Laberintos de carb¨®n en Teruel

Raro es el invierno que en la localidad turolense de Andorra no aparece un coche con esqu¨ªs en la baca y su conductor preguntando si queda mucho para llegar a las pistas. ?Mucho? ?Nooo! Solo un poquico: 300 kil¨®metros. Otro que se ha dejado llevar alegremente por el navegador GPS y, en vez de arribar a la blanca Andorra, la del Pirineo, ha acabado en la negra Andorra, la de las minas de carb¨®n del norte de Teruel, donde lo m¨¢s parecido que hay a un remonte es el castillete met¨¢lico del pozo de San Juan.

La verdad es que, salvo esquiadores despistados, apenas se ven turistas en la zona. Quiz¨¢ la raz¨®n sea que sus dos mayores atractivos no se encuentran a la vista, sino escondidos bajo tierra: laberintos de carb¨®n y pinturas rupestres. Si hizo falta una plataforma ciudadana para reivindicar hace unos a?os que Teruel s¨ª existe, el norte subterr¨¢neo de Teruel ya no digamos. Para la poblaci¨®n local, diezmada y empobrecida por la crisis de la miner¨ªa, que busca en el turismo una fuente alternativa de ingresos, la invisibilidad es un grave problema. En cambio, para el viajero que anhela destinos intactos, o no demasiado manoseados, esto es una mina. Y nunca mejor dicho.

El eje vertebrador de estas tierras es el r¨ªo Mart¨ªn, que las recorre de sur a norte a lo largo de casi cien kil¨®metros y nos va a servir de gu¨ªa para descubrir sus tesoros ocultos. Cerca de su nacimiento, en la umbr¨ªa de la sierra de San Just, se halla la antigua mina Se Ver¨¢ (en activo hasta 1968), hoy Museo Minero de Escucha, el ¨²nico de Espa?a que permite visitar un tajo natural de carb¨®n. Equipados como aut¨¦nticos mineros (con casco, linterna frontal y autorrescatador para poder inhalar ox¨ªgeno en caso de incendio o acumulaci¨®n de gas), los visitantes bajan en carros que se deslizan por una fuerte pendiente hasta una profundidad de 200 metros, donde les espera un recorrido de un hora por galer¨ªas claustrof¨®bicas, algunas de ellas apuntaladas a la vieja usanza, con troncos. Aunque para claustrof¨®bico (y peligroso), lo que hac¨ªan algunos mineros con tal de ahorrarse las colas que se formaban para salir del pozo en los carros al final de cada turno: subir acostados en la cinta transportadora de mineral.

En Utrillas se ha recuperado el ferrocarril minero, un trenecito tirado por una locomotora centenaria

Hasta 2002 se estuvo extrayendo carb¨®n en la vecina localidad de Utrillas, cuyo pozo emblem¨¢tico, el de Santa B¨¢rbara, ha sido rehabilitado como Parque Tem¨¢tico de la Miner¨ªa. Adem¨¢s de numerosas instalaciones (caldera, sala de m¨¢quinas, polvor¨ªn, vestuario¡­), se ha recuperado el ferrocarril minero, un trenecito como de juguete, tirado por la centenaria locomotora de vapor Hulla, que vuelve a circular haciendo la felicidad de los m¨¢s viejos del lugar (funcion¨® hasta 1968) y tambi¨¦n de los ni?os que no han visto m¨¢s carb¨®n que el dulce que les traen los Reyes Magos; y los que han sido buenos, ni siquiera ese.

Para descubrir el otro gran tesoro que ocultan estas tierras, sus 40 abrigos con arte rupestre levantino y esquem¨¢tico, hay que adentrarse a pie en los barrancos del r¨ªo Mart¨ªn, siguiendo el sendero GR 262, de 86 kil¨®metros. El tramo m¨¢s espectacular es el que recorre el paraje de los Estrechos, entre Ari?o y Albalate del Arzobispo (18 kil¨®metros). Aunque tampoco es aburrido el que va de Oliete a Ari?o (9,5 kil¨®metros), pasando junto a la sima k¨¢rstica de San Pedro, un socav¨®n formidable de 85 metros de di¨¢metro y otros tantos de profundidad con un lago en su fondo alimentado subterr¨¢neamente por las aguas del r¨ªo. Cerca se alza el poblado ib¨¦rico Cabezo de San Pedro, con una torre que lleva en pie desde el siglo III antes de Cristo.

Cielo estrellado

Quien no pueda, o no quiera, andar por estos despe?aderos buscando pinturas rupestres, puede visitar el centro de interpretaci¨®n de Ari?o, antigua escuela para hijos de mineros donde se muestran fieles reproducciones de las mismas: cabras, ciervos, toros, arqueros, jinetes e incluso mujeres embarazadas. Tambi¨¦n hay en Ari?o un excelente hotel-balneario (www.balneariodearino.com), que aprovecha las aguas que brotan humeantes en la orilla del r¨ªo y donde, de noche, se ve el cielo m¨¢s estrellado que quepa imaginar.

Aunque no se come mal en el balneario, es mejor acercarse a Albalate y, despu¨¦s de pasear por esta hermosa poblaci¨®n contemplando su campanario mud¨¦jar y su castillo-palacio arzobispal, sentarse en Casa Agust¨ªn (www.casaagustin.org), a la vera del r¨ªo Mart¨ªn, y zamparse un chulet¨®n de buey o unas costillas de ternasco a la brasa. De primero hay que probar las jud¨ªas a la paja. Y como aperitivo, la gloriosa oreja de cerdo frita. ?Calor¨ªas? Pues unas 3.500. Como un kilo de lignito turolense.

Tambi¨¦n es un plan apetecible, para acabar la ruta, acercarse al atardecer a Andorra (la de Teruel), cuando el ¨²ltimo sol ba?a el castillete del pozo de San Juan y sus perfiles herrumbrosos. Este coloso de 45 metros de altura, con poleas de 4,5 metros de di¨¢metro, es la Torre Eiffel de la comarca y la joya del Parque Minero MWINAS, donde adem¨¢s se exhiben cientos de artilugios procedentes de la cercana mina La Oportuna (cerrada en 2005), incluidas las mastod¨®nticas perforadoras con puntas de diamante que horadaron sus 45 kil¨®metros de galer¨ªas. A esta hora melanc¨®lica no falta con quien conversar en los jardines del parque, donde los viejos mineros suelen venir a pasear y a picar en el fil¨®n inagotable de sus recuerdos.