Guadalajara, hayas y rom¨¢nico
De Atienza al hayedo de Tejera Negra, una maravillosa ruta de pueblos y bosques
Incendios en el hayedo de Tejera Negra ha habido muchos. Pero a esta reliquia bot¨¢nica que subsiste en la sierra guadalajare?a de Ayll¨®n contraviniendo cierta l¨®gica de la naturaleza no la diezm¨® el fuego, sino el hacha. Lo que ahora es un parque natural orgullo del medioambiente castellanomanchego, no son m¨¢s que las migajas de lo que en su d¨ªa fue un gran negocio de madera y carb¨®n. Los m¨¢s viejos de Cantalojas, de Majaelrayo o de Galbe de Sorbe recuerdan haber trabajado en la tala de hayas para hacer combustible, igual que casi todos recuerdan el empe?o de los lumbreras forestales de la ¨¦poca en cambiar el hayedo por pinar. ¡°Solo se salvaron las del barranco del Para¨ªso, que era el m¨¢s inaccesible; por eso las hay con m¨¢s de cien a?os de antiguedad¡±, cuenta un parroquiano de Cantalojas, un pueblo sobrio y sereno, como manda la tradici¨®n castellana, a pocos kil¨®metros de la entrada al parque. ¡°El resto son rebrotes de las que talaron¡±.
El parque natural del Hayedo de Tejera Negra suele ser final de ruta para los viajeros iniciados que se interna por esta comarca poco conocida de la serran¨ªa de Guadalajara. El inicio obligado es Atienza, en parte porque es la capital de la comarca, en parte porque queda cerca de la carretera nacional que une Guadalajara con Soria, pero sobre todo porque la estampa funambulista de su castillo, encaramado de manera irreal sobre una roca, hace frenar al m¨¢s ap¨¢tico, dar media vuelta y entrar por la simple curiosidad de comprobrar si es cierto lo que ven los ojos. Sinceramente, no s¨¦ c¨®mo no se ha rodado tambi¨¦n aqu¨ª Juego de Tronos.
De Atienza dijo P¨¦rez Gald¨®s que ten¨ªa ¡°casas feas y caducas, rodeadas de misterio vivo; sus calles irregulares invitan al sonanbulismo¡±. Quiz¨¢ don Benito se pas¨® un poco en lo de feas y caducas, pero dio en la diana en lo del misterio. El misterio de c¨®mo ha conservado tantos y tan notables monumentos la capital de una comarca en la que a todas luces, cualquier tiempo pasado fue mejor. De c¨®mo una villa ahora perdida en la estepa castellana, mantuvo abiertas en su ¨¦poca gloriosa ¡ªnos remontamos a Alfonso VIII¡ª una docena de iglesias, a cual m¨¢s espl¨¦ndida y cargada de tesoros. Basta caminar desde la plaza del Ayuntamiento por la puerta de Arrebatacapas ¡ªque no es sino un arco apuntado abierto en la vieja muralla¡ª y plantarse en la plaza del Trigo, acordonada por casa se?oriales voladas sobre soportales, para tomar conciencia de lo que Atienza fue y ya no es.
Villacadima
Pero si en Atienza el paso ¡ªy el peso¡ª de los a?os ha disminuido al m¨ªnimo el ritmo vital, en el resto de pueblos y aldeas de la comarca lo ha hecho m¨¢s. En Villacadima, por ejemplo, un cat¨¢logo de viviendas en ruinas comidas por la hiedra acompa?an a la vieja iglesia, una de las construcciones emblem¨¢ticas de esta ruta que ha dado en denominarse del rom¨¢nico castellano. En Campis¨¢balos, otro pueblo que pese a tener cierta poblaci¨®n fija necesita que llegue el verano y los veraneantes para que el pulso se desparrame de nuevo por las calles, los canteros medievales tallaron en la fachada de San Galindo un bello calendario en relieve donde est¨¢n representadas 12 escenas campesinas relativas a las labores m¨¢s caracter¨ªsticas de cada uno de los meses.
Aunque si se les pregunta, lo que los lugare?os destacan de su pueblo m¨¢s que el rom¨¢nico es el fr¨ªo endiablado que hace ¡ªCampis¨¢balos es uno de los lugares m¨¢s altos de la provincia¡ª y el estruendo que se arm¨® cuando cay¨®, en 1910, el badajo de la campana y abri¨® un boquete en el suelo. M¨¢s alla queda Somolinos que como no tiene iglesia a destacar, se qued¨® en el reparto con una graciosa laguna que forma el r¨ªo del Manadero entre carrizales y choperas, muy cerca de su nacimiento. Una nota h¨²meda y fresca a esta ruta ¨¢spera por el coraz¨®n de roble de Castilla. Que todo no van a ser piedras.
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