Parador de Jarandilla de la Vera, al calor de una chimenea con cinco siglos de historia

Acurrucarse al amor de su chimenea presidida por el dobl¨®n con la imagen del emperador Carlos V es una experiencia aristocr¨¢tica, p¨¦trea en el silencio del sal¨®n regio. Casi cinco siglos de historia nos acompa?an en el incesante crepitar del fuego. Nunca tanto como entonces la joya de la corona fue el calor de esta pieza de granito mandada construir para el confort personal del monarca en las v¨ªsperas de su retiro en Yuste, concretamente entre el 11 de noviembre de 1556 y el 3 de febrero de 1557, cuando abandon¨® el castillo prestado por el tercer conde de Oropesa, Fernando ?lvarez de Toledo.

La fachada que nos recibe desde un puente levadizo flanqueado por dos cubos se abre a un patio de armas con dos potentes torres prism¨¢ticas en su cara norte. M¨¢s adentro corta la vista una galer¨ªa g¨®tica de dos plantas con arcos rebajados y carpaneles que a?aden alcurnia a los nueve escudos de los Oropesa y los Figueroa. Y es que los ilustres caseros tambi¨¦n ostentaban el t¨ªtulo de marqueses de Jarandilla y maestres de la orden de Santiago. Desde estas almenas se domina toda la comarca de La Vera. En 1966 se convirti¨® en parador. Y tres d¨¦cadas m¨¢s tarde, la reforma de la interiorista Marta Medina logr¨® infundir cierto refinamiento florentino al severo abolengo del monumento. El resultado todav¨ªa se percibe en la logia entelada con grandes cortinajes, en los salones nobles y alg¨²n que otro recoveco inc¨®gnito. La entrada, el comedor y las habitaciones se han actualizado algo m¨¢s, lo justo para hacer sentir al hu¨¦sped el mimo del hospedaje marca Paradores.

Olvid¨¦monos de aquellos d¨ªas en que cenar en un parador se convert¨ªa m¨¢s en un acto social que puramente gastron¨®mico. Ahora existe conciencia de afinar las recetas con m¨¢s pulcritud e imaginaci¨®n, sin p¨¦rdida de memoria hist¨®rica. Hoy m¨¢s que ayer convence quedarnos a cenar unas patatas revolconas, un cochifrito de cochinillo o unos rep¨¢palos con anisete y canela. Juan Antonio Ramos, al frente de los fogones, se encarga de ello. Otro ambiente mejorado es el de picotear algo a cualquier hora en el patio de armas. O sentarse simplemente a leer alrededor del estanque central, que refresca las soleadas tardes extreme?as y marca el preludio ideal para el ¨²ltimo tentempi¨¦ de la jornada: la famosa chimenea de Carlos V con el tois¨®n de oro que coronaba su vasto imperio.

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Todas las habitaciones incluyen: servicio de prensa, desayuno en la habitaci¨®n y caja fuerte.

Valoraci¨®n media en Booking: 9,7 (441 comentarios).

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