El parque regional de Calblanque, el Monte de las Cenizas y la Pe?a del ?guila, un para¨ªso ins¨®lito en la costa de Murcia
A un paso de Cartagena y el amenazado Mar Menor sobrevive uno de los ecosistemas m¨¢s portentosos de la ribera mediterr¨¢nea. Un entorno de calas, dunas, palmitos, acantilados y largas playas de fina arena dorada
M¨¢s all¨¢ del ladrillo y los campos de golf, el castigado litoral de la Regi¨®n de Murcia atesora un tramo de costa mediterr¨¢nea casi virgen con una enorme y original riqueza natural: el Parque Regional de Calblanque, Monte de las Cenizas y Pe?a del ?guila. Calblanque es la joya de la corona, la playa m¨¢s popular y apreciada, pero el litoral entre Cartagena y el cabo de Palo...
M¨¢s all¨¢ del ladrillo y los campos de golf, el castigado litoral de la Regi¨®n de Murcia atesora un tramo de costa mediterr¨¢nea casi virgen con una enorme y original riqueza natural: el Parque Regional de Calblanque, Monte de las Cenizas y Pe?a del ?guila. Calblanque es la joya de la corona, la playa m¨¢s popular y apreciada, pero el litoral entre Cartagena y el cabo de Palos es una sucesi¨®n de calas al margen del cercano bullicio vacacional de La Manga o de los problemas de las playas del Mar Menor.
Al ser uno de los ¨²ltimos tramos de costa virgen de esta regi¨®n, en torno a Calblanque se han desarrollado en los ¨²ltimos a?os numerosas iniciativas y proyectos para garantizar la sostenibilidad dentro del parque, desde la regulaci¨®n de la agricultura (libres de pesticida) hasta la rehabilitaci¨®n de las antiguas casas de labranza o el control de acceso a veh¨ªculos particulares, que en verano se convierte en un aut¨¦ntico problema.
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Hasta hace no muchas d¨¦cadas, estas playas de la costa sur de Murcia, entre Cartagena y el cabo de Palos, eran un territorio realmente salvaje y desconocido. Muy poca gente llegaba hasta estas playas de dif¨ªcil acceso, protegidas por la zona minera de Portm¨¢n y La Uni¨®n, con sus montes resecos, sus bocaminas y chimeneas abandonadas. Apenas alg¨²n forastero que se perd¨ªa por los caminos sin asfaltar, un aislado puesto de la Guardia Civil que vigilaba el contrabando por estas desconocidas calas y un par de caser¨ªos dispersos entre chumberas y dunas.
Primero llegaron las inmobiliarias. Pero en 2004, la Comisi¨®n Europea ech¨® por tierra el intento de desproteger 100 hect¨¢reas del parque regional para que la empresa Portm¨¢n Golf construyera un complejo de viviendas en la zona, con lo que se logr¨® frenar la destrucci¨®n de un paisaje de singular valor, un lugar con un extraordinario inter¨¦s bot¨¢nico, testimonio de lo que podr¨ªa haber sido la costa mediterr¨¢nea espa?ola si se hubiera actuado con criterios ambientales.
Un ed¨¦n al borde del desastre
Hoy el parque regional de Calblanque es un caso at¨ªpico en la red de espacios naturales espa?oles, un superviviente libre de f¨¢bricas y edificios. A un paso quedan los vertidos fitosanitarios a la laguna que est¨¢n a punto de acabar con el Mar Menor. Tampoco andan lejos los 60 millones de toneladas de residuos qu¨ªmicos minerales que se vertieron entre 1948 y 1991 directamente al mar en la bah¨ªa de Portm¨¢n ¨Dnombre derivado del Portus M¨¢gnum romano¨D, en el municipio murciano de La Uni¨®n, hasta colmatarla por completo, en lo que se considera uno de los mayores atentados medioambientales del Mediterr¨¢neo.
Por eso resulta especialmente curioso que, entre el cabo de Palos, al sur de La Manga, y la desaparecida ensenada de Portm¨¢n, a lo largo de casi 15 kil¨®metros, se extienda un litoral tan bien conservado en el que van alternando acantilados y playas de arena en un paisaje que sorprende por su armon¨ªa. Ese tramo, a veces de dif¨ªcil acceso, es la excepci¨®n en un paisaje de refiner¨ªas, mega puertos, campos de golf y urbanizaciones.
En Calblanque, que en su momento pudo correr la misma suerte que La Manga, se encuentra uno de los mejores muestrarios de plantas ibero-africanas (presentes en ambas orillas del Mediterr¨¢neo), entre las que hay artos, orovales, cornicales, bayones, albaidas... Especies que se han tenido que adaptar al clima y a la complejidad geol¨®gica de la zona, dando como resultado una gran variedad. Adem¨¢s, la parte m¨¢s litoral de la reserva recibe nieblas y humedad; salinidad y vientos frecuentes, y todo eso se traduce en peculiares formaciones geol¨®gicas como las dunas f¨®siles y su exclusiva vegetaci¨®n.
Al margen de su valor ecol¨®gico, Calblanque es tambi¨¦n un sitio perfecto para pasar un d¨ªa de playa, sobre todo si se evita el verano, cuando los ba?istas lo invaden. El resto del a?o se puede disfrutar de un espacio natural diferente: un territorio monta?oso y costero, con especies ¨²nicas en Europa, con salinas, escarpes calizos, una fauna importante e interesantes puntos de observaci¨®n de aves. A todo ello se suma un patrimonio hist¨®rico e industrial, especialmente el vinculado a la miner¨ªa, que se remonta a cartagineses y romanos.
El ca?¨®n gigante del monte de las Cenizas
Uno de los hitos de una visita al parque regional de Calblanque es el monte de las Cenizas, que se alza bruscamente desde el mar hasta los 300 metros de altura. De ello da fe la impresionante bater¨ªa de costa, construida en 1930, que se conserva en la cima y a la que se puede llegar por una c¨®moda pista balizada como sendero de peque?o recorrido PR-MU2.
Al monte se asciende por un camino que atraviesa los bosques que cubren la vertiente norte de las sierras cartageneras. La ruta asciende con poca pendiente por las laderas septentrionales del monte de las Cenizas, atravesando en este tramo un denso bosque mediterr¨¢neo. En el camino salen al paso las bocas de antiguos t¨²neles mineros; un poco m¨¢s adelante se llega a la curiosa portada de acceso, inspirada en las pir¨¢mides mayas y toltecas, de los fortines militares de la bater¨ªa costera, construida entre 1930 y 1934, que proteg¨ªa la entrada al puerto de Cartagena. Lo m¨¢s llamativo es el enorme ca?¨®n de fabricaci¨®n inglesa de 1926, que pod¨ªa lanzar proyectiles de una tonelada a 35 kil¨®metros de distancia. Desde la cima, las panor¨¢micas son magn¨ªficas: se ven los acantilados al sur y al oeste, muy cerca, la anegada bah¨ªa de Portm¨¢n.
Playas como reci¨¦n creadas
Casi todo el mundo llega a Calblanque para disfrutar de sus playas, solitarias si hay suerte. La de Parre?o es la m¨¢s recoleta, pero tambi¨¦n el arenal m¨¢s salvaje de los de la zona central del parque. Alejado de los accesos y aparcamientos, exige una peque?a caminata, pero la recompensa es que suele estar poco concurrido. Es tambi¨¦n playa nudista con un aspecto casi de postal, con algunas dunas rodeadas de la vegetaci¨®n salvaje caracter¨ªstica del Mediterr¨¢neo.
La playa m¨¢s popular, y la m¨¢s extensa, es playa Larga: un arenal dorado perfecto para dar largos paseos y disfrutar de un paisaje virgen y sin construcciones a la vista. Es la ¨²nica playa de Calblanque que cuenta con servicio de socorrista durante el verano, as¨ª que es perfecta para ir en familia y practicar deportes n¨¢uticos.
La tercera opci¨®n es cala Arturo, una de las playas m¨¢s abiertas de Calblanque, a la que se accede por una pasarela de madera. Aqu¨ª es f¨¢cil encontrar surfistas en todas sus versiones, incluido el kitesurf.
Desde Calblanque, la costa se sucede hasta el cabo de Palos en una serie de caletas m¨¢s o menos cerradas, como cala Dorada, con arena rubia, peque?a, recogida, como de postal, y con un mirador, el de Punta Negra, que regala una de las mejores panor¨¢micas de la zona. Tambi¨¦n est¨¢ cala Negrete, una playa ¨ªntima y tranquila que requiere caminar un poco. En el extremo sur del parque regional encontramos una playa muy diferente, la conocida como Cola del Caballo, en Portm¨¢n. Las arenas aqu¨ª son negras como el carb¨®n, pero muy finas, y se extienden a lo largo de peque?as calas rodeadas de acantilados de m¨¢s de 150 metros de altura.
M¨¢s all¨¢ de sus playas, otro espacio emblem¨¢tico de Calblanque son las salinas del Rasall, unos salares artificiales en el coraz¨®n del parque, al lado de la costa, desde donde se elevaba el agua para su aprovechamiento salinero. Actualmente ya no se explotan, pero el lugar es muy interesante con sus paneles explicativos sobre estas labores, su peculiar vegetaci¨®n y por la frecuente presencia de aves, que se pueden ver con prism¨¢ticos desde una caba?a convertida en observatorio.
Senderismo en el Cabezo de la Fuente
El territorio invita, por supuesto, al senderismo. Hay por ejemplo una ruta se?alizada que rodea el monte del Cabezo de la Fuente en sentido contrario a las agujas de reloj. Son unos ocho kil¨®metros con salida y llegada desde el centro de visitantes de Las Cobaticas o el aparcamiento del Atochar. El camino transcurre primero por los alrededores del parque, entre antiguos cultivos y algunas casas, con vistas al Campo de Cartagena y a La Manga del Mar Menor; luego gira hacia la costa, y sube a lo alto del Cabezo de la Fuente y a su mirador.
A partir de la Fuente Grande, el sendero resulta m¨¢s bonito y entretenido y asciende entre algunas casas dispersas hasta llegar a unirse con el sendero del Mediterr¨¢neo GR-92, que corre paralelo a la costa. Cuando algo m¨¢s arriba de repente el caminante se asoma al mar, la impresi¨®n es magn¨ªfica. Los acantilados hacia el oeste, las playas hacia al este, la monta?a del Cabezo de la Fuente detr¨¢s y la ausencia de construcciones hacen de este tramo una experiencia muy agradable.
El sendero gira a la izquierda y poco a poco desciende, al final con cierta pendiente, hasta las cercan¨ªas de la playa Parre?o. Luego, con peque?as subidas y bajadas para atravesar las torrenteras que descienden de la ladera, la ruta conduce hacia las largas playas de Calblanque, donde merece la pena acercarse para ver las dunas o darse un chapuz¨®n. En esta zona se pasa por algunos bosquetes de sabina mora, la especie bot¨¢nica se?era en la zona.
Una historia milenaria
De lo antigua que es la ocupaci¨®n de esta zona (poblada por cartagineses, romanos, bizantinos¡) deja constancia la llamada calzada romana del Monte de las Cenizas. Este antiguo ramal de la V¨ªa Augusta ¨Dque un¨ªa la Cartago Nova romana, actual Cartagena, con Tarraco (Tarragona)¨D fue un importante punto de enlace de la costa con el Mar Menor hasta principios del siglo XX, que fue cuando se construy¨® la carretera hacia Portm¨¢n.
En los ¨²ltimos a?os se ha hecho una restauraci¨®n de la v¨ªa, respetando los materiales y el trazado, eliminando la vegetaci¨®n que la ocultaba y adecuando el firme y los muros. Tambi¨¦n se ha recuperado el entorno natural integr¨¢ndolo en el monte de las Cenizas.
Los grandes fondeaderos naturales de la zona y la riqueza mineral (plata, plomo, zinc y otros metales) de las sierras de Cartagena han marcado su historia incluso antes de que los romanos crearan aqu¨ª una de sus grandes ciudades hispanas: Cartago Nova. Portm¨¢n fue el gran puerto desde el que se exportaba el mineral a todo el Mediterr¨¢neo, hasta que en el siglo II se agotaron los filones. Las nuevas t¨¦cnicas permitieron retomar la explotaci¨®n minera a finales del siglo XVIII, hasta la segunda mitad del siglo XX. El impacto en la zona fue tremendo, sobre todo con las minas a cielo abierto. El caso m¨¢s famoso es la bah¨ªa de Portm¨¢n en torno a la cual quedan interesantes restos de arqueolog¨ªa industrial.
C¨®mo acceder a Calblanque
El acceso al parque regional está protegido y limitado para los vehículos privados. Lo que sí hay son aparcamientos disuasorios gratuitos para estacionar y caminar desde allí a las calas. Durante los meses de verano, para evitar aglomeraciones, existe un autobús que une durante todo el día los aparcamientos y las playas. Todos los caminos son de tierra y no están asfaltados.
El acceso principal al parque es la salida 9 bis/10 de la RM-312, que lleva al centro de visitantes de Las Cobaticas. Aquí se sitúa el aparcamiento disuasorio de verano y el punto de partida de los autobuses lanzadera.
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