Asador Astillero, un fest¨ªn de rodaballos salvajes

A pesar de que los hermanos Pedro y Sebasti¨¢n Lazkano regentan este asador desde hace 47 a?os, tradicionalmente ha quedado relegado a un segundo plano ante el renombre de otros de tanta fama como Elkano o Kaia-Kaipe. Su comedor, r¨²stico, bullicioso, con cocina y parrillas a la vista, servicio acelerado y sillas inc¨®modas, ocupa el primer piso de una antigua casona sobre la primera l¨ªnea del puerto de Getaria. Un lugar donde se bordan algunas de las especialidades que tanta fama han dado a este enclave pesquero. En todos los casos, con precios m¨¢s que razonables en relaci¨®n con la calidad de sus pescados y mariscos, un lugar poco frecuente, bueno y barato. Una de esas pistas que no pasan inadvertidas a conocedores y expertos.

A primera vista, la carta, escueta, en la que abundan productos que se tarifan al peso, resulta menos estimulante de lo que aparece en los platos. Da lo mismo compartir su pastel de merluza, muy suave, semejante al del restaurante Astelena de San Sebasti¨¢n, en el que a?os atr¨¢s se inspir¨® Arzak para crear su famoso pastel de cabracho, que disfrutar con su conserva de bonito en aceite de oliva, de las almejas a la plancha o de su salpic¨®n de bogavante.

Recetas sencillas de punto impecable en las que se aprecia el respeto por las materias primas. Son agradables las colas de cigalitas rebozadas, magn¨ªficas sus ostras y memorables las cocochas, de rebozo liviano.

Pero los verdaderos hitos de esta casa se centran en sus pescados a la parrilla (rape, besugo, lenguado) y, sobre todo, en los rodaballos salvajes o los cogotes de merluza, ba?ados por el cl¨¢sico refrito de aceite, guindilla y ajos. Piezas extraordinariamente jugosas, todas en saz¨®n, cuyo ali?o, nada agresivo y con la acidez medida, no enmascara el sabor de los pescados. Conviene saber adem¨¢s que resulta ?in¨²til acercarse a esta casa pensando en disfrutar de especies concretas, del bonito o de los chipirones (en su tinta o Pelayo) cuando a¨²n no han comenzado sus respectivas temporadas.

Al final aguardan postres de corte casero que incluyen las tartas de manzana y de queso, ambas recomendables; la desmesurada copa compuesta de la casa, o la panchineta, aut¨¦ntica perdici¨®n golosa.

En la lista de vinos, aceptable para el lugar y su tipo de cocina, no falta el mejor chacol¨ª de Getaria. Al reservar, paso imprescindible, conviene solicitar alguna de las mesas situadas en su galer¨ªa exterior junto a la cristalera, con vistas a la bah¨ªa y, eventualmente, al ajetreo de los barcos.