El lobo de Hermann Hesse y otros imprescindibles de Basilea
Iconos de la arquitectura contempor¨¢nea, huellas de personajes ilustres y las tiendas y restaurantes m¨¢s deseados en un paseo por la ciudad suiza
Art Basel, que se celebrar¨¢ entre el 24 y el 26 de septiembre en Basilea, es para muchos la feria internacional de arte contempor¨¢neo m¨¢s importante del mundo. Congrega una media de 300 galer¨ªas por las que se dejan ver coleccionistas, comisarios, expertos y visitantes interesados en los trabajos de m¨¢s de 4.000 artistas. Basta un breve recorrido por la primera planta de la Messeplatz para entender la seriedad del asunto. Se pasea entre mir¨®s, picassos, kleins, rothkos como si fuera lo m¨¢s normal del mundo. Pero mientras el arte cuestiona las fronteras y sus posibilidades, hay mucho por ver en la ciudad suiza, urbe cosmopolita ¡ªligada al coleccionismo como consecuencia del ¨¦xito de su potente industria farmac¨¦utica¡ª que concentra el gusto por el movimiento, por los museos, por la bicicleta y el culto por la improvisaci¨®n, pues siempre hay algo interesante que hacer. Aqu¨ª van algunas pistas y algunos nombres vinculados a ella. ?
Cl¨¢sicos de Herzog & de Meuron
Si hay unos arquitectos ligados a la ciudad son Jacques Herzog y Pierre de Meuron. Desde que ambos abrieron su estudio en 1978 han levantado varios iconos de Basilea. Algunos, como la Torre Roche (el edificio m¨¢s alto de Suiza, con 178 metros), el estadio St. Jakob-Park o el edificio del recinto ferial (donde se desarrolla Art Basel), ya son cl¨¢sicos. Destacamos dos m¨¢s: el Central Signal Box, torre de control ferroviaria, un edificio que, m¨¢s que ir a verlo, uno se siente requerido por ¨¦l. Un volumen de altas proporciones ubicado entre v¨ªas y al final de M¨¹nchensteinerstrasse. Conviene prestar atenci¨®n al reflejo de la luz y de la velocidad de los trenes en sus l¨¢minas de cobre. El segundo proyecto, m¨¢s reciente, ha dado un impulso al barrio de Gundeldingen. Es el Meret Oppenheim Hochhaus, recortado bloque que traza un perfil reconocible al otro lado de la estaci¨®n de tren, una s¨®lida estructura volum¨¦trica que inventa terrazas, huecos y voladizos. En la planta baja, un caf¨¦ anima la plaza Meret Oppenheim. Tambi¨¦n a cargo del estudio estuvo la reforma de uno de los restaurantes m¨¢s buscados y cosmopolitas del barrio de Kleinbasel, el Volkshaus.
Tres museos
Los propios Herzog y de Meuron recomendaron al Kunstmuseum, la Colecci¨®n P¨²blica de Arte de Basilea, la compra de una instalaci¨®n que caus¨® gran revuelo en el mundo del arte contempor¨¢neo: The Hearth (La lumbre), de Joseph Beuys. Desde entonces, la figura de este controvertido artista alem¨¢n permanece unida a la ciudad. En su edificio principal, el museo exhibe una amplia colecci¨®n de lo mejor de la pintura desde la Edad Media hasta el siglo XX. Muy cerca se halla el Kunstmuseum der Gegenwart, inaugurado en 1980, que se dedica al arte contempor¨¢neo e incluye instalaciones de Beuys. Y si visita la ciudad a partir del 10 de octubre, ac¨¦rquese a la Fondation Beyeler, cuyo edificio es obra de Renzo Piano: podr¨¢ ver una de las exposiciones dedicadas a Goya m¨¢s grandes que se hayan hecho fuera de Espa?a. ?
La fuente Tinguely
Jean Tinguely (1925¨C1991), el escultor del hierro m¨¢s famoso de Suiza, form¨® junt¨® a Niki de Saint Phalle una de las parejas m¨¢s exc¨¦ntricas del mundo del arte en el siglo XX. Su presencia en Basilea es constante. Destaca la Tinguely Brunnen (fuente de Tinguely), obra viva, construida con restos del antiguo teatro, que juega con el agua y el movimiento. Al lado, a¨²n salpicada por destellos de Tinguely, la terraza del Campari Bar es la mejor opci¨®n para repasar el mapa y la pr¨®xima parada, que puede ser el cercano Casino. Esta sala de conciertos neobarroca es uno de los edificios m¨¢s respetados por los habitantes de Basilea. Tanto, que en 2007 debieron votar si aceptaban la reforma de la arquitecta Zaha Hadid, y decidieron que no. En 2020 se inaugur¨® la remodelaci¨®n llevada a cabo, finalmente, por Herzog y de Meuron.
El Museo Tinguely, concebido por el arquitecto Mario Botta, re¨²ne lo mejor de su producci¨®n en cuanto a esculturas de m¨¢quinas m¨®viles, y expone un interesante mural cronol¨®gico sobre su relaci¨®n con el arte (¡°jugar es arte, por eso juego, juego enrabietado¡±) y con Niki, a partir de fotograf¨ªas y documentos que muestran a la pareja participando en una obra en buena parte conjunta. ?
Frente a la tumba de Erasmo de R¨®terdam
Entre la Barf¨¹ssergasse y la Freie Strasse, a trav¨¦s de M¨¹nsterberg, llegamos a la catedral de Basilea, de los siglos XI-XII, de un rom¨¢nico tard¨ªo. En el siglo XIV un terremoto da?¨® algunas partes superiores. Es esencial la vista del claustro y, sobre todo, la tumba de Erasmo de R¨®terdam, quien se instal¨® en la ciudad en 1521. Durante la Reforma protestante de 1529 fue el palad¨ªn de la tolerancia, y su mensaje ecum¨¦nico y pacifista cal¨® hondo. Enseguida se reconoci¨® su traducci¨®n del Nuevo Testamento. La ciudad era entonces un gran centro de impresi¨®n. Al no estar de acuerdo con la Reforma, se exili¨® a Friburgo. A?os despu¨¦s regres¨® a Basilea, donde enferm¨® y falleci¨® en 1536.
La parte trasera de la catedral se asoma al Rin. Es la panor¨¢mica ideal para observar el funcionamiento del F?hren, el transbordador ecol¨®gico que traslada gente de una orilla a otra del r¨ªo. En la misma orilla del templo, el restaurante Le Rhin Bleu nunca defrauda y, en la de enfrente, el del hotel Consum tampoco lo hace. Al igual que el m¨¢s econ¨®mico, moderno e internacional Klara.
Junto a la catedral, una visita obligada es la del Museo de las Culturas, obra, c¨®mo no, de Herzog & de Meuron. Queda el Ayuntamiento (Rathaus), reconocible por el color rojizo de la fachada, decorado en su interior con emblemas de los cantones, y ante ¨¦l, la inevitable Confiserie Schiesser. Si est¨¢ llena ¡ªque se han dado casos¡ª siempre quedan la Confiserie Bachmann? y la Br?ndli. Aunque lo mejor espera en la menos concurrida Andreas Platz, festiva, con fuente y con dos comercios interesantes: la panader¨ªa bio Andreas y la jugueter¨ªa Spielbrett . Y ya en la calle Spalenberg, la tradicional y centenaria Johann Wanner, una de las tiendas de decoraci¨®n de Navidad m¨¢s conocidas del mundo. ?
Un c¨¦lebre ayudante de librero
En los alrededores de Marktplatz, las calles que remontan dan sentido a la idea original de valle de la ciudad. Aqu¨ª viv¨ªan los comerciantes de especias. Son callejuelas con nombres reveladores, como calle del azafr¨¢n o del jengibre. En la zona sigue intacta la Missionshaus, donde estuvo interno el escritor Hermann Hesse en sus a?os de escolar (de 1881 a 1886). En Spalenberg la decoraci¨®n de un edificio revela en lo alto la imagen de un lobo. Como Hesse pasaba por aqu¨ª a diario, se dice que fue la culpable de El lobo estepario. Lo que s¨ª es cierto es que Hesse, tras su paso por la ciudad alemana de Tubinga, volvi¨® como ayudante de librero a Basilea entre 1899 y 1904. No es extra?o que en su Basler Erinnerungen (Recuerdos de Basilea) escribiera: ¡°No ten¨ªa otro deseo m¨¢s que el de ir a Basilea¡±. L¨®gico
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