Ense?anzas para el (buen) Camino de Santiago de un experto peregrino
Por cu¨¢l de las rutas jacobeas actuales conviene estrenarse, c¨®mo aligerar la mochila o qu¨¦ no hay que calzarse nunca
Tras m¨¢s de dos d¨¦cadas marchando hacia Santiago de Compostela, Paco Nadal, experto peregrino, da consejos clave para hacer de la ruta jacobea un recuerdo imborrable.
01. La primera vez
El primer Camino de Santiago es como el primer beso. Nunca se olvida. Yo no he olvidado nada de aquella primera vez que me aventur¨¦ por una ruta jacobea. Era febrero de 1994 y pas¨¦ m¨¢s fr¨ªo que en la Ant¨¢rtida. ?Dios m¨ªo, aquellos vientos invernales que barr¨ªan la llanura castellana hubieran hecho dar media vuelta al mism¨ªsimo Roald Amundsen! Por entonces, hacer el Camino era a¨²n cosa de frikis, no hab¨ªa ni la d¨¦cima parte de albergues que hay ahora, ni la cent¨¦sima parte de m¨¢quinas de vending y cero hostales disfrazados de albergues privados. Y apenas me encontr¨¦ con peregrinos. Pero el calor de la hospitalidad que se ofrec¨ªa en los escasos albergues parroquiales o de asociaciones de Amigos del Camino no lo he vuelto a encontrar en ning¨²n otro periplo por ruta jacobea alguna. Pero, bueno, no quiero parecer un abuelo cascarrabias; tu Camino, el primero que haces, sea hoy o el mes que viene, ser¨¢ ¨²nico. Como ese primer beso. Seguro.
02. Mi ruta preferida
Hasta la eclosi¨®n del Xacobeo 99 hab¨ªa un Camino: el franc¨¦s, el que hab¨ªa se?alizado con flechas amarillas el cura El¨ªas Vali?a y su largo s¨¦quito de ayudantes. Su ¨¦xito llev¨® a todas las administraciones y asociaciones espa?olas a desempolvar otras rutas jacobeas ¡ªigual de v¨¢lidas e hist¨®ricas, como nos ense?aron Ur¨ªa, Lacarra y V¨¢zquez de Parga en su biblia sobre el tema Las peregrinaciones a Santiago de Compostela (1948)¡ª. Los he hecho casi todos, al menos todos los grandes, y, si me obligan a mojarme (?qu¨¦ dif¨ªcil es escoger entre pap¨¢ o mam¨¢, porque los quiero a todos!) dir¨ªa que el que m¨¢s me gusta es el Camino Primitivo, el que va desde Oviedo hasta Melide (A Coru?a), donde se une al franc¨¦s. Fue la ruta que, seg¨²n la historia (o la leyenda), sigui¨® el rey Alfonso II el Casto para corroborar con sus propios ojos la aparici¨®n del sepulcro del ap¨®stol Santiago en el monte Libred¨®n. ?Qu¨¦ tiene de especial? Un poco de todo: m¨¢s soledad que el franc¨¦s, mucha monta?a, atraviesa una zona de Asturias desconocida hasta para la mayor¨ªa de los asturianos y tiene los servicios justos para hacerlo confortable sin convertirlo en una romer¨ªa.
03. Si vas a hacer el Camino¡
No me canso de repetir que los peligros para el caminante son dos: el peso y unos zapatos nuevos. Hoy, los principales Caminos est¨¢n tan domesticados y turistizados que en ellos encontrar¨¢s de todo, por lo que la premisa de echar cosas en la mochila por si acaso no tiene ning¨²n sentido. Hay tiendas, supermercados, farmacias, zapateros¡ por todos lados. S¨¦ muy austero con lo que a?ades al morral: tu espalda te lo agradecer¨¢. En verano, tres o cuatro camisetas de fibra bastar¨¢n (no hay que llevar de algod¨®n, que tardan m¨¢s en secar), un pantal¨®n corto y uno largo y algo ligero de abrigo por si refresca es suficiente. Otro consejo es usar el mismo jab¨®n l¨ªquido de la ducha para lavar la ropa y as¨ª no tienes que cargar de m¨¢s. En cuanto al calzado, sigue siendo la clave. Andar todos los d¨ªas 25 kil¨®metros no es algo a lo que los pies est¨¦n acostumbrados. Y van a sufrir, seguro. Por eso, ll¨¦vate un calzado c¨®modo y que ya haya sido usado con anterioridad, que est¨¦ domesticado. Nunca, repito, nunca, se deben estrenar unas botas de monta?a o unas zapatillas mon¨ªsimas y molonas para hacer el Camino. Tendr¨¢s todas las papeletas para que te hagan alguna rozadura o ampolla y te arruinen el viaje.
04. ?Una ayudita?
Nunca he usado los servicios de las empresas que llevan la mochila al siguiente albergue. Pero el Camino de Santiago es una experiencia muy personal que cada uno debe vivir como crea o quiera, y no ser¨¦ yo el que d¨¦ lecciones a nadie. Pero s¨ª creo que una parte importante de la experiencia jacobea es el sacrificio. No vamos a Compostela para martirizarnos, por supuesto, pero la magia del Camino, el porqu¨¦ de que quien todo el que lo hace termine encantado, tiene mucho que ver con la superaci¨®n personal, con ponerse retos y vencerlos, con pasarlo un poquito bien de mal, como dec¨ªa un amigo sevillano. El Camino no es m¨¢s que una met¨¢fora de la vida, y si te lo ponen todo muy sencillo vas a pasar por esa vida de puntillas, sin vivirla plenamente. Si te ha dolido la espalda porque llevabas mucho peso, habr¨¢s aprendido que en el Camino (y en la vida) hacen falta menos posesiones y bienes materiales de los que imaginabas para ser feliz. Si llegas al final de etapa con los pies reventados y dolorido de agujetas, habr¨¢s aprendido que en el Camino (y en la vida) para conseguir algo hay que esforzarse; y eso primero duele, pero luego reconforta. Si duermes en hoteles de cinco estrellas en vez de en albergues, habr¨¢s perdido la ense?anza del Camino y de la vida, de que esta es m¨¢s fruct¨ªfera si compartes con los dem¨¢s, si te entregas y das a los otros lo mejor de ti. En fin, cada uno que lo haga como quiera¡, pero si te lo ponen muy f¨¢cil vas a perderte buena parte de la experiencia.
05. Una aventura llena de an¨¦cdotas
M¨¢s de dos d¨¦cadas haciendo Caminos dan para muchas an¨¦cdotas. Recuerdo la impresi¨®n que me caus¨® la primera vez que par¨¦ en el albergue parroquial de Gra?¨®n (La Rioja) ¡ªuno de los primeros y m¨ªticos del Camino Franc¨¦s¡ª y vi en el zagu¨¢n una caja con unos pocos billetes y monedas y un cartel que pon¨ªa: ¡°Peregrino, toma lo que necesites, deja lo que puedas¡±. ?Se podr¨ªa hacer eso hoy? En 1998 la editorial EL PA?S-Aguilar me encarg¨® hacer la gu¨ªa del Camino Franc¨¦s. No era la primera edici¨®n; se hab¨ªa publicado una anteriormente, cuyos autores pararon en un pueblo navarro ¡ªcuyo nombre no viene al caso¡ª y tuvieron alguna mala experiencia con los vecinos, por lo que rese?aron en la gu¨ªa que aquel enclave era poco hospitalario. La casualidad quiso que a?os despu¨¦s pasara yo andando y recogiendo datos por esa misma localidad y me sorprendiera una tormenta de agua y viento de las que salen en los telediarios. Me refugi¨¦ bajo una cornisa, pero ni as¨ª evitaba el aguacero. En eso, se abri¨® el port¨®n de una cochera, sali¨® una vecina con una jarra de caf¨¦ con leche caliente y unas galletas, y me invit¨® a pasar para guarecerme hasta que amainara. Pens¨¦: ¡°?Ser¨¢ verdad que existe el ap¨®stol Santiago, que me est¨¢ viendo y que ha enviado a esta se?ora para que el nuevo autor de la gu¨ªa cambie de opini¨®n sobre este pueblo?¡±. Soy ateo, pero a veces los milagros ocurren.
Haciendo el Camino Portugu¨¦s dorm¨ª varias veces en cuarteles de bomberos; la ausencia de albergues de peregrinos la supl¨ªa en esa ruta la acogida de los Bombeiros Volunt¨¢rios, toda una instituci¨®n en Portugal. Y en la V¨ªa de la Plata una vez me vi frente a una manada de toros negros con amenazantes cuernos que descansaban sobre la pista de tierra por la que deb¨ªa pasar. No sab¨ªa si eran bravos o mansos; solo me quedaba atravesarla con valent¨ªa torera o dar media vuelta y desandar m¨¢s de 10 kil¨®metros. Media ahora despu¨¦s, y a¨²n clavado en el sitio sin tomar una decisi¨®n, vi aparecer por la pista a un paisano en un Seat Panda y le hice el alto para que me llevara el tramo justo de salvar los toros. Me llev¨®, pero se parti¨® de risa conmigo: eran mansos. A lo largo de esos a?os he encontrado gente de lo m¨¢s variopinta: j¨®venes holandeses condenados por delitos leves que pod¨ªan redimir su condena si peregrinaban hasta Compostela (acompa?ados por un educador social) gracias a una ley casi medieval; peregrinos a quienes la experiencia les impact¨® tanto que lo dejaron todo y montaron un albergue o gestionan el de alguna asociaci¨®n, o un se?or de Hu¨¦rcal-Overa (Almer¨ªa) que empezaba siempre el Camino en su casa y atravesaba a pie cada mes de agosto ¡ªcuando ten¨ªa vacaciones¡ª toda la Espa?a achicharrada.
06. Para cada estaci¨®n y momento vital
Cuando me preguntan qu¨¦ Camino de Santiago recomiendo, respondo que esto es como comprarse unos pantalones: depende de los gustos, de la talla, de cu¨¢ndo te los vayas a poner¡ Si es la primera vez que te aventuras en una ruta jacobea y no te importa (incluso deseas) compartir experiencias con un mont¨®n de gente (a veces, hasta demasiada), te dir¨ªa que hagas el Camino Franc¨¦s, el tradicional, el que no te va a defraudar y en el que el esp¨ªritu jacobeo aparece en cada pueblo, aldea, ermita o bosque por el que se pasa. Eso s¨ª, de mayo a septiembre est¨¢ saturado, hay que madrugar para pillar sitio en un albergue y, a veces, parece m¨¢s una romer¨ªa que una peregrinaci¨®n. Si es verano y se busca un Camino con suficientes servicios en cada final de etapa, pero con menos gente, parajes marinos y temperaturas m¨¢s suaves¡, mejor el Camino del Norte, en cualquiera de sus dos variantes (Costa o Primitivo). La V¨ªa de la Plata me parece el perfecto para hacer en primavera; en verano solo lo aconsejar¨ªa en bicicleta, a pie es duro y con tramos largos sin sombra ni agua. Si se tiene poco tiempo y se quiere hacer un Camino completo, el Ingl¨¦s desde Ferrol: son unos cinco d¨ªas por parajes de la Galicia rural con muy poca compa?¨ªa, servicios suficientes y la sensaci¨®n de que la peregrinaci¨®n a¨²n no se ha convertido en una procesi¨®n. A quienes les vayan los retos solitarios y curtirse en una ruta jacobea muy poco transitada, el Camino Portugu¨¦s, pero no desde Tui (Pontevedra), sino desde el inicio, en Lisboa. Se recorre un Portugal desconocido, que no se ve desde la autopista; hay muy pocos caminantes y pocos albergues, pero s¨ª todo el decorado necesario para dar rienda suelta a tus soliloquios en plena naturaleza.
Los ocho Caminos a Santiago m¨¢s famosos
- Camino Franc¨¦s. El cl¨¢sico, el de toda la vida. Entra en Espa?a por Roncesvalles y atraviesa Navarra, La Rioja y Castilla y Le¨®n antes de alcanzar Galicia en O Cebreiro. Unos 770 kil¨®metros y 30 etapas.
- Camino Portugu¨¦s. En Portugal el mito (y el negocio) jacobeo no est¨¢ tan arraigado, por lo que este es un itinerario m¨¢s salvaje y con menos servicios, excepto en las ¨²ltimas etapas, ya en territorio gallego. De Lisboa a Santiago de Compostela hay 610 kil¨®metros, f¨¢ciles de hacer en unos 23 d¨ªas.
- Camino Portugu¨¦s de la Costa. Empieza en Oporto, pero, a diferencia del anterior, sigue por la costa a trav¨¦s de P¨®voa de Varzim, Viana do Castelo, A Guarda, Baiona y Vigo. Tras 190 kil¨®metros y nueve etapas, se une al Camino Portugu¨¦s principal en Redondela.
- Camino del Norte. Empieza en Ir¨²n, en la frontera francesa, y avanza por toda la cornisa cant¨¢brica atravesando Bilbao y Santander. Poco antes de Oviedo se separa en dos: el de la Costa sigue hasta Ribadeo (Lugo) y el Primitivo se adentra en las monta?as del Occidente astur hasta Melide (A Coru?a). El primer ramal tiene unos 819 kil¨®metros; el segundo, 798.
- Camino Ingl¨¦s. Es el que segu¨ªan los peregrinos del norte de Europa que llegaban a puertos coru?eses en barco y continuaban a pie hasta Compostela. Tiene dos variantes: desde Ferrol (112 kil¨®metros) y desde A Coru?a (76 kil¨®metros).
- V¨ªa de la Plata. El ¨²nico de los grandes que va de sur a norte. Empieza en Sevilla y atraviesa Andaluc¨ªa, Extremadura y parte de Castilla y Le¨®n siguiendo viejas calzadas romanas para unirse al Franc¨¦s en Astorga (700 kil¨®metros y 28 jornadas).
- Fisterra-Mux¨ªa. Es el ¨²nico Camino jacobeo que no termina en Santiago, sino que empieza all¨ª. Un tramo de 90 kil¨®metros y tres o cuatro etapas hasta el cabo de Finisterre. Hay quien desde all¨ª sigue hasta Mux¨ªa, en la Costa da Morte (28 kil¨®metros y una etapa m¨¢s). O pasa antes por Mux¨ªa y luego va a Fisterra.
- Camino Aragon¨¦s. 166 kil¨®metros que empiezan en el paso de Somport (Huesca) y se considera una variante del Franc¨¦s, al que se une tras seis etapas en Puente la Reina (Navarra).
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