La Foradada, asomados al gran delta

Drones aparte, la mejor panor¨¢mica a¨¦rea sobre el delta del Ebro se encuentra en La Foradada, el accidente geogr¨¢fico m¨¢s reconocible de la zona. Esta formaci¨®n de est¨¦tica agujereada se sit¨²a en la cumbre de la sierra tarraconense del Montsi¨¤, la que da nombre a la comarca m¨¢s meridional de Catalu?a. Una serran¨ªa prelitoral relativamente alta y declarada espacio de inter¨¦s natural. La ascensi¨®n a La Foradada, que no es aconsejable durante el verano, constituye una excursi¨®n perfecta de monta?ismo cualquier d¨ªa de sol invernal.

Justo detr¨¢s de Sant Carles de la R¨¤pita se yergue La Foradada, como si estuviese ah¨ª solo pretendiendo enmarcar el Mediterr¨¢neo. El top¨®nimo no deja margen de duda (foradada es horadada, en castellano), su factura es m¨¢s com¨²n verla a orillas del mar, producto de la erosi¨®n del oleaje y, en este caso, del mistral (cierzo). Dentro de ella se tiene la sensaci¨®n de encontrarse delante de un acantilado. Nada puede igualar su extraordinaria subida, que fuerza al senderista a salvar un muy soportable desnivel de 444 metros en cerca de una hora y media de caminata. Incluso los ni?os mayores pueden responder al envite.

El inicio de la ruta

En el punto kilom¨¦trico 1.175 de la carretera N-340, a la altura del acceso Oeste a Sant Carles de la R¨¤pita habr¨¢ que aminorar la velocidad puesto que all¨ª est¨¢ se?alizado el camino a Mata-redona, el ¨¢rea interpretativa del bosque del Burgar y La Foradada.

Siguen tres kil¨®metros de camino por una carretera estrecha y asfaltada rodeada de almendros, olivos y palmitos que toca a su fin en el aparcamiento de Coc¨® de Jordi. Llega el momento de ce?irse la mochila y mirar de hito en hito al barranco del Solito. Tras 1.350 metros de subida por el sendero PR-83 (hay se?ales blancas y amarillas), entroncamos con el GR-92 ¡ªla autopista senderista del Mediterr¨¢neo¡ª, que recorre Catalu?a verticalmente desde Portbou. A partir de este punto el territorio cambia y presenta su cara m¨¢s umbrosa con el bosque del Burgar. La vegetaci¨®n arbustiva baja y a menudo punzante deja paso a las encinas.

A 310 metros de la bifurcaci¨®n nos espera el manantial de la fuente del Burgar (con agua todo el a?o), aunado al horno de cal y al ¨¢rea interpretativa del bosque del Burgar, en la que diversos paneles explican la producci¨®n de cal y carb¨®n, tradicional por estos pagos. Tambi¨¦n aporta su encanto, a mano derecha, la encina de edad matusal¨¦mica. Seguiremos las marcas rojiblancas hasta dejar a mano derecha la mas¨ªa de Mata-redona, abandonada tras la hist¨®rica helada que asol¨® la costa levantina espa?ola en febrero de 1956.

La subida final

No hay m¨¢s remedio, o placer, que seguir caminando hasta dar con el desv¨ªo a la izquierda que marca el final de la ruta. Como el Mediterr¨¢neo permanece oculto durante la subida, la sorpresa est¨¢ garantizada. Las aberturas en la monta?a o foradadas permiten extasiarse ante la llanura aluvial, ¨²ltimo tramo del r¨ªo Ebro. Tiene forma de D, y no de flecha deltaica, como se dibujaba anta?o, cuando acumulaba mayor aporte de sedimentos (el delta se hunde irremisiblemente). La visi¨®n es poderosa a 684 metros de altitud. Abarca las Tierras del Ebro (terresdelebre.travel) y, en especial, el segmento de costa entre el castillo de Pe?¨ªscola (Castell¨®n) y el cabo de Salou; desde Els Ports o puertos de Beceite hasta Pe?agolosa y el Pirineo nevado. Este inesperado horizonte se extiende hasta las islas Columbretes.

Adem¨¢s, desde la oquedad se obtiene una estampa en la que los arrozales modifican su fisonom¨ªa en funci¨®n de la ¨¦poca del a?o. En marzo empieza la inundaci¨®n de los campos, con lo que el delta presenta una cualidad espejeante. En abril llega la plantada en los arrozales, torn¨¢ndose la llanura un mes m¨¢s tarde en una planicie verdosa. Durante el verano, la vista se ti?e del color dorado de las espigas.

Para variar, el regreso al bosque del Burgar lo podemos cubrir siguiendo el PR-83.