El descanso espera en un cortijo de Ronda

De rabiosa actualidad, pues no lleva todav¨ªa un a?o abierto, este retiro sin pompa por lo aparentemente perdido que est¨¢ entre los campos de labor que abrazan Ronda por su cara norte se mimetiza como un camale¨®n tras la fachada lateral de su r¨²stica arquitectura serrana. Quiso la casualidad que el lugar estuviera a trasmano de los principales centros de inter¨¦s tur¨ªstico, circunstancia poco habitual en las bambalinas campestres de la desarrollada provincia de M¨¢laga. Pero solo as¨ª el portugu¨¦s Ricardo Porto consigui¨® armar su Algarve particular despu¨¦s de haber dejado casa en la g¨¦lida Toronto (Canad¨¢), otra en la atropellada costa de Tailandia y qui¨¦n sabe cu¨¢ntas pisadas m¨¢s alrededor del planeta. Tantas que hasta ¨¦l mismo ha perdido la cuenta.

Quien visita Ronda Moments se enamora del cortijo, del paisaje, de los frutos que da el labrant¨ªo vecino y hasta del vecindario que ha acogido la sinceridad emp¨¢tica de su propietario. Amores que otorgan buenas razones para quedarse aqu¨ª, no uno, sino varios d¨ªas de desintoxicaci¨®n tecnol¨®gica. En la terraza que esculpe el sol, en la piscina verdiazul abierta a la serran¨ªa, en la azotea cincelada sobre la cubierta de tejas, tras los ajimeces y las celos¨ªas de los balcones o al frescor de los cuarterones de gres que dan forma a los dormitorios. Nunca amanece temprano si la ducha es buena.

Quince habitaciones bien aprovechadas entre los armazones enjalbegados del cofre cortijero, que es como se reconoce el hotelito en la distancia. Equipadas con techos altos, ventanas panor¨¢micas, un mobiliario casi imperceptible y piezas de dise?o geom¨¦trico. Porque, salvo el sal¨®n colorista con columnas que espera a la izquierda de la entrada, no hay m¨¢s espacio para la entonaci¨®n vacacional que el demarcado por el silencio de la casa, la soledad del campo y el vuelo alegre de los p¨¢jaros que acompa?an a diario.

Moments carece de restaurante, salvo un apreciado comedor de desayunos. Pero las habilidades manufactureras del propietario en la gesti¨®n del negocio y de la felicidad de sus hu¨¦spedes le lleva a recomendar enseguida los locales m¨¢s acertados para dar cuenta de una cena. Empezando por el cercano Venta Pelistre (952 16 50 94), de comida casera y honrada (no hay que perderse el conejo al ajillo o la ensaladilla rusa). Una experiencia a recordar.