24 horas en la ¨¦pica Inishmore, una isla irlandesa tan bella como desolada
Desde Doolin parten ferris hasta la mayor de las tres islas de Aran y los fascinantes paisajes de la costa irlandesa que retrat¨® en 1934 el cineasta Robert Joseph Flaherty
Al oeste de Irlanda, en la bah¨ªa de Galway, se encuentra Inishmore, una peque?a isla de tan solo 12 kil¨®metros de largo ¡ªaunque es la mayor la mayor de las islas Aran¡ª que ha sabido conjugar el turismo con sus tradiciones. Un impresionante fuerte de piedra en un acantilado de 100...
Al oeste de Irlanda, en la bah¨ªa de Galway, se encuentra Inishmore, una peque?a isla de tan solo 12 kil¨®metros de largo ¡ªaunque es la mayor la mayor de las islas Aran¡ª que ha sabido conjugar el turismo con sus tradiciones. Un impresionante fuerte de piedra en un acantilado de 100 metros, una piscina k¨¢rstica, helados artesanos o una iglesia prerrom¨¢nica con muchas inc¨®gnitas forman parte del recorrido por este territorio que se puede realizar a ritmo de pedal y con la banda sonora de miles de aves.
7.00 Embarque en el puerto de Doolin
Amanece en la isla principal de Irlanda, y en el puerto de Doolin (1) solo se oyen las olas del mar que van a parar casi a los pies del aparcamiento, donde una escultura en forma de cola de ballena va tomando los colores del d¨ªa. En pocas horas este espacio se transformar¨¢ con el bullicio de los pasajeros cargando maletas y bicicletas, vendedores cantando destinos y sirenas de ferris que zarpan.
La hora de traves¨ªa que tarda el barco en llegar a Inishmore (inis m¨®r en ga¨¦lico, ¡°isla grande¡±) es un agradable paseo con parada en las islas m¨¢s peque?as de Inisheer e Inishmaan, que junto con Inishmore conforman el archipi¨¦lago irland¨¦s de Aran. Hay un grupo de personas acodadas en la barandilla con sus prism¨¢ticos esperando que nos acompa?en los delfines, cosa que en este trayecto ocurre con bastante frecuencia.
10.00 Las islas celtas
La llegada a la isla es como una peque?a fiesta que se repite cada d¨ªa. Los t¨ªpicos carros de caballos esperan a los viajeros en los embarcaderos. Aqu¨ª se encuentra tambi¨¦n la poblaci¨®n principal de la isla, Kilronan (2), que cubre todas las necesidades con un banco, un supermercado, alg¨²n caf¨¦, un par de restaurantes, hoteles, The Bar ¡ªuno de los bares m¨¢s antiguos del Atl¨¢ntico¡ª y una tienda con los famosos jers¨¦is locales. Anta?o, cada familia los tej¨ªa con un dise?o diferente para poder distinguir los cuerpos de los ahogados en caso de naufragio. Hay varias formas de recorrer Inishmore, y aunque la m¨¢s t¨ªpica es el carro tirado por caballos la m¨¢s usada es la bicicleta. Hay un par de tiendas de alquiler, aunque solo en Aran Islands Bike Hire, muy cerca del puerto, las tienen tambi¨¦n el¨¦ctricas.
Salimos por la carretera principal en direcci¨®n a la otra punta de la isla. La primera parada no viene en las gu¨ªas, pero no se puede ver esa torre en lo alto de la colina y dejarla pasar. Ascendiendo por una cuesta imposible, se llega al antiguo faro de la isla (3), desde aqu¨ª nos hacemos una idea de su tama?o, ya que casi se divisa en su totalidad.
12.00 Una piscina natural
De vuelta a la carretera principal, nos desviamos de nuevo a pocos kil¨®metros del pueblo de Gort Na gCapall (4). El paisaje es extra?o, losas de piedra inmensas dan paso a parcelas de un verde intenso. Aunque Cyril, nuestro gu¨ªa, nos cuenta que los campos fueron despojados de sus piedras por los granjeros de la isla, cuesta imaginar que alguien haya podido alguna vez mover estas grandes losas. A vista de p¨¢jaro se ve claro, un puzle gris y verde salpicado de casitas aqu¨ª y all¨¢. Seguimos a Cyril prado a trav¨¦s, alguna se?al roja en las rocas indica el camino hacia una de las maravillas geol¨®gicas de Inishmore. Tras 30 minutos de caminata, aparece una inmensa pared de roca de este paisaje k¨¢rstico, caracter¨ªstico del Burren, que va a parar a una piscina natural perfectamente rectangular, la m¨¢gica Poll na bPeist (agujero de gusano, en castellano). En este lugar tan apartado, donde hoy hay tan solo dos mujeres comiendo frente al mar, se han llegado a realizar campeonatos de salto.
14.00 Las murallas de D¨²n Aonghasa
La siguiente parada es Kilmurvey (5) para comer en el restaurante Teach Nan Phaidi. Su deliciosa comida casera y sus maravillosas tartas se disfrutan tanto en su acogedor local interior como en su estupenda terraza. En la casita de al lado hay una peque?a tienda donde se venden los helados que se producen artesanalmente en la isla, los deliciosos Paudy?s Ice Cream, imprescindibles incluso si no es verano.
De aqu¨ª parte la carretera que termina en la entrada de D¨²n Aonghasa (6), el monumento m¨¢s impresionante la isla, un fuerte (d¨²n) de la Edad de Bronce construido al filo de un acantilado. El kil¨®metro que separa la entrada de la fortificaci¨®n asciende por un sendero con la vista de una de las murallas de fondo. La fortaleza, considerada una de las m¨¢s importantes de su g¨¦nero en Europa, tiene cerca de 3.000 a?os de antig¨¹edad, consta de tres murallas de piedra y su anillo interno termina bruscamente frente al mar. La vista desde all¨ª arriba es impresionante, sin ning¨²n tipo de barrera f¨ªsica. Seg¨²n cuenta Cyril, aqu¨ª se encontr¨® recientemente un brazalete de bronce y ¨¢mbar. Como en Irlanda no hay ni esta?o (uno de los dos metales empleados en la aleaci¨®n del bronce, junto con el cobre) ni ¨¢mbar, nos da una pista de que los habitantes de esta isla ya comerciaban con Espa?a, Francia o Portugal durante la Edad de Bronce.
16.00 El pozo sagrado
Con nuestra bici llegamos al final de la isla, que termina suavemente en el mar, frente a los islotes de Brannock y Pat C Island. M¨¢s all¨¢, al otro lado del Atl¨¢ntico, esperan Groenlandia o Canad¨¢, depende del rumbo que tomemos.
De regreso paramos en Na Seacht dTeampaill (las siete iglesias) (7). A pesar del nombre, se sabe que solo hubo dos y, adem¨¢s, hoy solo quedan las ruinas de varios edificios y las cruces celtas de un cementerio aleda?o. Esta es una de las paradas m¨¢s conocidas de la isla, pero es m¨¢s interesante la historia de una peque?a iglesia que hay un poco m¨¢s adelante, la iglesia medieval de San Ciaran (8), con su pozo sagrado de Ceathair Aluinn, al que se atribuyen propiedades m¨¢gicas y curativas. Aqu¨ª a¨²n podemos ver unas losas con s¨ªmbolos esculpidos de lo que se cree que son una etapa temprana de la cruz celta y otra losa que hac¨ªa las veces de reloj solar. Existe la costumbre de rodearlo con piedras en la mano y de atar en la rama de un espino blanco (el ¨¢rbol de las hadas) un trozo de tela perteneciente a la persona que se desea que regrese sana y salva de su viaje, un antiguo ritual que se repiti¨® a menudo durante la Irish Potato Famine (la Gran hambruna irlandesa) que en el siglo XIX provoc¨® la emigraci¨®n de dos millones de personas a Estados Unidos y otros lugares.
18.00 Las focas de Kilmurvey
Cae la tarde, la mayor¨ªa de los viajeros ha desaparecido con el ¨²ltimo ferri, pero es en este momento cuando los habitantes de la isla salen a las puertas de sus casas a charlar. La carretera costera que parte de la playa de Kilmurvey (9) nos lleva a la colonia de focas. Dif¨ªciles de ver en las horas centrales del d¨ªa, ahora ya alejadas de miradas, salen a posarse en las rocas m¨¢s cercanas o directamente en la orilla. A pocos metros, una colina separa el mar del humedal. En este peque?o ecosistema anidan miles de aves cada a?o, y durante todo el d¨ªa uno se va cruzando con p¨¢jaros de todo tipo, sorprende que no se espanten y nos dejen observarlos a pocos metros de distancia.
19.00 J¨®venes risas
Hora de la cena en este lado del mundo. Nuestro alojamiento es una de las cabinas del Aran Islands Hotel (10). Desde aqu¨ª se ve y oye el mar, tambi¨¦n las risas de los j¨®venes del lugar, que tienen aqu¨ª su punto de encuentro. Da gusto o¨ªrles, porque al igual que nuestro joven gu¨ªa Cyril, hay una nueva generaci¨®n que se encuentra a gusto en su isla y no se quiere marchar. Tras la pandemia, con el teletrabajo, se ha hecho m¨¢s factible vivir en ella, pero el problema de la vivienda contin¨²a siendo un factor importante, ya que no es f¨¢cil obtener un permiso para construir.
Desde el alojamiento se puede caminar por la costa hacia la zona este de la isla que queda por explorar. Playas de arena blanca con un peque?o puerto de pescadores y un cementerio que va a dar al mar. En una de sus enormes cruces celtas, enterrada entre la vegetaci¨®n, encontramos el nombre de un tal Coleman, y entre par¨¦ntesis est¨¢ escrito Man of Aran; suponemos que es uno de los personajes que aparec¨ªan en este documental filmado en 1934 por Robert Joseph Flaherty, en el que se mostraba la dureza de la vida de los pescadores y sus familias en estas islas de la costa irlandesa, tan bellas como desoladas.
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