Calcuta y Nueva Delhi, en metro
Del templo de Kali al gran parque Maidan en la primera ciudad india que tuvo subterr¨¢neo. Y cinco paradas imprescindibles en la capital, del Fuerte Rojo a la tumba de Humayun
Calcuta ¡ªo Kolkata, que es ahora su nombre oficial¡ª est¨¢ orgullosa de ser la capital cultural de India, as¨ª como la primera ciudad del pa¨ªs que estren¨® una l¨ªnea de metro en 1984. Bajar al subterr¨¢neo de la ciudad otorga el carnet oficial de viajero a quien minutos antes no era m¨¢s que un turista: all¨ª, en el subsuelo, sigue estando esa India que no deja de sorprendernos, y de no ser por la estricta prohibici¨®n de tomar fotos, ya figurar¨ªan en nuestros carretes digitales esos altarcitos espont¨¢neos que se montan en sus pasillos o las b¨¢sculas de toda la vida que se encuentran en cada and¨¦n por si a alguien le diera el impulso de pesarse. Tanto el metro de Calcuta como el de Delhi reservan unos cuantos vagones de cada tren solo para las mujeres. Sobre el and¨¦n, un vinilo de flores enormes dibujadas sobre un fondo rosa chicle sirve como se?alizaci¨®n y los vagones femeninos suponen un alivio para muchas, especialmente en hora punta.
La l¨ªnea 1 del metro de Calcuta recorre la ciudad de norte a sur y tiene paradas en lugares tan ic¨®nicos como el templo de la diosa Kali (estaci¨®n Kalighat) o el Maidan, en la terminal hom¨®nima. Con sus 400 hect¨¢reas, el Maidan es el parque de recreo m¨¢s extenso de la ciudad y no esconde su v¨ªncu??lo con la ¨¦poca en que India era una colonia brit¨¢nica. Su buque insignia, el Victoria Memorial, es un enorme edificio de m¨¢rmol blanco construido a principios del siglo XX, cuya est¨¦tica se encuentra a caballo entre el Taj Mahal y la catedral londinense de San Pablo.
El barrio de Kumartuli (estaci¨®n Sovabazar Sutanuti), donde se fabrican las esculturas de arcilla que despu¨¦s se convertir¨¢n en exvotos para las numerosas deidades del hinduismo, merece tambi¨¦n una visita. Kumartuli no queda lejos del r¨ªo Hugli, afluente del Ganges, que divide Calcuta en dos y simula la l¨ªnea del metro en versi¨®n fluvial. Es una gran extensi¨®n de agua navegable de color marr¨®n en cuya orilla lavan la ropa las mujeres ¡ªno nos enga?emos: son ellas quienes lo hacen¡ª. Si paseamos por la ribera, nos surgir¨¢, como siempre en India, alg¨²n elemento inesperado: un descomunal mu?eco de futbol¨ªn de madera manco con camiseta de la selecci¨®n argentina es una posibilidad. Postales que solo pueden verse aqu¨ª y que nos salen al encuentro en nuestras rutas en metro por Calcuta y Delhi.
El metro de la capital india es algo menos ¨¢gil, especialmente porque, adem¨¢s de un esc¨¢ner de aeropuerto, hombres y mujeres han de hacer cola por separado para ser cacheados en un recinto cortinado. Entre la lista de art¨ªculos con los que no se puede viajar se hallan los cuchillos ¡ªsolo las mujeres pueden llevarlos en defensa propia¡ª, y tambi¨¦n las cenizas y los esqueletos humanos. La imagen gr¨¢fica de este medio de transporte es claramente deudora de la del metro londinense. La tipograf¨ªa es la misma e incluso la voz femenina que anuncia las estaciones se parece.
Al bajarnos en Khan Market aparecemos en una zona donde abundan los restaurantes del gusto de los viajeros occidentales. Incluso se encuentra una pasteler¨ªa afrancesada: L¡¯Op¨¦ra. Y quienes se encaprichen de las chaquetas guateadas t¨ªpicas de Rajast¨¢n las pueden adquirir en las sucursales que Anokhi o Fabindia han abierto en el mercado.
Para empaparse de sabor local habr¨ªa que bajarse en Lal Quila. Al fondo se distingue el Fuerte Rojo, declarado patrimonio mundial en 2007. La calle principal cercana, Netaji Subhash Marg, nos recibe con puestos de guirnaldas de flores, entre las que abundan las cal¨¦ndulas naranjas y el hibisco rojo, y con tiendas de enormes botes de prote¨ªnas, esa suerte de medicina ayurv¨¦dica deportiva.
Caminando unos 15 minutos llegamos al Mercado de las Especias, en la estaci¨®n Chandni Chowk. Aqu¨ª las palabras no alcanzan para describir lo que llega a trav¨¦s de los sentidos: carretilleros durmiendo la siesta en su propio veh¨ªculo, torres de sacos apilados y monta?as de especias forman parte de esa l¨®gica del exceso y la superproducci¨®n donde al mismo tiempo reina la escasez. Es tal la incoherencia arquitect¨®nica que llega a generar un orden sui generis.
La decepci¨®n para muchos de los que visitan Nueva Delhi es saber que el Taj Mahal no se encuentra a dos pasos, sino en la ciudad de Agra (a unos 230 kil¨®metros). Por eso el premio de consolaci¨®n es la tumba de Humayun, en la estaci¨®n de Jangpura. Se construy¨® en el XVI, casi un siglo antes que su archifamoso competidor de m¨¢rmol, y est¨¢ dedicada al segundo emperador mogol.
Y no lejos de la muy brit¨¢nica plaza redonda con sus columnatas en blanco llamada Connaught Place est¨¢ el Instituto Cervantes (estaci¨®n Patel Chowk), por si a alguien le entrase el irrefrenable impulso de comer un pincho de tortilla o de desayunar una tostada de pan con tomate. ¡°Pan tumaca¡±, dice el cartel, y vale 140 rupias (1,70 euros) incluyendo el caf¨¦. Los monos que merodean por la puerta no osan entrar, pero no parece faltarles inter¨¦s.
Mercedes Cebri¨¢n es autora del poemario ¡®Malgastar¡¯ (editorial La Bella Varsovia).
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.