10 razones por las que viajar a Corea del Sur (cuanto antes)
Tecnol¨®gica, tradicional, ex¨®tica y menos conocida que la vecina Jap¨®n, experiencias imprescindibles en el pa¨ªs asi¨¢tico
Corea del Sur es, actualmente, el destino m¨¢s accesible de la pen¨ªnsula coreana ¡ªdividida por una frontera en constante riesgo de conflicto¡ª y propone al visitante experiencias de lo m¨¢s variado, paisajes realmente sorprendentes y unos 5.000 a?os de cultura e historia. No es un pa¨ªs muy grande (una quinta parte del tama?o de Espa?a) y se recorre f¨¢cilmente: cuenta con infraestructuras excelentes que permiten escapar de la siempre bulliciosa y modern¨ªsima Se¨²l hasta los campos de arroz y las regiones monta?osas, incluso hasta estaciones de esqu¨ª rodeadas de bosques. Y por el camino uno disfrutar¨¢ del encuentro con agricultores y pescadores, humildes bares de pescado y marisco o casas tradicionales de madera (hanoks) en las que alojarse.
Una de las formas de conocer y disfrutar al m¨¢ximo del pa¨ªs son las fiestas tradicionales, como el festival del Barro de Boryeong, la Bienal de Gwangiu o el homenaje anual a la especialidad gastron¨®mica nacional: el kimchi (una verdura fermentada). La comida es uno de los grandes incentivos para conocer Corea, con productos muy especiales que comienzan a ponerse de moda entre los foodies occidentales, como los fermentados.
Por ¨²ltimo, la amabilidad y hospitalidad de los coreanos, de modales exquisitos y un sorprendente (a ojos occidentales) protocolo en las formas, invita a visitar este pa¨ªs asi¨¢tico. Por ejemplo, a partir de estas 10 experiencias que proponen un viaje diferente.
1. Vivir el frenes¨ª urbano de Se¨²l
Motor de la tercera econom¨ªa m¨¢s potente de Asia, Se¨²l no encaja como la capital de la tierra de la calma de la ma?ana, como se conoce a Corea. Acelerada y bulliciosa, esta ciudad es el ejemplo del dinamismo del pa¨ªs: 24 horas en marcha, una mentalidad de trabajo duro y a la hora de divertirse la misma intensidad. Aqu¨ª conviven palacios reconstruidos de forma meticulosa con animados mercados nocturnos y una espectacular arquitectura moderna. La visita puede comenzar (a primera hora) en uno de sus m¨²ltiples templos para continuar con un circuito por el palacio de Changdeokgung (patrimonio mundial) y un periplo por las galer¨ªas de arte de Samcheong-dong. El soju (vodka coreano) y los tentempi¨¦s en alg¨²n tenderete callejero aportan la energ¨ªa suficiente para adentrarse en los bulliciosos mercados nocturnos de Hongdae o Itaewon, o para lanzarse a un karaoke en alg¨²n noraebang de autoservicio. Y despu¨¦s de todo este traj¨ªn toca un jjimjilbang (sauna y spa) para sudar, remojarse y echarse un sue?ecito.
Una escapadita original es Bukchon, un laber¨ªntico y tradicional pueblo de hanoks con buenas vistas de Se¨²l, y una visita deliciosa el Jard¨ªn Secreto de Changdeokgung, palacio donde residi¨® la familia real coreana hasta bien entrado el siglo XX. Namsan, la monta?a guardiana de la ciudad, invita a caminar y a subir hasta su torre para disfrutar de la panor¨¢mica; el museo de la Muralla de Se¨²l permite descubrir seis siglos de historia; el recuperado arrollo de Cheong-gye-cheong brinda un respiro urbano en un paseo entre sus 22 puentes y sus orillas adornadas adornadas con obras de arte, que acogen celebraciones como el festival de faroles (noviembre); los bares h¨ªpsters e indies del barrio universitario de Hongdae proponen mucha diversi¨®n nocturna y el Dongdaemun Design Plaza & Park, plaza proyectada por Zaha Hadid, una dosis de modernidad.
Para comer, el mercado callejero de Gwangjang es un lugar especial. De ropa y telas de d¨ªa, por la noche los puestos del meokjagolmok (callej¨®n de la comida) desprenden aromas ex¨®ticos y ofrecen exquisiteces gastron¨®micas como guisos de jokbal (manitas de cerdo), gimbap (arroz, verduras y otros ingredientes enrollados en algas) o bindaettok (tortitas de jud¨ªas mungo trituradas y verduras fritas), que se maridan con makgeolli (vino de arroz) y soju y se disfrutan en bancos dispuestos en hileras en el centro del mercado.
2. Deslizarse por pistas blancas
Las estaciones de esqu¨ª de Alpensia y Yongpyong, muy pr¨®ximas entre s¨ª, fueron las sedes principales de los Juegos Ol¨ªmpicos de Invierno de Pyeongchang 2018. La primera de ellas, en el monte Paektu, es peque?a (apenas seis pistas) pero est¨¢ bien mantenida y menos concurrida que la vecina Yongpyong. Es aconsejable sobre todo para familias y principiantes gracias a una pista larga y f¨¢cil y varias de dificultad intermedia, pero tambi¨¦n a su monta?a rusa alpina y un pintoresco servicio de esqu¨ª nocturno. El pueblo, situado a pie de pista, cuenta adem¨¢s con un parque acu¨¢tico y (cerca) campo de golf y un casino. Pero la estaci¨®n m¨¢s apreciada del pa¨ªs es Yongpyong: 31 pistas, 15 telesillas y, en los d¨ªas despejados, vistas al mar del Jap¨®n. La localidad de Hoenggye sirve de nudo de transporte entre ambas estaciones, y ofrece restaurantes econ¨®micos, vida nocturna y alojamientos b¨¢sicos.
Adem¨¢s, los fan¨¢ticos de la nieve pueden encontrar m¨¢s opciones en las monta?as al oeste de Taebaek, como la moderna estaci¨®n de High 1, frecuentada por las celebrities coreanas. Ubicada a 1.340 metros de altitud, sus 18 pistas est¨¢n comunicadas por cinco telesillas y cuatro telecabinas, disponen de abundante nieve en polvo y albergan la primera escuela de esqu¨ª coreana para discapacitados.
3. Ba?arse en barro en Boryeong
Miles de personas se congregan cada mes de julio para introducirse en las gigantescas tinajas del festival del Barro de Boryeong, localidad de la costa oeste coreana. Aunque la versi¨®n oficial es que el barro posee propiedades reconstituyentes, los asistentes (m¨¢s de un mill¨®n) acuden para chapotear, resbalarse y lanzarse barro, as¨ª como para disfrutar de conciertos, bailes y fuegos artificiales. Boryeong es, adem¨¢s, la puerta de entrada a las marismas de la playa de Daecheon, donde disfrutar de motos acu¨¢ticas, windsurf, pirag¨¹ismo, restaurantes de marisco y noraebang (salas de karaoke); cuenta con una pintoresca calle repleta de neones al m¨¢s puro estilo de Las Vegas y con un puerto (Daecheon-hang) conectado mediante ferris con una docena de islas cercanas.
4. Hacer una visita a la fortaleza de Hwaseong
Suwon, localidad con un centro hist¨®rico plagado de fortificaciones y ubicada a unos 30 kil¨®metros de Se¨²l, estuvo a punto de convertirse en capital coreana en el siglo XVIII, lo que explica que (antes del traslado de la corte real) se levantase una muralla defensiva que protegiera la ciudad. Puesto que la capitalidad se mantuvo finalmente, la ciudad acab¨® convirti¨¦ndose en una atracci¨®n tur¨ªstica cuyo principal reclamo es la fortaleza de Hwaseong, patrimonio mundial. Aunque result¨® muy da?ada durante el per¨ªodo colonial (principios del siglo XX) y la posterior Guerra de Corea (d¨¦cada de 1950), la restauraci¨®n iniciada en la d¨¦cada de 1970 casi ha concluido. Tanto la muralla (5,5 kil¨®metros), que rodea la ciudad y cuenta con cuatro puertas majestuosas, como el palacio Hwaseong Haenggung, donde resid¨ªa la realeza durante sus estancias en Suwon, han sido rehabilitadas con extrema fidelidad hist¨®rica.
De marzo a noviembre, la plaza ubicada frente al Paldal-san, palacio levantado por el rey Jeongjo a finales del siglo XVIII y al que acud¨ªa para orar ante la tumba de su padre, alberga diferentes espect¨¢culos tradicionales, como la ceremonia del cambio de guardia a medio d¨ªa y una exhibici¨®n de artes marciales a media ma?ana. Y cada octubre recrea una magn¨ªfica procesi¨®n real dentro del marco del festival anual de Suwon.
5. Hacer senderismo en la islas
Como mejor se contempla el paisaje volc¨¢nico de Jeju, la mayor isla de Corea del Sur, es a pie. Los senderos (olle) de Jeju forman una red de 26 rutas (de medio d¨ªa o de una jornada) con 430 kil¨®metros en total que permiten admirar los encantadores escenarios naturales de la isla, por ejemplo desde la cima del Halla-san, el pico m¨¢s alto de Corea, f¨¢cil de coronar. El sendero Olle 1 es, probablemente, el mejor para empezar; arranca en Siheung, cerca de Seongsan-ri, y permite conectar la parte m¨¢s rural de la isla a lo largo de 15 kil¨®metros que discurren entre parcelas agr¨ªcolas cultivadas por ancianas, oreum (cr¨¢teres) donde vacas y caballos pastan a sus anchas y una senda litoral que llega hasta el Seongsan Ilchul-bong, la atracci¨®n m¨¢s impactante de la isla: un inactivo volc¨¢n de toba.
El resto de rutas (de entre 5 y 22,9 kil¨®metros) serpentean por la costa de Jeju (con algunos desv¨ªos hacia el interior) y tres de las islas exteriores, Gapado, Chujado y Udo. Esta ¨²ltima, m¨¢s peque?a, presume de su brillante arena blanca y un agua azul intenso, entre un recortado litoral y agrestes colinas. En el interior encontraremos un museo dedicado a las haenyeo, la recreaci¨®n de un pueblo que ilustra la vida tradicional, el parque del Laberinto Gimnyeong o los tubos de lava solidificados de Manjang-gul.
6. Descubrir la cultura tradicional en los hanoks de Jeonju
El mejor sitio para descubrir los hanoks t¨ªpicos coreanos (casas tradicionales de madera) es la aldea tradicional de Jeonju, en la costa occidental del pa¨ªs, que impresiona incluso aunque muchos de los edificios sean nuevos. En sus casas con tejado de pizarra, los artesanos elaboran abanicos, fabrican papel a mano y destilan soju. Tambi¨¦n es famosa por ser cuna de la dinast¨ªa Joseon y de la exquisitez culinaria m¨¢s conocida de Corea, el bibimbap (arroz, huevo y verduras con salsa picante). Para quien decida quedarse a pasar la noche, hay pensiones tradicionales (una de ella regentada por el nieto del rey Gojon) donde se duerme sobre un yo (edred¨®n acolchado) en una habitaci¨®n con ondol (calefacci¨®n de suelo radiante).
Jeonju, capital provincial de Jeollabuk-do, es la base perfecta para explorar esta regi¨®n por ser el nudo regional del transporte en autob¨²s y tren. Cada a?o recibe casi 10 millones de visitantes que acuden a ver las hanoks del pueblo y a probar comida nueva mientras se explora una cautivadora mara?a de calles y callejones. Con casi 800 hanoks, es la m¨¢xima concentraci¨®n del pa¨ªs de estas casas tradicionales que hoy albergan pensiones, restaurantes, caf¨¦s y tiendas de alquiler de hanbok (vestimenta tradicional). Algunas casas del pueblo tienen talleres de elaboraci¨®n de papel tradicional o alcohol que se pueden visitar, normalmente con reserva anticipada. Aunque todo es muy tur¨ªstico, en los callejones empedrados se respira autenticidad y un cierto ambiente m¨¢gico, sobre todo al atardecer.
Y si nos espantan las aglomeraciones de turistas, siempre podremos escapar a los alrededores y a zonas menos visitadas del pueblo. Por ejemplo a Girin-daero, donde admirar el arte callejero del pueblo Jaman y despu¨¦s dedicar un rato a explorar los callejones, descubrir joyas ocultas como Cho Ga Jib y llegar al mercado de Nambu.
En Jeonju, adem¨¢s de la iglesia cat¨®lica y algunos edificios hist¨®ricos como el palacio de Gyeonggijeon (con santuarios, almacenes y otras dependencias), los amantes de la fotograf¨ªa deber¨ªan acercarse al peque?o Museo de C¨¢maras: se exponen unas 400 c¨¢maras antiguas, adem¨¢s de proyectores y fotograf¨ªas en blanco y negro. Otro museo curioso es el del Hanji, donde se repasa la historia y el proceso de elaboraci¨®n de este papel tradicional coreano y expone algunas de las impresionantes piezas que pueden crearse con este material. Al final se invita a los visitantes a que fabriquen el suyo.
Otro sitio para hacer un viaje en el tiempo y descubrir la aut¨¦ntica vida coreana antes de que el siglo XX cambiara el pa¨ªs para siempre es la aldea Hahoe. Aqu¨ª viven m¨¢s de 200 personas que conservan las costumbres tradicionales e incluso invitan a los forasteros a pasar la noche en sus minbak (casas particulares con cuartos para alquilar). En el coraz¨®n de la aldea se levanta un antiguo ¨¢rbol del esp¨ªritu, escenario de rituales y oraciones.
7. Visitar Busan, la segunda ciudad de Corea del Sur
Despu¨¦s de Se¨²l, la segunda gran ciudad del pa¨ªs es Busan. Sus monta?as y playas, la buena comida callejera y el ambiente cosmopolita la convierten en un buen destino tur¨ªstico tanto para los propios coreanos como para los viajeros. Su principal atractivo es la lonja de pescado de Jagalchi (la m¨¢s grande del pa¨ªs), donde se compra y come el g¨¦nero m¨¢s fresco. El puerto y concretamente el pescado y el marisco son una de las se?as de identidad de Busan. En su lonja se puede pasar un buen rato explorando el edificio principal o los angostos callejones exteriores, con puestos con d¨¦cadas de historia y destartalados carros de comida, regentados por ancianos, que venden una incre¨ªble variedad de pescado y marisco, como pargo, platija y criaturas con ondulantes tent¨¢culos. En el mercado se puede disfrutar de la mejor comida a base de pescado: tras comprar el g¨¦nero, el pescadero dirige al visitante hasta una zona con asientos donde se sirve la comida.
Igual de atractivo son el amanecer en la playa de Haeundae, la deslumbrante arquitectura del Centro de Cine de Busan, probar el sulbing (un postre del lugar) o tomarse unos tragos de soju en alg¨²n bar callejero.
Esta ciudad portuaria es, adem¨¢s, la sede de un festival de cine internacional del que est¨¢n muy orgullosos los coreanos y que se complementa con un curioso Museo del Cine, la primera exposici¨®n cinematogr¨¢fica interactiva del pa¨ªs en la que podremos descubrir diversos aspectos de la industria cinematogr¨¢fica coreana pero tambi¨¦n aspectos generales de la realizaci¨®n, como una sala de croma interactiva y un ¡°karaoke de cine¡±, donde se puede a?adir la voz en off a populares fragmentos de pel¨ªculas.
Al margen del cine, para ver el Busan m¨¢s tradicional hay que acercarse al barrio de Gamcheon, un ¡°pueblo cultural¡± lleno de historia que se convirti¨® en atracci¨®n tur¨ªstica en el a?o 2009, cuando una art¨ªstica reforma llevada a cabo por los estudiantes le hizo un lavado de cara con acertados detalles en escaleras, callejones y esquinas. Hoy es una vistosa y singular comunidad de coloridos edificios, caf¨¦s y galer¨ªas, ideal para pasear durante un par de horas.
8. Bulguksa
Es dif¨ªcil elegir un solo tesoro en Gyeongju (en la costa este) y sus alrededores, pero es probable que tal honor recaiga en Bulguksa, entre otras razones porque encierra siete ¡°tesoros nacionales¡± tras sus muros. Es un refinado templo, de pagodas, escalera de piedra blanca y estatuas, construido en el a?o 528 durante la Dinast¨ªa Silla, representa la culminaci¨®n de la que llaman edad dorada de la arquitectura Silla y es un monumento a la habilidad de sus carpinteros, pintores, artesanos y arquitectos.
El templo, con el sobrenombre de ¡°templo del mundo de Buda¡±, se levanta sobre terrazas de piedra 16 kil¨®metros al sureste de Gyeongju, entre pinos retorcidos y jardines de lirios. Es patrimonio mundial por la Unesco desde 1995, a pesar de que fue pr¨¢cticamente arrasado por los japoneses en 1593 y lo que hoy vemos es una reconstrucci¨®n. El templo en un conjunto de salas y pagodas, algunas originales, en las que tambi¨¦n se conservan algunas de las joyas bibliogr¨¢ficas del pa¨ªs. Para los surcoreanos aqu¨ª est¨¢ buena parte de su historia tradicional y llegan con veneraci¨®n a contemplar sus tesoros nacionales.
9. Alojarnos en templos
El ant¨ªdoto para escapar de la trepidante vida de los coreanos de ciudad es una estancia en un templo tradicional. La campana despierta a las 3.30 para la meditaci¨®n ma?anera. El desayuno es una comida frugal que se toma en silencio para reflexionar sobre el dolor de huesos provocado por inclinarse 108 veces ante una imagen de Buda. Despu¨¦s toca m¨¢s meditaci¨®n sobre el sometimiento del cuerpo y el alma en busca de la paz interior. La estancia en un templo es el contrapunto al ritmo vital desbocado de la Corea contempor¨¢nea, y aunque el pa¨ªs est¨¢ lleno de santuarios, una de las mejores opciones es el Guinsa, con aspecto de fortaleza.
Est¨¢ en el parque nacional de Sobaeksan, el tercero m¨¢s grande de Corea del Sur, dentro del cual est¨¢ adem¨¢s el monte Sobaeksan, traducido como ¡°peque?a monta?a blanca¡± aunque es una de las cumbres m¨¢s altas del pa¨ªs. Las vistas son asombrosas, por lo que se impone calzarse las botas de senderismo y explorar el paisaje; lo mejor es ir en mayo, cuando las azaleas est¨¢n en plena floraci¨®n, o durante el oto?o, cuando se ti?e de sombras cobrizas.
El conjunto de templos budistas Guinsa (¡°Templo de la benevolencia y la protecci¨®n) incluye m¨¢s de 30 edificios, encajados en un valle entre bosques en pendiente sobre una ladera que obliga a sus salones a estar comunicados por pasarelas elevadas. Desde el ostentoso sal¨®n de tres plantas de la parte superior, dedicado al fundador del templo, se pueden escuchar los c¨¢nticos de los monjes. Las vistas de los templos y monta?as que se desvanecen en el horizonte ya justifican esta breve caminata.
Guinsa es la sede de la orden Cheontae del budismo coreano, refundada por Sangwol Wongak en 1945. Est¨¢ presidido por el bodhisattva de la compasi¨®n, venerado en un sal¨®n, donde se manifiesta en una figura de piedra tallada de color verde p¨¢lido. Desde el sal¨®n principal, hay otros 30 minutos de empinada subida entre los ¨¢rboles, por escaleras de piedra, hasta la tumba del fundador, en lo alto de la colina, donde se contempla una magn¨ªfica panor¨¢mica de las colinas y los valles lejanos.
La cocina comunitaria sirve comidas vegetarianas gratuitas, aunque lo correcto para el visitante es dejar un donativo que ser¨¢ bien recibido. Adem¨¢s, ofrecen alojamiento.
10. Asomarse a Corea del Norte en la frontera
Se conoce como Zona desmilitarizada (DMZ), pero este cintur¨®n de seguridad de cuatro kil¨®metros de ancho y 250 de largo que divide las dos Coreas es todo menos eso. S¨ªmbolo de la Guerra Fr¨ªa, esta barrera, flanqueada en ambos lados por estructuras antitanques, vallas electrificadas, minas terrestres y tropas dispuestas a entrar en combate, es un lugar siniestro donde se palpa la tensi¨®n pero tambi¨¦n es una destacada atracci¨®n tur¨ªstica, con varios puntos de observaci¨®n que permiten asomarse a la Rep¨²blica Popular Democr¨¢tica de Corea (Corea del Norte). Es una visita ineludible para amantes de la historia y coleccionistas de experiencias originales y perturbadoras.
Donde m¨¢s se palpa la tensi¨®n es en el ?rea de Seguridad Conjunta (JSA, seg¨²n sus siglas en ingl¨¦s), construida tras el armisticio de 1953 para acoger las conversaciones de paz y que solo se visita en un circuito organizado. Siete puntos de observaci¨®n permiten escudri?ar la herm¨¦tica Corea del Norte.
Los circuitos arrancan con una exposici¨®n por parte de gu¨ªas militares estadounidenses o coreanos en Camp Bonifas, el campamento conjunto de ambos pa¨ªses, ubicado fuera de los l¨ªmites de la DMZ. A continuaci¨®n, otro autob¨²s traslada a los visitantes a la JSA. En su sala de conferencias azul, que a veces acoge reuniones oficiales, los micr¨®fonos de las mesas no dejan de grabar en todo momento, mientras los soldados surcoreanos montan guardia dentro y fuera. A cierta distancia, sus hom¨®logos norcoreanos mantienen una estrecha vigilancia.
Aunque no suele haber sobresaltos, el gu¨ªa militar recuerda que la frontera ha sido escenario de incidentes violentos. Uno de los m¨¢s famosos tuvo lugar en 1976, cuando dos soldados estadounidenses murieron a hachazos a manos de soldados norcoreanos despu¨¦s de que los primeros trataran de talar un ¨¢rbol que obstru¨ªa la visi¨®n desde una atalaya. Camp Bonifas debe su nombre a uno de esos soldados.
De nuevo en el autob¨²s, el viajero es llevado a uno de los puestos de vigilancia de Panmunjom, desde donde se divisan los dos pueblos del interior de la DMZ: Daeseong-dong, al sur, y Gijeong-dong, al norte. Tambi¨¦n se ve el denominado Puente sin Retorno, escenario del intercambio de prisioneros que sigui¨® a la firma del armisticio de 1953. Ir¨®nicamente, esta zona boscosa, abandonada desde hace tiempo, es una de las m¨¢s v¨ªrgenes del pa¨ªs desde el punto de vista ecol¨®gico, y se cree que incluso alberga tigres siberianos.
En el observatorio Dora, los prism¨¢ticos permiten echar un morboso vistazo a Corea del Norte. Los d¨ªas despejados se distingue la ciudad de Kaesong y el complejo industrial hom¨®nimo, donde obreros norcoreanos trabajaron durante un tiempo para los conglomerados de empresas de Corea del Sur. Tambi¨¦n se divisa la bandera norcoreana sobre una torre de 160 metros de altura en Gijeong-dong, frente a la del sur, de solo 98 metros.
Otro de los hitos es la estaci¨®n de trenes Dorasan, que, a la espera de la pr¨®xima salida a Pyongyang (y otros viajes intercontinentales), se alza como un s¨ªmbolo de esperanza ante la hipot¨¦tica reunificaci¨®n de las dos Coreas. Las flamantes instalaciones aduaneras construidas en 2002 siguen sin utilizarse. Desde el 2015, el and¨¦n de la Unificaci¨®n de Dorasan recoge una optimista exposici¨®n sobre la reunificaci¨®n alemana alojada en un viejo vag¨®n de tren, as¨ª como un reloj que cuenta las horas desde que la pen¨ªnsula fue dividida oficialmente.
M¨¢s emotivo para los coreanos es el Imjingak, un parque-monumento dedicado a los 10 millones de surcoreanos separados de sus familias cuando la pen¨ªnsula fue dividida tras la guerra entre 1950 y 1953. Alberga asimismo el puente de la Libertad, que une el norte y el sur, donde tuvo lugar el intercambio de 13.000 prisioneros de guerra y donde un tren de vapor descarril¨® durante la contienda.
Una divertida y econ¨®mica manera de recorrer la DMZ (pero no la JSA) es en el ins¨®lito tren DMZ operado por Korail, que sale de la estaci¨®n de Se¨²l a las 10.15 de mi¨¦rcoles a domingo con destino a Dorasan, la ¨²ltima estaci¨®n antes de Corea del Norte. Al ver sus vagones estampados con flores rosadas y corazones cuesta creer que se dirige a una de las fronteras m¨¢s custodiadas del planeta.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.