Alfarnate, el pueblo de M¨¢laga que se convierte en Jap¨®n durante este fin de semana
Con apenas un millar de habitantes, el municipio organiza talleres, exhibiciones, desfiles, mercadillos y m¨¢s actividades relacionadas con la cultura nipona en el festival Sakura, que celebra la floraci¨®n de estos ¨¢rboles tradicionales de la zona
El arco calizo central es una serie de monta?as que divide la provincia de M¨¢laga. Son cumbres imponentes, fr¨ªas, llenas de tajos y sugestivas formaciones rocosas moldeadas por la erosi¨®n. A sus pies se despliegan amplios prados donde se cultiva cereal, pero sobre todo olivos y almendros, m¨¢s adaptados al secano andaluz. Hay una excepci¨®n: los campos de cerezos de Alfarnate, un min¨²sculo pueblo blanco de apenas un ...
El arco calizo central es una serie de monta?as que divide la provincia de M¨¢laga. Son cumbres imponentes, fr¨ªas, llenas de tajos y sugestivas formaciones rocosas moldeadas por la erosi¨®n. A sus pies se despliegan amplios prados donde se cultiva cereal, pero sobre todo olivos y almendros, m¨¢s adaptados al secano andaluz. Hay una excepci¨®n: los campos de cerezos de Alfarnate, un min¨²sculo pueblo blanco de apenas un millar de habitantes. La explosiva floraci¨®n de estos ¨¢rboles se ha convertido en atractivo tur¨ªstico. Tanto, que el a?o pasado se impuls¨® con el nacimiento del festival Sakura, palabra que define a esta flor en Jap¨®n, donde es venerada. Este fin de semana, el s¨¢bado 15 y domingo 16 de abril ¡ªsu d¨ªa grande¡ª, celebra la segunda edici¨®n con talleres, exhibiciones, desfiles y mercadillos alrededor de la cultura nipona. Hasta sus habitantes se visten con kimonos para convertir a la localidad malague?a en un pedacito de Jap¨®n durante dos d¨ªas.
El r¨ªo Sabar, casi siempre seco, da forma al casco urbano del pueblo, el m¨¢s alto de la provincia ¡ªa 925 metros de altitud¡ª y donde cada invierno suele nevar. Ese caracter¨ªstico fr¨ªo es el que ha ayudado a que el cerezo arraigue con fuerza aqu¨ª, propiciando que desde hace 15 a?os se celebre el D¨ªa de la Cereza durante el mes de junio. Ahora, tambi¨¦n es la excusa para el festival Sakura, en el que se involucra casi todo el municipio. Fue la comunidad japonesa asentada en la Costa del Sol la que sirvi¨® de inspiraci¨®n para el evento. ¡°Cada a?o ven¨ªan a ver las flores de los cerezos, algo muy t¨ªpico en su pa¨ªs¡±, explica el alcalde, Juan Jes¨²s Gallardo. ¡°Ech¨¢bamos el d¨ªa con ellos en el campo y un d¨ªa pensamos: ?Por qu¨¦ no lo celebramos nosotros tambi¨¦n?¡±, recuerda. As¨ª naci¨® un evento previsto inicialmente para 2020, pero que, como tantos otros, la pandemia se llev¨® por delante.
En 2022 se celebr¨® la primera edici¨®n, pero la intensa calima que llen¨® media Espa?a de barro hizo que se retrasara una semana para que diese tiempo a limpiar el pueblo. A pesar de todo, funcion¨®. Los vecinos se volcaron en la preparaci¨®n y el turismo respondi¨®. As¨ª que este 2023, con m¨¢s tiempo, la cita ha crecido con m¨¢s actividades repartidas por numerosas calles: talleres de caligraf¨ªa oriental, origami, palillos o ilustraci¨®n, exhibiciones de artes marciales sobre un tatami o food truck con platos japoneses son algunas de ellas, a las que se sumar¨¢ un mercadillo tradicional con productos y artesan¨ªas de la zona.
Tambi¨¦n est¨¢ previsto un desfile en el que participan los habitantes de la localidad, que se visten con kimonos cosidos por sus vecinas ¡ªmuchas trabajaron durante a?os en una cooperativa de costura ya desaparecida¡ª y la ayuda de la dise?adora local Inmaculada Toledo Betancor, cuya marca lleva sus dos apellidos. ¡°La idea era que nos pudi¨¦semos integrar en la fiesta. Si en otras ocasiones nos vestimos de aldeanos o de moros y cristianos, aqu¨ª pensamos que podr¨ªamos ir todos con el tradicional kimono¡±, dice la dise?adora, de 29 a?os.
Otras mujeres participan en la elaboraci¨®n de hasta 50.000 flores de papel para decorar las calles de Alfarnate. Llevan m¨¢s de un mes trabajando cada tarde en el centro Guadalinfo, espacio p¨²blico dedicado a la formaci¨®n. ¡°Todo est¨¢ hecho a mano¡±, cuenta Isabel Robledo, que ejerce de anfitriona: ¡°El pueblo estar¨¢ precioso y los campos de cerezos est¨¢n divinos. Hay que venir este fin de semana¡±.
Senderismo, bici y gastronom¨ªa
El municipio ha dise?ado una ruta ¡ªcuyo mapa se puede encontrar en el Ayuntamiento¡ª que transita junto a un buen n¨²mero de fincas de cerezos, cuyas blancas flores iluminan el camino (y que los agricultores piden que no se toquen, porque cada flor arrancada es una cereza menos). Es este un camino sencillo, intuitivo y accesible que nace y muere en el propio casco urbano. Tiene apenas 280 metros de desnivel en sus casi 12 kil¨®metros de recorrido, aunque existen distintas variantes para acortar el trayecto si aparece el cansancio. Un paseo encantador que, m¨¢s all¨¢ del cerezo en flor, ofrece desconexi¨®n. Apenas los cencerros de ovejas y cabras ¡ªla ganader¨ªa, con la agricultura, es el principal sustento local¡ª rompen el silencio. Hay amplias majadas coloreadas por los jaramagos amarillos o las jaras lilas y viejas encinas salpicadas en el suelo calizo. Sorprende el rumor del agua casi constante en acequias o fuentes con agrupaciones de pilas a su alrededor, abrevaderos para el ganado. Hay un discreto puente romano y una treintena de pozos con capilla, es decir, con una c¨²pula enlucida y blanqueada como cubierta.
M¨¢s all¨¢, el t¨¦rmino municipal est¨¢ cuajado de senderos que permiten descubrir el entorno, como el denominado Lagar Las Morillas ¡ªde seis kil¨®metros y recorrido circular¡ª o el conocido como Vilo, de 11 kil¨®metros, lineal y con excelentes vistas al arco calizo central y sierras como las de San Jorge o Chamizo e incluso a las cumbres blancas de Sierra Nevada. Quien simplemente prefiera pasear por el pueblo y sus callejuelas tiene como destinos m¨¢s probables la vieja ermita del siglo XVI ¡ªy consagrada a la virgen de Monsalud¡ª o la iglesia de Santa Ana, del mismo siglo pero reconstruida a finales del XX y que destaca por su torre mud¨¦jar.
Para comer se puede tapear en el bar Bel¨¦n o en los restaurantes El Color¨ªn y Los Pirineos de la Costa del Sol, ya en la localidad vecina de Alfarnatejo, a cinco kil¨®metros. A mitad de camino entre ambos municipios se encuentra, sin embargo, el destino gastron¨®mico m¨¢s cl¨¢sico de la zona: La Venta de Alfarnate. Ligada a leyendas de bandoleros, es una de las m¨¢s antiguas de Andaluc¨ªa ¡ªen este edificio se da de comer desde hace casi cuatro siglos¡ª y est¨¢ regentada por la familia de Cristina Zulueta desde hace 25 a?os, hoy con sus hijos Alejandro y Diego al cargo. Hay platos de cuchareo y carnes a la brasa, pero en sus salones la comanda m¨¢s repetida es el plato A lo bestia. Lleva migas, chorizo, morcilla, huevo frito, pimiento y fruta de temporada. A quien sea capaz de devorarlo y pida un segundo, este corre por cuenta de la casa. Sea como sea, hay que dejar hueco para un sabroso postre: gachas de an¨ªs con picatostes y miel de ca?a. En junio ser¨¢ ya el tiempo de las cerezas para terminar el ciclo del fruto que ha puesto en el mapa tur¨ªstico a Alfarnate.
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