La muralla china m¨¢s aventurera
Trucos para una emocionante excursi¨®n desde Pek¨ªn a un tramo sin restaurar del gran monumento
La Gran Muralla china necesita pocas presentaciones. De ella se cuentan leyendas, verdades a medias e historias que no siempre coinciden con la realidad, pero que han servido para mantener la fascinaci¨®n por una de las mayores obras de la ingenier¨ªa de la humanidad. En 2.100 a?os de construcci¨®n intermitente se crearon no una sino varias murallas en el norte del pa¨ªs contra las invasiones. No cerraban completamente el paso, pero pon¨ªan las cosas m¨¢s dif¨ªciles.
En la actualidad, gran parte de estas murallas est¨¢n destruidas, en proceso de derrumbe o reconquistadas por la naturaleza. Solo algunas secciones han sido rehabilitadas por motivos tur¨ªsticos, a las que acuden a diario decenas de miles de visitantes, como por ejemplo los tramos cercanos a Simatai y Badaling. Algunos viajeros esperan de la visita algo diferente a lo que se encuentran, porque la sensaci¨®n de estar en un parque tem¨¢tico puede ser decepcionante para quien busque una experiencia m¨¢s aut¨¦ntica. Los m¨¢s aventureros pueden atreverse con una excursi¨®n alternativa, una inmersi¨®n en la China hist¨®rica que, con un poco de planificaci¨®n, puede convertirse en un d¨ªa inolvidable paseando sobre una zona sin restaurar de la muralla, sin nadie alrededor y con las mejores vistas de esta imponente construcci¨®n.
No es una excursi¨®n f¨¢cil, no tanto por la caminata en s¨ª, que requiere cierta forma f¨ªsica, sino por las barreras idiom¨¢ticas y culturales. Empiezan con los autobuses. Partiendo de Pek¨ªn, hay que coger dos. El primero, el 916 Express hasta Yangjiayuan, tiene poca p¨¦rdida porque parte de la estaci¨®n de Dongzhimen. Cuesta 12 yuanes, unos 1,50 euros. El segundo, sin embargo, puede ser toda una odisea: se toma en la estaci¨®n de Yujiayuan, una parada en la calle donde los taxistas, en un intento por confundir a los turistas y terminar siendo su transporte alternativo, retiran con frecuencia el cartel con el n¨²mero de autob¨²s. Por si esto ocurre, los aventureros necesitar¨¢n saber que el autob¨²s H25 pasa a las 11.30 y tiene un coste de ocho yuanes (un euro). Los taxistas chinos no se dan por vencidos cuando uno ya est¨¢ en el autob¨²s. Con el benepl¨¢cito del conductor y el supervisor, suben por la puerta trasera a mitad de camino e informan a los extranjeros de que han llegado a su parada cuando a¨²n faltan otros 40 minutos. La parada final se llama Grupo 3.
Cuando uno se ve en medio de la nada es f¨¢cil que las piernas tiemblen, pero en realidad el camino hacia la zona denominada Grupo 2 es relativamente sencillo de seguir (hay empresas que ofrecen la ruta guiada). Una hora despu¨¦s de emprender la subida a la monta?a, de repente, aparece un enorme muro de piedras gigantes. ?Emocionante! Y el primer reto: escalar la muralla para poder caminar sobre ella. Tres piedras hacen las funciones de improvisada escalera. Sin duda un buen recordatorio de que esta no es una aventura convencional.
Es dif¨ªcil hacerle honor con palabras al paisaje: kil¨®metros y kil¨®metros de una cadena de monta?as solo interrumpida por la serpenteante muralla. Uno de los nombres chinos para referirse a este gigante hace referencia a un drag¨®n, y efectivamente, con sus curvas hacia arriba y abajo recuerda al tantas veces representado drag¨®n de la mitolog¨ªa china. El paseo combina tramos de muralla en malas condiciones de conservaci¨®n y otros menos afectados por el paso del tiempo. Las torres de vigilancia, cada 100 o 200 metros, sirven de refugio perfecto ante lluvias inesperadas. La aventura termina en Mutianyu, donde uno puede deslizarse hasta el aparcamiento por un tobog¨¢n gigante o tomar un telef¨¦rico que cuesta alrededor de 10 euros.
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