La Morera, c¨¢lido refugio en el Pirineo catal¨¢n

A 1.076 metros de altitud las cosas se ven siempre de otra manera. De entrada, porque el muro del puerto de la Bonaigua, que marca el paso entre los valles pirenaicos de ?neu y Aran, obliga a dirigir la vista hacia el curso sinuoso del Noguera Pallaresa. Los pueblos medievales de Esterri d¡¯?neu, La Guingueta y Escal¨® se suceden a orillas del r¨ªo ¡ªque conforma m¨¢s abajo el embalse de la Torrassa¡ª, visibles desde cualquier balc¨®n del hotel.

Fue Andreu Cortina, hijo del posadero que regentaba el refugio Verge de les Ares ¡ªa¨²n en funcionamiento junto a las rampas de ascenso al puerto¡ª, quien decidi¨® la construcci¨®n, en 1964, del hostal Cortina y, 10 a?os m¨¢s tarde, del hotel La Morera, que florido como un chal¨¦ tirol¨¦s aparece en la primera curva de acceso a Valencia d¡¯?neu.

Unas ristras de luces navide?as colgantes del porche saludan al viajero tanto en invierno como en verano. La bienvenida es c¨¢lida y refrescante, con el sentido de hospitalidad que caracteriza a la tercera generaci¨®n de propietarios de la familia Cortina. Las vicisitudes de la pandemia han obligado a reforzar el cap¨ªtulo gastron¨®mico frente al habitacional. Sobre la mesa del comedor, a poco del arribo, se despliegan los civets, la escudella, la girella y otras elaboraciones propias de estas monta?as. R¨²sticas, pero redondas de sabor y presentaci¨®n.

Un peque?o spa colma con un ba?o de vapor o una sesi¨®n de masaje las aspiraciones de quienes descienden de una jornada de esqu¨ª en Baqueira, a 20 minutos en coche. Algo m¨¢s retiradas se encuentran las estaciones de Espot, Port Ain¨¦ y Tavascan, que comparten forfait bajo la marca Skipallars.

Nadie deber¨ªa esperar grandes lujos en sus 26 habitaciones, aunque s¨ª las comodidades que aseguran sus muebles caseros, los suelos y los techos de madera y, c¨®mo no, sus balcones rematados por maceteros llenos de flores y las ya descritas vistas al valle. L¨¢stima que los tabiques separadores no sean opacos a los ruidos ni a las conversaciones vecinas. Por un poco m¨¢s se puede reservar alguna de las tres junior suites abuhardilladas: Encantats, Gerdar y Bonaigua.

Si la piscina climatizada ofrece un paisaje de monta?as al fondo, la trasera al aire libre sumerge al ba?ista en la virtualidad de un bosque frondoso y verdeante. Solo que en verano y con muchas ganas de meterse en el agua. Estamos en los Pirineos.