24 horas en Eindhoven, dise?o a raudales, cervezas y deliciosos ¡®worstenbroodjes¡¯
Visitar el Museo Philips o el Van Abbemuseum, pasear entre edificios imprescindibles de la arquitectura contempor¨¢nea o comer en un antiguo aeropuerto. Esto y mucho m¨¢s ofrece una ciudad que ha pasado de ser el patito feo a convertirse en ¡°la perla de los Pa¨ªses Bajos¡±
Hay ciudades que interesan porque su arquitectura, sus monumentos, sus museos o sus tradiciones nos cuentan su pasado, y hay otras, muy pocas, que atraen precisamente por lo contrario, por contar el futuro. Es el caso de Eindhoven, faro de la regi¨®n de Brabante Septentrional y de lo que se conoce como New Dutch (en oposici¨®n a la Holanda cl¨¢sica, la de ?msterdam y R¨®terdam). Con 230...
Hay ciudades que interesan porque su arquitectura, sus monumentos, sus museos o sus tradiciones nos cuentan su pasado, y hay otras, muy pocas, que atraen precisamente por lo contrario, por contar el futuro. Es el caso de Eindhoven, faro de la regi¨®n de Brabante Septentrional y de lo que se conoce como New Dutch (en oposici¨®n a la Holanda cl¨¢sica, la de ?msterdam y R¨®terdam). Con 230.000 habitantes, cuna de la innovaci¨®n tecnol¨®gica, est¨¢ tan acostumbrada a reinventarse a s¨ª misma que confi¨® su urbanismo actual a tres alumnos de Rem Koolhaas, arquitectos de la talla de Kees Christiaanse, Adriaan Geuze y Winy Maas.
A finales de los a?os noventa, Frits Bom, un famoso presentador de la televisi¨®n neerlandesa, cometi¨® la imprudencia de decir en su programa de m¨¢xima audiencia que Eindhoven era la metr¨®poli m¨¢s tediosa de los Pa¨ªses Bajos. Aquel gesto gener¨® una reacci¨®n moderada como corresponde a una ciudad cuya principal virtud es la modestia y en la que, como veremos, el pensamiento y la acci¨®n van de la mano. Fue una intervenci¨®n a todas luces desacertada. El tiempo se ha hecho cargo de quitarle la raz¨®n hasta el punto de que hoy es viral la frase ¡°From Ugly Duck to Dutch Pearl¡± (de patito feo a perla neerlandesa). Esa mentalidad relajada juega en favor de la ciudad y del viajero, que inevitablemente se sorprende de explorar un lugar tan diferente del resto del pa¨ªs, tan abierto, tan avanzado. De hecho, ni es tur¨ªstica ni quiere serlo. No recibe turistas, sino visitantes, que no es lo mismo.
9.00 Un desayuno con mucha fama
Despu¨¦s de alquilar una bicicleta (la mejor aliada en una ciudad 100x100 bicicletable que recorreremos strijp by strijpt, barrio a barrio) hay que desayunar en la panader¨ªa Houben Worstenbrood (1). No por sus caf¨¦s org¨¢nicos o los zumos de ruibarbo, que son deliciosos, sino porque se despachan los celebrados worstenbroodjes, unos rollos de pan (en plan bollo) rellenos de salchicha, de pollo, de trufa... Este es uno de esos pocos sitios (y de las pocas comidas) que podemos llamar tradicionales, calificativo de dif¨ªcil encaje en Eindhoven. A juzgar por la cantidad de gente que viene a por ellos a cualquier hora es con seguridad uno de los productos m¨¢s demandados en la regi¨®n. Se venden por cajas de seis unidades y sirven tambi¨¦n como regalo (es una pista). Tanto da si los tomas para desayunar, comer, merendar o cenar o si los acompa?as con t¨¦ o cerveza. El funcionalismo hecho comida.
Hay dos puntos en los que focalizar nuestra atenci¨®n arquitect¨®nica: la arquitectura de la transformaci¨®n y la nueva arquitectura. Estamos en frente de dos edificios determinantes: uno es el primero en el que se instal¨® la compa?¨ªa Philips en 1891, cuando Gerard Philips y su padre Frederik, primo hermano de Karl Marx, cambiaron la historia de la ciudad al producir l¨¢mparas el¨¦ctricas incandescentes y bombillas de las que en los primeros cuatro a?os vendieron 200.000 unidades. Hoy alberga el Museo Philips (2), la historia de la luz y la tecnolog¨ªa en el siglo XX. El otro es The White Lady (1928-1931), el edificio con el que despeg¨® la modernidad, esa arquitectura de la transformaci¨®n, las l¨ªneas puras del racionalismo, la llave de la nueva identidad. Un proyecto transformador que, adem¨¢s, abre las puertas al talentoso arquitecto Dirk Roosenburg, un nombre determinante para Philips y para Eindhoven. Tras un gran proceso de renovaci¨®n, actualmente alberga la reputada DEA Design Academy Eindhoven (3) as¨ª como las oficinas de Philips Corporate Design, la galer¨ªa MU y la biblioteca p¨²blica municipal.
12.00 Una pinta de cerveza negra tras el museo
M¨¢s all¨¢ de la calle Septemberplein (4) y de la famosa iglesia de Saint Catherine (obra de 1867 de Pierre Cuypers, el arquitecto del Rijksmuseum y de la estaci¨®n de tren de ?msterdam) (5), da mucho de s¨ª el Van Abbemuseum (6). Fundado en 1936, es de los m¨¢s prestigiosos museos de arte moderno en Europa, con obras de Lissitzky, Picasso y Mondrian, entre otros. En 2003 se inaugur¨® el nuevo edificio proyectado por Abel Cahen.
En este lado de la ciudad ¡ªla vibrante Spoorzone¡ª, donde ya cruza el canal Dommel, vale la pena la cervecer¨ªa City Brewery (7) y probar una especialidad, la 100 Watts, negra artesanal IPA. El lugar para comer es, sin duda, Down Town Gourmet Market (8), un mercado en el que se mezclan puestos de alta cocina callejera con gastronom¨ªa de 19 pa¨ªses (Jap¨®n, Indonesia, M¨¦xico...), y en el que el ambiente no puede ser m¨¢s distendido, ecl¨¦ctico y cosmopolita. La gastronom¨ªa ejerce de reflejo del temperamento abierto y creativo de una ciudad que aglutina m¨²ltiples nacionalidades.
14.00 Dos edificios imprescindibles
Sobre la llamada nueva arquitectura, se ha erigido como icono The Blob de Massimiliano Fuksas (9), la estructura de vidrio y acero en forma org¨¢nica que sale en todas las postales.
M¨¢s reciente e interesante es la torre Trudo Vertical Forest (10), del italiano Stefano Boeri; un bloque, o mejor dicho, un jard¨ªn vertical, de 70 metros de altura rodeado de balcones escalonados y salientes que soportan m¨¢s de 10.000 plantas. Es uno de los puntos de referencia del barrio Strijp S. Da a una estupenda plaza comunitaria y multiusos con mucho movimiento: hay cursos de grafitis para ni?os, mercadillos los domingos por la tarde y una helader¨ªa llamada Intelligentia Taste Rooms en la que siempre hay cola. Para una cerveza artesanal aut¨®ctona como Van Moll est¨¢ el Blue Collar (11). Para compras nada como el centro comercial Urban Shopper (12) y, para quien quiera comer dos veces, sigue en plena forma Radio Royaal.
16.00 La hospitalidad del dise?o
El aspecto principal de la nueva identidad de Eindhoven como Ciudad Laboratorio viene de la constataci¨®n de que los j¨®venes dise?adores han sido importantes en la b¨²squeda de la calidad de la innovaci¨®n y el pensamiento del dise?o. Grandes nombres como Alessandro Mendini, Andrea Branzi y Peter Eisenman trabajaron junto a una nueva generaci¨®n en temas urbanos e hicieron que la ciudad fuera consciente de la calidad que hab¨ªa que buscar para el futuro. Por eso es habitual encontrarse con detalles y obras de personalidades como el dise?ador Maarten Baas o del d¨²o Kiki and Joost. En cualquier caso, un imprescindible es el dise?ador Piet Hein Eek, una referencia mundial.
Vale mucho la pena desplazarse hasta el espacio que lleva su nombre en el residencial (13) y extraordinariamente tranquilo Strijp R que, adem¨¢s de tienda, showroom y estudio, se ha inaugurado hace unos meses como hotel. Para quien guste del dise?o, del arte y de la arquitectura industrial no hay mejor alojamiento que este: 13 habitaciones en la ¨²ltima planta de un edificio que en su d¨ªa fue una f¨¢brica, renovado con un buen gusto indecente. Aqu¨ª se siente la hospitalidad del dise?o. No es que uno entienda el dise?o, es que el dise?o le entiende a uno.
17.00 Un prodigio futurista-brutalista
Cerca del alojamiento conviene visitar el fundacional edificio Evoluon (14), un prodigio futurista-brutalista hipn¨®tico por dentro y por fuera. F¨¢cilmente reconocible por sus apariencias de ovni, durante a?os fue el emblema de Eindhoven y de Philips. Es obra de Leo de Bever y desde su fundaci¨®n, en 1966, fue un museo de ciencia. Igualmente interesante resulta recorrer Het Witte Dorp (15), el ¡°barrio blanco¡± que ide¨® y proyect¨® entre 1987 y 1938 el gran Willem Marinus Dudok, quiz¨¢s el mejor representante holand¨¦s del movimiento moderno y quien refin¨® su audacia en otra ciudad llamada Hilversum.
Como no pod¨ªa ser de otra manera, en Eindhoven se puede ver la primera casa impresa en 3D habitada, como parte del proyecto Milestone, todo un acontecimiento del que se hizo eco la prensa internacional con largos art¨ªculos sobre la pareja que la estren¨®. Y ya que estamos, volvamos a Roosenburg, pues a¨²n quedan dos de sus edificios m¨¢s interesantes y de gran repercusi¨®n en la historia de la ciudad: por un lado, el Natlab (16), hoy reconvertido en cine, en su d¨ªa laboratorio de f¨ªsica en el que estuvo Einstein en 1923, a?o en el que se inaugur¨® un edificio francamente adelantado y en el que en 1982 se invent¨® el CD. Y, por otro, una obra cumbre, de gran precisi¨®n geom¨¦trica: Welschap (17), el primer aeropuerto que tuvo esta regi¨®n, ahora reconvertido en un bar de tapas que mantiene el esp¨ªritu viajero y la memoria de los aviones.
20.00 Cena con vistas
La mezcla de dise?o y tecnolog¨ªa conduce inevitablemente a la innovaci¨®n, algo que se potenci¨® en Eindhoven en los tiempos de Philips y que, claramente, perdura. Se sobrepuso a los bombardeos de la II Guerra Mundial experimentando y mirando hacia adelante. Eso es algo que se aprecia muy bien observando la ciudad desplegada y extendida desde la terraza del Vane Restaurant ¡ªen la ¨²ltima planta del hotel NH¡ª (18), una cocteler¨ªa de moda. Aunque para acabar de entender esa singularidad hay que terminar en el restaurante hotel De Kazerne (19), sublime lugar que combina gastronom¨ªa y espacios expositivos y cuyo lema es ¡°Eat-drink-design¡± (come-bebe-dise?a), con un toque italiano, claro. M¨¢s New Dutch, imposible.
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