Escapada murciana al sol de marzo
Del Barrio del Foro Romano de Cartagena a la cala del Barco, una ruta en coche por el litoral para disfrutar de las playas y las panor¨¢micas desde bater¨ªas de costa
Entre las Murcias por descubrir hay una ruta que recorre la escarpada costa del Campo de Cartagena, un lugar donde la industrializaci¨®n y el pasado minero se combinan con las no menos hist¨®ricas bater¨ªas de costa ¡ªcomplejos militares¡ª, inmersas en un entorno montaraz, marcado con campos crom¨¢ticos pardos y rasgos submarinos asombrosos.
Cala Cortina
Quien pase por Cartagena har¨¢ bien en detenerse en el Barrio del Foro Romano, aunque solo sea para admirar el templo de Isis o las pinturas de las salas de banquetes. A pie desde el Ayuntamiento se llega en unos 40 minutos a la cala Cortina, encajada entre las decimon¨®nicas bater¨ªas de Trincabotijas, alta y baja. Esta playa suma 200 metros de arena dorada y el acceso decorado con trencad¨ªs lleva al restaurante Mares Bravas y sus afamados calderos cartageneros.
El valle de Escombreras
Siguiendo el litoral hacia el este, el m¨¢ximo asombro se apodera de uno al atravesar el tercer t¨²nel que horada la sierra de la Fausilla. Sorprende que se pueda atravesar libremente la densidad industrial que esconde el valle de Escombreras. Cartagena acoge esta segunda d¨¢rsena donde lo mismo asoman los enormes tanques de la central de gasificaci¨®n que la isla de Escombreras con el faro; y despu¨¦s la central t¨¦rmica de ciclo combinado y la refiner¨ªa.
Salimos en la autov¨ªa CT-34 direcci¨®n La Uni¨®n. La excusa para ir a este municipio murciano la ofrecen la mina Agrupa Vicenta y tambi¨¦n los fondos del Museo Minero, expuestos provisionalmente en su Ayuntamiento modernista.
Portm¨¢n
Regresando un tramo de la ruta, en La Esperanza est¨¢ el desv¨ªo hacia Portm¨¢n y, al final, un paisaje bien conservado avanza apresuradamente hacia nosotros. En el punto kilom¨¦trico 4,8 hay que descender la pista (y hacerlo con cuidado y nunca tras la lluvia) a la playa de El Gorgel, donde conviven algunas viviendas precarias con la piscifactor¨ªa de doradas y engorde de atunes, muchos de los cuales acaban en la lonja de Tokio. Un tranquilo escenario que entra en la tipolog¨ªa de playa naturista.
Resulta imposible sobreponerse al estupor que suscita la bah¨ªa de Portm¨¢n ¡ªnombre derivado del Portus M¨¢gnum romano¡ª, con cabida para el fondeo de una flota completa. Una ensenada colmatada por 60 millones de toneladas de est¨¦riles arrojados entre 1948 y 1991 (lo que se ha llegado a considerar como uno de los mayores atentados ecol¨®gicos de la costa espa?ola), en v¨ªas, eso s¨ª, de renaturalizaci¨®n. Conforme se secan los restos dragados, una cinta transportadora de 2,7 kil¨®metros los devuelve a su mina original.
Un cortejo de chimeneas, castilletes y aerogeneradores proyectados sobre el mar acompa?a entre las casas de Portm¨¢n. En cuanto a gastronom¨ªa, la tradici¨®n lleva por nombre Casa Cegarra (968 54 80 57), en el que los hijos de Paca Galindo siguen bordando el caldero de pescadores. En el viejo puerto, donde los norayes perviven a 400 metros del mar, el restaurante Mar de Ca?as reabrir¨¢ a finales de marzo bajo el nombre Azul Portm¨¢n. Pablo Pag¨¢n apuesta por la alta cocina mediterr¨¢nea con fusiones internacionales, empezando por el rodaballo con carrillera de cerdo ib¨¦rico. Qui¨¦n iba a decir que encontrar¨ªamos en su carta uno de los platos estrella del chef ?ngel Le¨®n: el arroz con plancton. El men¨² degustaci¨®n, con maridaje, cuesta 60 euros.
La punta de La Chapa
A la salida nos adentramos en el parque regional de Calblanque, Monte de las Cenizas y Pe?a del ?guila. Aparcamos en la playa del Lastre para subir al faro de la punta de La Chapa, desde donde se contin¨²a por las bater¨ªas del cabo Negrete. La primera que uno se encuentra es la desartillada bater¨ªa de La Chapa. Construida en 1931, cubr¨ªa los espacios muertos de la m¨¢s alta de las Cenizas en defensa de la base naval de Cartagena. Quedan encima de los ventanales las siluetas de los nav¨ªos enemigos. En la playa, adem¨¢s de poder tomar el sol, sirven pescado fresco a la plancha todos los d¨ªas en el restaurante El Cubano.
En busca de la cala del Barco
Siguiendo por la carretera MU-314, en el kil¨®metro 2,1, est¨¢ la valla de la pista militar al monte de las Cenizas. El aparcamiento se encuentra 200 metros m¨¢s adelante, tras desviarse a la izquierda hacia El Llano del Beal.
En medio del verdor de los pinos la tranquilidad se apodera de los senderistas. De los tres kil¨®metros de suave pendiente y curvas de amplio radio se deduce que por este vial se subieron los ca?ones de 86 toneladas cada uno. El portal¨®n, inspirado en las ruinas mayas de Chich¨¦n Itz¨¢ (M¨¦xico), sirve de entrada a la bater¨ªa del programa de defensa de Primo de Rivera, proyectado en 1926 para dotar de un cintur¨®n defensivo a la estrat¨¦gica plaza de Cartagena. A una cota de 307 metros de altitud, las Cenizas despide el aire de misterio y melancol¨ªa de lo ca¨ªdo en desuso en medio de una naturaleza pr¨ªstina. En lugar prominente, los dos ca?ones Vickers de 381 mil¨ªmetros y sobrecogedor empaque, capaces de lanzar por sus tubos de 16 metros proyectiles de 886 kilos a una distancia de 35 kil¨®metros. A un lado, cabo Ti?oso y, al otro, el mar Menor.
El cansancio se sobrepone en el spa del lujoso complejo tur¨ªstico La Manga Club, muy conocido por sus tres campos de golf y tambi¨¦n por su hotel de cinco estrellas, sus 28 pistas de tenis y 8 campos de f¨²tbol. Hay que atravesar el recinto en busca de la secreta cala del Barco. La pista de bajada es ancha y en fuerte pendiente, lo que permite detener el coche a mano izquierda y obtener una inmejorable panor¨¢mica de las escabrosidades del para¨ªso playero de Calblanque.
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