Petit Palace Santa B¨¢rbara, la frescura vegetal de Teresa Sapey

Nadie imaginar¨ªa un patio escultura, un patio platea, un patio jard¨ªn, un patio comedor, un patio de butacas o un patio monipodio en el vientre m¨¢s castizo de Madrid. Nadie, salvo la arquitecta italoespa?ola Teresa Sapey, autora de la remodelaci¨®n del garaje en el hotel Puerta Am¨¦rica, y que ahora repite interiorismo en el madrile?¨ªsimo barrio de Chamber¨ª. Qui¨¦n iba a imaginarse, s¨ª, que el embri¨®n plebeyo del antiguo palacio de los marqueses de Quintanar resucitar¨ªa como un or¨¢cu?lo urbano del sesteo o la restauraci¨®n de altura a cargo del chef peruano Javier Casta?eda.

Salvado el peque?o trecho de la recepci¨®n, que es un mostrador transversal al paso de los hu¨¦spedes, no hay un minuto que perder en el disfrute de este claustro anest¨¦sico. Ideal para congraciarse con el entorno de la plaza de Santa B¨¢rbara si se ha venido motorizado. Hay que depositar el coche en un aparcamiento pr¨®ximo situado a 10 minutos del hotel. Luego todo se vuelve amable.

Tan pronunciado es el estilo de Sapey en los espacios, las circulaciones, el mobiliario de dise?o italiano, que los dormitorios producen rechazo al recorrer de abajo arriba el edificio. No porque sean inc¨®modos o hayan quedado obsoletos, sino porque pervierten la realidad m¨¢gica creada por la interiorista en toda la dimensi¨®n est¨¦tica del patio central. Arriba se pierde todo onirismo subversivo, pese a que el material de acogida (los colchones, las s¨¢banas, los aparadores, los cosm¨¦ticos de ba?o) es relativamente nuevo. Ninguna huella de la rafia que cubre el techo del chiringuito anexo al comedor. Ni rastro de los pufs o los taburetes polivin¨ªlicos que acompa?an a los pilares arbustivos de la terraza.

En su descargo, la variedad habitacional de este nunca mejor llamado peque?o palacio es tan notoria que acoge indistintamente a solitarios hombres de negocios, parejas en escapada urbana ¡ªcon vistas o sin vistas a la plaza¡ª y familias o grupos de amigos que buscan literas para compartir. Para ellos se han habilitado dormitorios de seis plazas que desaf¨ªan el manierismo puritano de los reglamentos tur¨ªsticos. Aqu¨ª, la nueva regla es sentir y dejar sentir, vivir una experiencia sin causa, pero con el efecto siempre v¨ªvido del recuerdo.

Al salir convergen en el mismo patio de entrada el deseo de que pronto se haga viral el estilo Sapey en todo el hotel.