Doce secretos marineros en Espa?a
Son peque?os y en ellos prima la tranquilidad. De Sa Tuna, en Girona, a la granadina Calahonda con un salto a las Canarias y Baleares, puertos de postal con rutas senderistas y pistas 'gastro'
El pulso de su tr¨¢fico pesquero late cada vez menos, pero siguen destilando sabor a?ejo. Son puertos ignotos, recoletos, en los que prima la tranquilidad, empapados en sal y algas, y con los que se topa el viajero por una cadena de azares. Conocidos ya los de Calella de Palafrugell, Getaria o Cudillero, por poner tres destinos hegem¨®nicos, sumaremos este verano 12 secretos porte?os siempre preparados para que alguien los retrate.
Enorme y cavernoso
Pro¨ªs de Candelaria (Tijarafe, La Palma)
El sabor popular y el fuerte oleaje se hacen eco en las casitas de pescadores ¡ªhoy de veraneantes¡ª empotradas dentro de una descomunal cavidad al nivel del mar, casi como si de una estampa navide?a se tratase. A trav¨¦s del pro¨ªs se sub¨ªan las mercanc¨ªas cargadas en mulos hasta el pueblo de Tijarafe. El Kiosco El Diablo (calle de la Molina, 1), de tapitas y parada obligada al atardecer, se?ala el descenso de cinco kil¨®metros por una carretera endiablada (nunca mejor dicho): angosta, empinada y de curvas cerrad¨ªsimas. Un kil¨®metro antes de llegar al final de este culebreo se abre un peque?o aparcamiento para los senderistas que deseen ba?arse en la playa del Jorado. Tras un corto camino empedrado, con cuerdas a modo de balaustrada, ya estaremos entre las viviendas que combinan el blanco con pinceladas de ocre y azul turquesa. Desde el sal¨®n ¡ªas¨ª llaman al varadero¡ª, la boca de la cueva perfila m¨¢gicamente la silueta de la isla de La Palma. Los hay quienes confunden la imagen de la Virgen del Carmen con la de la Candelaria.
Nada de asfalto
Caleta del Sebo (La Graciosa)
El suyo es uno de los puertos-refugio mejor protegidos del archipi¨¦lago Chinijo y est¨¢ enlazado con ?rzola, en la isla de Lanzarote, por las navieras Romero y Biosfera Express. Aun con el turismo creciente, Caleta del Sebo mantiene su autenticidad e integridad tanto en las viviendas de una planta pintadas de blanco, con verde o azulete a?adidos, como en las calles de tierra, pues no hay asfalto en toda la isla de La Graciosa. Ermita, escuela, terrero de lucha canaria y se?oras (m¨¢s que se?ores) tocadas con el t¨ªpico sombrero de paja. A la panor¨¢mica al atardecer del risco de Famara desde el extremo del malec¨®n sumamos la lectura de Parte de una historia, novela corta de Ignacio Aldecoa ambientada en esta localidad que pertenece al municipio de Teguise (Lanzarote). Al punto de desembarcar, conviene reservar el caldo de pescado en el restaurante El Marinero (calle de Garc¨ªa Esc¨¢mez, 14; 928 84 20 70). En todoterreno se realizan safaris ¡ªdenominaci¨®n local para las excursiones por la isla¡ª o se lleva y se recoge a los ba?istas a su playa preferida.
Puro Mediterr¨¢neo
Sa Tuna (Begur, Girona)
Quintaesencia de la Costa Brava, el paisaje de esta caleta destila una dulzura de estampa antigua que bien podr¨ªa haber servido de inspiraci¨®n a Joan Manuel Serrat para su disco Mediterr¨¢neo, que acaba de cumplir 50 a?os. Para el disfrute completo, nada como el hostal Sa Tuna para asistir al encendido de las luces al anochecer en esas casas marineras de fachadas blancas, con alguna derivaci¨®n al azul o al ocre. El establecimiento estrena este a?o servicio de hamacas y sombrillas, y cuenta con restaurante, en el que saborear el arroz del senyoret (todo pelado) o el men¨² degustaci¨®n de 55 euros, bebidas aparte. A¨²n queda un pu?ado de barcas artesanales, en tanto que la torre almenara transmite una impresi¨®n de verdad, pero nada m¨¢s fake: fue erigida el siglo pasado. En 10 minutos a pie (o a un minuto nadando) se alcanza la punta d¡¯es Plom y la calita de S¡¯Eixugador, de aguas transparentes y m¨¢s arenosa que la de Sa Tuna. El aparcamiento de Begur (tres euros) permite olvidarse del coche durante todo el d¨ªa
Por el rompeolas
Armintza (Lemoiz, Bizkaia)
?Qui¨¦n pensar¨ªa descubrir este puerto en el lugar m¨¢s apartado de la costa vasca? Su principal atractivo es el poderoso dique, en forma de bumer¨¢n, superpuesto a la escollera, puesto que la orograf¨ªa de Armintza tiene poco de abrigo natural y mucho de puerto ind¨®mito: ya solo la entrada con mala mar requiere gran experiencia al tim¨®n. En el malec¨®n, equipado con bancos y farolas, es imposible aburrirse atisbando el flysch ¡ªfen¨®meno geol¨®gico en el que se alternan capas duras y blandas; en el caso de Armintza, negro y vertical¡ª, cuando no la grey de surfistas. Tras observar las antiguas casas de pescadores que hoy alojan la Casa de Cultura podemos bordear las txalupas ¡ªprofesionales quedan cuatro¡ª o subir a la Cruz de Gaztelumendi por una cuesta corta y asfaltada, pero en fuerte pendiente, hasta el lugar donde una capilla rinde tributo a los n¨¢ufragos y cuya vista, pese al arbolado, merece la pena. Despu¨¦s de dar cuenta del men¨² de 27,50 euros del restaurante Noray (calle de Portubidea, 6; 946 87 92 85), pocas cosas hay como darse un ba?o en la pedregosa caleta que se esconde saliendo hacia Bakio.
¡®Porto¡¯ con encanto
Viav¨¦lez (El Franco, Asturias)
He aqu¨ª una de las gemas del norte peninsular, en la que primero nos acercaremos al mirador de la Atalaya, desde donde se divisaban las ballenas hasta el siglo XVII; tambi¨¦n comprobaremos la secreta ubicaci¨®n de esta villa marinera de 170 almas. Luego podremos bajar a la baliza de la bocana que el temporal Bella se llev¨® el a?o pasado. Una vez en la caseta de informaci¨®n, el encanto atrapa con las casas mari?anas y el muelle encauzando el r¨ªo V¨ªo, responsable de la quietud de esta ensenada defendida con diques y contradiques. Todo, paneles informativos incluidos, convoca a la nostalgia de un tiempo pret¨¦rito. A pie, subiremos hasta el panel que informa de la casa donde veraneaba la gran dama de la novela rosa Cor¨ªn Tellado (1927-2009), la autora m¨¢s le¨ªda en espa?ol. Bordeando la Taberna Viav¨¦lez (Pasaje del Pescador, s/n; 985 55 49 58), en la que la mejor idea es reservar la paella de bogavante, pasaremos por una cueva marina y la cet¨¢rea (vivero). Ya que finalmente subiremos al mirador, se puede aprovechar para seguir andando 40 minutos hasta el cabo Blanco.
Mar de bateas
Lorb¨¦ (Oleiros, A Coru?a)
La pronunciada cuesta de este rec¨®ndito puerto es en s¨ª misma un mirador de la r¨ªa de Ares: el verde intenso repartido donde no hay rocas rodeando los barcos bateeiros, con gr¨²as mediante las cuales elevan los cables cuajados de moluscos. Y de fondo, decenas de bateas de mejill¨®n haciendo de l¨ªmite al monumento natural Costa de Dexo-Serantes, cuyo acantilado del Seixo Branco habr¨¢ que visitar. La escultura del pescador est¨¢ colocada frente al restaurante Puerto de Lorb¨¦ (981 61 77 51), donde los mejillones se preparan al vapor (la mejor forma de saborearlos), pero tambi¨¦n en salsa, escabechados, al horno, y rellenos de bechamel y despu¨¦s rebozados
Una traves¨ªa y cuatro restaurantes
O Freixo (Outes, A Coru?a)
El escenario no puede ser m¨¢s sugerente. Un muelle marisqueiro envuelto de monta?as forestadas que nutren tres astilleros guardianes de las esencias de la carpinter¨ªa de ribera. Adem¨¢s, O Freixo goza del privilegio de tener amarrado un museo flotante de 1916, como es el balandro Joaqu¨ªn Vieta, reci¨¦n pintado y que realiza traves¨ªas por la r¨ªa de Muros y Noia. Como las subastas de marisco se celebran en invierno, ahora no queda otra sino comprarlo en la estupenda cet¨¢rea Ramais (630 43 43 81). A la hora de comer se multiplican las opciones. En lo tocante a marisco de concha, Pepe do Coxo alcanza un car¨¢cter excepcional. El restaurante R¨ªos lo recomiendan las gu¨ªas Michelin y Repsol, mientras todos se hacen lenguas en Outes de las personales interpretaciones de Manuel Neiro en el asador Albatros (R¨²a da Corveira, 20; 627 07 40 51). La portuguesa Isabel Paiva, de O¡¯Taboleiro (R¨²a do Porto, 79; 636 24 81 35), est¨¢ indisolublemente asociada al bacalau. Para bajar tanto berberecho y tanta ostra podemos caminar cuatro kil¨®metros (ida y vuelta) por la Ruta de los Carpinteros con los Pies Mojados hasta la playa de Bro?a, dotada con pinar.
Barcas anudadas
Calahonda (Motril, Granada)
La playa granadina de Calahonda se apoya en un fuerte acantilado repleto de corales ¡ªy con un islote que pasa inadvertido¡ª que ha servido desde la ¨¦poca de los fenicios como puerto natural. El mismo que cobija decenas de barcas anudadas a maromas que, en paralelo, se internan en el Mediterr¨¢neo. Una c¨¢psula del tiempo si a?adimos las casas tradicionales, la vieja tertulia, el parquecillo infantil. No es raro coincidir con los monitores de Dardanus, dispuestos a mostrar esta costa profunda y de gran vida marina. Para plantar la sombrilla y escuchar el suave sonido de las olas lamiendo los chinos (piedrecillas), solo tenemos que separarnos unos metros del varadero. Para dormir (y comer) aqu¨ª se encuentra el hotel Embarcadero de Calahonda.
Maestros en redes
El Terr¨®n (Lepe, Huelva)
Despu¨¦s de un d¨ªa de playa en Nueva Umbr¨ªa se impone aprovechar el efecto refrescante del maraje (viento del suroeste) deambulando por este puerto de r¨ªa. De r¨ªa porque la corriente fluvial arrastra muy poca agua dulce, responsable del paraje natural Marismas del R¨ªo Piedras y Flecha del Rompido. En los pantalanes atracan las embarcaciones deportivas, mientras las pocas barcas pesqueras fondean sujetas por el ancla. Las redes se extienden a lo largo de la parte interior del puerto, donde los rederos de El Terr¨®n tienen ganada fama como remendadores. Adem¨¢s de estupendas vistas, en el restaurante Barlovento preparan unos chocos fritos y un pulpo a la brasa que incitan a volver.
Dos calitas y su puerto
Cala Figuera (Santany¨ª, Mallorca)
Bajo el nombre de Cala Figuera esperan dos calitas a modo de lengua b¨ªfida. El Cal¨® d¡¯en Busques, que marca uno de los lindes de la reserva marina del Migjorn, guarda un muelle en el que ver c¨®mo cuatro barcos arrastreros arriban poco antes de las cinco de la tarde. El ambiente pesquero se mete por los sentidos con una fuerza irresistible. Un buen plan es caminar la hilera de barracas para lla¨¹ts, con sus proas y popa en punta, paseo deslizante y molesto para personas de elevada estatura ¡ªvarias se?ales expresivas as¨ª lo advierten¡ª que nos lleva al fondo del torrente, donde se halla el varadero. Doblamos la r¨ªa por las casetas que atesoran m¨¢s sabor y nos internamos a pie en el gemelo Cal¨® d¡¯en Boira. En la terraza de Bon Bar (Verge del Carme, 27; 673 79 59 69) triunfa tomarse un aperitivo con pulpo o calamares y la copa del tardeo.
Naturaleza balear
Es Portitxol (Sant Joan de Labritja, Ibiza)
En un hipot¨¦tico concurso de encanto, el de Es Portitxol se encaramar¨ªa entre los primeros avaraders (varaderos) de las islas Pitiusas, esas construcciones que conservan antiguas formas de vida pescadora. Al poco de cruzar el cartel Urbanizaci¨®n Isla Blanca hay que torcer a la derecha y dejar el coche 1,9 kil¨®metros m¨¢s abajo, en el arranque del sendero que, entre bosquetes, nos deja tras 25 minutos a pie en Es Portitxol, inmerso en el ¨¢rea de especial protecci¨®n de Es Amunts. Y es que el precio de para¨ªsos solitarios como este ¡ªuna gran piscina redonda integrada en la naturaleza sin pretenciosidad¡ª es a menudo el esfuerzo necesario para acceder a ellos. El calado es m¨ªnimo, pero no faltan embarcaciones tur¨ªsticas que encuentran la manera de hollarlo. Tampoco falta quien, ingeniosamente, clava la sombrilla y tiende la toalla sobre las rampas de las mismas casetas. Un consejo para visitantes: no hay que olvidarse las gafas para animarse a practicar snorkel.
Buceo y pesca de tradici¨®n milenaria en La Azoh¨ªa (Regi¨®n de Murcia)
Acostado en el cabo Ti?oso, que guarda una de las franjas costeras mejor conservadas del Mediterr¨¢neo peninsular, el caser¨ªo pesquero de La Azoh¨ªa, en la costa de Cartagena, es un cul de sac en el que se respira una quietud digna de ¨¦pocas pretur¨ªsticas. Su punto fuerte es el buceo ¡ªcon Rivemar entre las empresas veteranas ¡ª, que se beneficia de las mejores paredes rocosas submarinas de la regi¨®n levantina, declaradas reserva marina. A pie se llega en 15 minutos a la magn¨ªfica torre hexagonal de Santa Elena, desde cuya terraza se divisan, hasta finales de junio, las boyas de la almadraba m¨¢s antigua del Mediterr¨¢neo espa?ol formando su peculiar jerogl¨ªfico. Para despu¨¦s del ba?o en la playa de San Gin¨¦s, de arena fina y en la que flamea la bandera azul, se pueden reservar las deliciosas fusiones asi¨¢tico-murcianas que Mariam Porras, viajera por el mundo, desgrana en su restaurante Deskaro.
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