en uno de sus costados. Aunque la Universidad de Leipzig (11) fue fundada en 1409, este espacio fue reordenado en 1968 con una arquitectura vanguardista que borr¨® las huellas de los antiguos edificios burgueses. Aqu¨ª dio clases Werner Heisenberg, quien contribuy¨® decisivamente a los hallazgos de la f¨ªsica cu¨¢ntica (y sus derivaciones at¨®micas).
20.00 Un ¨®rgano de 6.638 tubos
Ser¨ªa dif¨ªcil no coincidir con alg¨²n concierto en la Gewandhaus (12), el auditorio reinaugurado en 1981 y considerado el primer palacio musical de la antigua RDA. En realidad era el tercer auditorio de Leipzig desde 1781. Las bombas estadounidenses acabaron con el segundo, el que fue construido por Gropius. Impresiona la amplitud del actual aforo, en forma de anfiteatro, para casi 2.000 personas. Y el ¨®rgano de 6.638 tubos, una especie de catedral, que lleva una frase latina en grandes letras para que la lea el p¨²blico: ¡°Res severa verum gaudium¡±. La verdadera alegr¨ªa es una cosa seria. En Leipzig, al menos.
Luis Pancorbo es autor de Al sur del Mar Rojo. Viajes y azares por Yibuti, Somalilandia y Eritrea (Almuzara)
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