Una vuelta a los Pa¨ªses Bajos, m¨¢s all¨¢ de ?msterdam
De arquitectura contempor¨¢nea en R¨®terdam a los paisajes buc¨®licos de la isla de Texel, un viaje al interior holand¨¦s en seis saltos
Bienvenidos a un pa¨ªs de cuento que se esconde tras una gran ciudad. ?msterdam, la capital, parece acapararlo todo en los Pa¨ªses Bajos; ni siquiera la cercana R¨®terdam, capital del dise?o y de la arquitectura contempor¨¢nea, o la universitaria Maastricht, que acogi¨® la firma del tratado fundacional de la Uni¨®n Europea en 1992, consiguen arrancarle una pizca de su poder de atracci¨®n. Pero conviene ir m¨¢s all¨¢ de la ciudad de los canales ¡ªaprovechando sus magn¨ªficas conexiones con el resto del mundo¡ª para descubrir c¨®mo son realmente los neerlandeses y el resto del pa¨ªs de los molinos de viento, de las bicicletas, del Arte con may¨²sculas, de los paisajes buc¨®licos y tranquilos, y de las espl¨¦ndidas ciudades de la Edad de Oro holandesa, como Delft, cuna de Vermeer, o Leiden, ciudad natal de Rembrandt.
1. Haarlem, la original
El territorio que rodea ?msterdam hacia el norte, a modo de corona, combina el aire rural con algunas ciudades elegantes como Haarlem, a unos 20 kil¨®metros de la capital holandesa, y que dio nombre, al otro lado del Atl¨¢ntico, al conocido distrito neoyorquino. Es la localidad m¨¢s importante de esta regi¨®n, en la que podremos contemplar a los maestros holandeses en el interior del museo Fans Hals, y en el exterior una muestra de la grandeza neerlandesa en el siglo XVII, con sus c¨¦ntricos canales y las amplias playas en la costa oeste. Hacia el este de ?msterdam encontramos la poderosa fortaleza medieval de Muiden, del siglo XIII, y hacia el norte se pueden visitar peque?os pueblos de puertos anclados en la Edad de Oro, repletos de m¨¢stiles, como Hoorn y Enkhuizen, donde se puede descubrir c¨®mo era la dura vida de los marineros antes de la construcci¨®n del gran dique de Afsluitdijk. Tambi¨¦n ciudades de canales como Alkmaar y Edam, popular por su queso y los mercados donde se vende desde hace siglos.
Esta regi¨®n norte de los Pa¨ªses Bajos presenta un paisaje de campi?a azotado, generalmente, por el viento, y que intenta protegerse del mar de la mejor manera posible: recorremos sus grandes p¨®lderes (zonas rodeadas de diques donde el nivel del agua se controla artificialmente), las tierras de cultivo con molinos de viento, vacas y ovejas, as¨ª como dunas y campos de flores. En Naarden espera al viajero una enorme fortaleza en forma de estrella con calles elegantes que invitan a pasear, y en Broek op Langedijk, cerca de Alkmaar, podremos asistir a una subasta flotante en el Broeker Veiling, un museo de historia que remonta al visitante al siglo XIX en esta zona anegada donde operaban unas 150.000 peque?as granjas, cada una en una isla. Los granjeros cuidaban de sus campos a bordo de una barca de remos que cargaban con sus productos para acudir a una casa de subastas para que los compradores al por mayor pujaran por las mercanc¨ªas.
Para los amantes de las bicicletas y los paseos tranquilos, la escapada ideal es la isla de Texel, a la que se llega f¨¢cilmente en ferri, y donde se puede pedalear junto a dunas, playas desiertas, bosques y prados con ovejas. La pl¨¢cida vida neerlandesa en todo su esplendor.
2. Frisia, la buc¨®lica
Los frisios son una poblaci¨®n independiente, con idioma propio que exhiben con orgullo en las se?ales de carretera. M¨¢s que construir diques para proteger sus tierras del mar, en realidad crearon dichas tierras en s¨ª. Las singulares marismas entrelazadas con el Waddenzee (Mar de Frisia) figuran en la lista de patrimonio mundial de la Unesco, y las islas de este mar son el destino veraniego de moda del pa¨ªs, con bosques, dunas y playas surcados de sendas ciclistas. Una provincia perfecta para desacelerar la marcha, entre virgen naturaleza costera y abundantes vacas blancas y negras.
M¨¢s all¨¢ de su c¨¦ntrica y din¨¢mica capital, Leeuwarden, bordeada de canales y con excelentes museos y una creativa gastronom¨ªa, la regi¨®n da para mucho. Encontramos localidades portuarias como Harlingen, que seduce con su arquitectura del siglo XVI y los arenques, caballas y diminutas gambas reci¨¦n pescadas, as¨ª como la llamada isla del monje gris (Schiermonnikoog), un parque nacional repleto de aves y serenidad. Tambi¨¦n podremos regresar a la Edad de Oro neerlandesa y conocer el arte tradicional de la pintura de muebles en la ciudad costera de Hindeloopen; bailar toda la noche en el festival Oerol de Terschelling, dedicado al teatro, la m¨²sica y las artes visuales; perder la noci¨®n del tiempo en la id¨ªlica isla de Ameland, presidida por un pintoresco faro, y, para los m¨¢s deportistas, practicar la vela o el surf de remo en los lagos y r¨ªos de Sneek.
3. El remoto y desconocido noreste
Pocos viajeros se aventuran por este lejano rinc¨®n de los Pa¨ªses Bajos, pero merece la pena. Est¨¢ solo a dos horas en coche de ?msterdam, pero es la zona m¨¢s rural del pa¨ªs, un lugar donde las tradiciones se mantienen vivas y el paisaje est¨¢ salpicado de reliquias prehist¨®ricas. La ruta de senderismo m¨¢s conocida del pa¨ªs, el Pieterpad, empieza en esta regi¨®n: sale de Pieterburen y recorre 490 kil¨®metros hasta Maastricht, en el sur.
Groninga, la capital, es una ciudad joven, con museos, restaurantes, bares, teatros, canales y festivales; es la referencia cultural del norte. Y tambi¨¦n es una base perfecta para hacer excursiones, por ejemplo, a las marismas de la costa, donde el curioso pasatiempo local es conocido como wadlopen (caminar por las marismas). Otro tipo de paseo aguarda en Bourtange, en la frontera oriental con Alemania, siguiendo las murallas del siglo XVI de una imponente fortaleza. M¨¢s al sur, nos adentraremos en los paisajes cambiantes de Drenthe, un aut¨¦ntico jard¨ªn donde se alternan pastos, turberas surcadas de arroyos, pantanales y las hunebedden, c¨¢maras funerarias neol¨ªticas solo accesibles, en algunos casos, a pie o en bici.
4. El olvidado coraz¨®n neerland¨¦s
Las provincias centrales de los Pa¨ªses Bajos, Overjissel y Gelderland (G¨¹eldres), combinan belleza natural ¡ªespecialmente en verano con los campos verdes y muchos senderos y carriles bici¡ª con hist¨®ricas ciudades comerciales de gran riqueza cultural. El parque nacional de Hoge Veluwe es perfecto para pedalear con una bicicleta (gratuita) entre bosques, dunas y espacios verdes, y para visitar el museo Kr?ller-Muller (ubicado dentro del parque), con una de las mejores colecciones de Van Gogh del mundo.
Cada pueblo y ciudad descubren algo nuevo en esta regi¨®n central. Deventer, Zwolle y Kampen son urbes centenarias, con edificios que evocan su pasado como miembros de la Liga Hanse¨¢tica. Deventer, la m¨¢s fotog¨¦nica, luce detalles curiosos en las antiguas fachadas del casco viejo, entre calles serpenteantes. La medieval Zwolle, rodeada por un canal en forma de estrella y viejas murallas, es una de esas ciudades que enamora a primera vista. En Kampen nos sorprende uno de los centros hist¨®ricos mejor conservados del pa¨ªs, con muchas casas, puertas y torres medievales, y hasta un reluciente puente levadizo con ruedas doradas. Y mientras a Nimega (Nijmegen) le da vida su gran comunidad estudiantil, la otra cara de la moneda la encontramos alrededor de Arnhem, con muchos lugares y monumentos de la II Guerra Mundial.
Atravesada por los r¨ªos Waal e IJssel, la regi¨®n central del pa¨ªs tambi¨¦n ofrece espl¨¦ndidas rutas de ciclismo, sobre todo por las orillas pantanosas del Waal, al este de Nimega, y por el delta del IJssel al norte de Kampen, una zona remota y protegida con canales.
5 Maastricht y el sureste
Al sur de la regi¨®n de Limburgo los paisajes se vuelven m¨¢s monta?osos, algo que marca car¨¢cter. En el sur hay un gusto m¨¢s destacado por la buena cerveza y la buena comida, que se plasma en el concepto bougondisch: comer y beber con gran entusiasmo. En la punta meridional se encuentra la ciudad de Maastricht, con sus murallas medievales, sus torres de ladrillo y su profundo sentimiento europeo.
Pegada a la Limburgo septentrional se extiende, hacia el oeste, la regi¨®n de Brabante, una discordante combinaci¨®n de localidades hist¨®ricas. Como Den Bosch (Bolduque), donde El Bosco es uno de los grandes protagonistas (esta es su ciudad natal), en el Jheronimus Bosch Art Center y otros lugares relacionados con el pintor. Breda es festiva y cervecera, y ciudades postindustriales como Tilburg e Eindhoven est¨¢n reinvent¨¢ndose como centros de dise?o, cultura y tecnolog¨ªa, en medio de paisajes tranquilos a los que se puede llegar en bicicleta.
Una fant¨¢stica ruta para pedalear es la que sigue, durante 40 kil¨®metros, el curso del r¨ªo Mosa (Maas), en gran parte por encima de diques. Sale de Den Bosch en direcci¨®n noroeste hasta Heusden, uno de los pueblos m¨¢s bonitos de los Pa¨ªses Bajos, rodeado de fosos, tres molinos de viento y un puerto encantador. Desde all¨ª se puede continuar hasta Woudrichem, otro pueblo casi de postal, y all¨ª, a bordo de un ferri, los ciclistas suelen conectar con Groinchem, al otro lado del r¨ªo, donde tomar el tren de regreso a Den Bosch.
Recorriendo la regi¨®n se pueden encontrar peque?as joyas olvidadas, como Bergen op Zoom, conocida por antropomorfizar el campanario de la iglesia como parte de su ruidoso carnaval y por ser una base para explorar la campi?a del Brabante. La ciudad tiene m¨¢s de 800 edificios protegidos, como el Markiezenhof, uno de los palacios urbanos m¨¢s antiguos que se conserva en los Pa¨ªses Bajos.
6. R¨®terdam, Delft y el sur neerland¨¦s
El sur de los Pa¨ªses Bajos depara contrastes: de la arquitectura contempor¨¢nea de R¨®terdam se pasa, r¨¢pidamente, a un paseo por la Edad de Oro neerlandesa del siglo XVII en la ciudad Delft, cuyo casco hist¨®rico est¨¢ magn¨ªficamente conservado. Pero estos contrastes van m¨¢s all¨¢ de la arquitectura. El exquisito encanto urbano de La Haya se disfruta en medio de una efervescencia art¨ªstica, gastron¨®mica y cultural. Zelanda transmite la sensaci¨®n de lejan¨ªa, con su paisaje ventoso y escasamente poblado, mientras en Gouda contemplamos, reunidos, algunos de los estereotipos neerlandeses: desde las omnipresentes ruedas de su famoso queso amarillo ¡ªcada? jueves en primavera y verano se celebra el mercado del queso delante de la hist¨®rica waag (casa del peso)¡ª hasta sus vestidos tradicionales. Pero m¨¢s all¨¢ de los t¨®picos conviene entrar en la magn¨ªfica Sint Janskerk, iglesia que conserva uno de los mayores conjuntos de vidrieras del siglo XVI, as¨ª como un excelente museo municipal.
Delft tambi¨¦n es una mezcla: la de la austera magnificencia medieval con el esplendor de la Edad de Oro. Destino predilecto para escapadas de un d¨ªa, sus callejas bordeadas de canales y la plaza central suelen llenarse de visitantes. El centro apenas ha cambiado desde los tiempos del pintor Veermer, que naci¨® y pas¨® toda su vida en esta ciudad, aunque la ciudad tambi¨¦n consigui¨® fama gracias a la cer¨¢mica, una inconfundible loza azul y blanca que inicialmente pretend¨ªa imitar la porcelana china.
R¨®terdam, segunda ciudad del pa¨ªs y uno de los grandes puertos de Europa, cierra la ruta con una palabra clave: la innovaci¨®n. En sus calles, arquitectura y urbanismo se combinan con museos interesantes, caf¨¦s, paseos a orillas de los canales y un indiscutible encanto metropolitano. Como iconos de la ciudad destacan el Timmerhuis, proyectado por Rem Kookhass, que acoge el Museo de R¨®terdam, y la Factor¨ªa Van Nelle, conocida como el palacio de cristal, levantada en la d¨¦cada de 1930 y patrimonio mundial. Pero el gran museo de arte de la ciudad es el Boijmas van Beunigen, donde est¨¢n representados todos los periodos y movimientos, incluidos los grandes nombres del Siglo de Oro.
R¨®terdam es tambi¨¦n un enorme museo al aire libre, especialmente de arquitectura contempor¨¢nea, con edificios tan representativos como el Markthal, del estudio MVRDV, un complejo de viviendas cuya estructura en forma de herradura invertida traza un arco de 40 metros de altura y paredes de cristal que acoge en su interior un animado mercado gastron¨®mico. Otro icono es la Estaci¨®n central, con un inolvidable vest¨ªbulo de pasajeros cubierto por un techo puntiagudo revestido de acero. O las alucinantes casas de la calle Overblaak, un bosque de 38 apartamentos c¨²bicos (y una torre en forma de l¨¢piz) con inclinaciones imposibles que se ha convertido en una las estructuras m¨¢s reconocibles de la ciudad.
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