Sabores locales de Nueva York: un popurr¨ª gastron¨®mico en las calles de Manhattan, Brooklyn y Queens
Moldeada por la inmigraci¨®n desde hace siglos, la ciudad estadounidense sigue recibiendo influencias culinarias de todo el planeta. Restaurantes sofisticados, nuevas propuestas sin pretensiones, puestos callejeros y mercados inundan sus calles
En Nueva York se puede dar la vuelta al mundo, al menos en sabores, porque los neoyorquinos son de cualquier lugar del planeta y lo que comen, tambi¨¦n. La emigraci¨®n ha creado a lo largo de los siglos una ciudad ¨²nica que hoy presume de su ampl¨ªsimo panorama culinario, que abarca desde restaurantes con estrellas Michelin y establecimientos especializados en cocinas de todo el mundo hasta cafeter¨ªas abiertas 24 horas y locales informales.
Todo depende de gustos, de bolsillos y tambi¨¦n de tener una m¨ªnima curiosidad por conocer la diversidad cultural de una ciudad hecha como un puzle de muchas tradiciones. Aqu¨ª, los periodis?tas gastron¨®micos cubren trivialidades como la competencia entre vendedores callejeros y las inauguraciones impulsadas por chefs de renombre con la misma seriedad que la pol¨ªtica internacional. Como viajeros, encontraremos comida de todos los continentes para todos los bolsillos en cada manzana junto a ele?gantes templos de la alta cocina. Y no hay que des?de?ar la periferia, donde a menudo se sacia el apetito pagando mucho menos.
En las calles se forman largas colas para probar postres y bollos reci¨¦n inventados (como pas¨® con el cronut, acr¨®nimo de cruas¨¢n y d¨®nut) y gozar sin prisas de un brunch con caf¨¦ y mimosa el fin de semana est¨¢ tan de moda como pedir una empanada para llevar despu¨¦s de medianoche. Y para los que prefieran el street food, en lugar de parar ante los carritos de bagels y hot dogs o las gastronetas, la nueva tendencia es acudir a las zonas de restaura?ci¨®n o mercados dirigidos por chefs de prestigio, que se multiplican por la ciudad y forman ya parte de su identidad cu?linaria. El mercado de Chelsea, uno de los primeros espacios de este tipo, inspir¨® en parte a otros como Eataly, que a su vez dio lugar al mercado Little Spain del chef Jos¨¦ Andr¨¦s, al Urban Hawker y otros muchos.
?Cl¨¢sico desayuno neoyorquino o ¡®brunch¡¯?
Desayunar bien para empezar el d¨ªa con fuerza es uno de los mandamientos b¨¢sicos del buen viajero. Y en Nueva York es casi obligado. Una de las mejores formas de comenzar la jornada es tomando un bagel con lox (salm¨®n ahu?mado) y queso crema (o schmear) en una t¨ªpica tienda de delicatesen jud¨ªa; quedan pocas (como Barney Greengrass, en Upper West Side, y Russ & Daughters, con cuatro sedes), pero muchos delis, bodegas y tiendas gourmet como Zabar¡¯s, en Upper West Side, sirven bagels al estilo neoyorquino (hervidos y luego horneados). La crujiente corteza del panecillo, la delicada textura del salm¨®n y el suave sabor del queso crean una combi?naci¨®n perfecta.
Más información en la nueva guía de Nueva York de Lonely Planet y en la página web lonelyplanet.es.
Otro sitio estupendo para desayunar a lo grande en la Gran Manzana es el Pershing Square, frente a la Estaci¨®n Central. Est¨¢ abierto casi todo el d¨ªa y siempre lleno de gente. Genuinamente neoyorquino, va variando la carta en funci¨®n de la hora, pero es famoso sobre todo por sus desayunos. Las tortitas son estupendas, pero tambi¨¦n tiene fama su tarta de queso.
Una propuesta para los que prefieran un desayuno ligero y sano: en casi todos los supermercados venden fruta fresca troceada y envasada, perfecta para cuando hay prisa o solo se quiere algo ligero para ir picando. Y por toda la ciudad no faltan los lugares de cadena (Maman, Starbucks, Le pain quotidien, Dunkin¡¯Donuts¡) donde los acelerados neoyorkinos cogen su desayuno y salen pitando.
Pero los fines de semana, lo genuinamente neoyorquino es tomar un brunch, esa combinaci¨®n del desayuno y la comida. Los s¨¢bados y los domingos es habitual ver colas a la entrada de muchos restaurantes de Nueva York, de gente dispuesta a tomar una mezcla de dulce y salado, con un ingrediente impepinable: el huevo, preparado de muchas formas. Entre los cl¨¢sicos est¨¢n los Sarabeth¡¯s (hay muchos por toda la ciudad) o el elegant¨ªsimo The Palm Court, en el ic¨®nico hotel Plaza (es caro, pero vale la pena para darse un homenaje). Otro cl¨¢sico es el Caf¨¦ Mogador, un restaurante marroqu¨ª pionero en la ciudad, abierto hace ya 50 a?os. Y si vamos a una misa de g¨®spel en Harlem, es parada obligatoria el Sylvia¡¯s, donde espera su t¨ªpico y contundente pollo frito con gofres, el plato estrella.
En el Distrito Financiero
El panorama culinario del Distrito Financiero (FiDi) se est¨¢ reinventando gracias a las propuestas de Brookfield Place y la zona de restauraci¨®n de Tin Building, dirigida por Jean-Georges Vongerichten, y a locales peculiares como El Luchador, en South Street Seaport.
Tin Building es la propuesta del momento, un mercado ¨²nico y selecto en South Street con 5.000 metros cuadrados de mostradores elegidos con esmero, restau?rantes, bodegas selectas y un pu?ado de bares. Este flamante palacio gourmet en el muelle 17 no tiene nada que ver con su anterior versi¨®n como mercado mayorista de pescado y marisco, en activo de 1907 a 2005, salvo un mostrador de pescado en la entrada a modo de homenaje. Los precios son caros (mejor dejar la compra para otro momento), pero es el mejor sitio de la zona donde darse un capricho.
En el Distrito financiero hay much¨ªsimas propuestas, pero podemos ir a lo grande y darnos un fest¨ªn con el men¨² degustaci¨®n del Manhatta, que adem¨¢s tiene unas vistas geniales desde un piso 60. En Le Gratin, el rey de los fogones Daniel Boulud acerca Lyon al Bajo Manhattan con su restaurante franc¨¦s del hotel The Beekman, mientras en Schilling el protagonismo lo tienen los cl¨¢sicos austr¨ªacos (schnitzel, sp?tzle) con acento mediterr¨¢neo, en un restaurante r¨²stico de un chef con estrella Michelin, Eduard Frauneder.
Y ya en plan m¨¢s sencillo, en Leo¡¯s Bagels encontraremos deliciosos bagels hechos a mano y servidos con salm¨®n, huevos o queso de untar. Y en Pearl Diner, un sencillo local de toda la vida, sirven desde la d¨¦cada de los sesenta unas tortitas esponjosas y queso a la parrilla.
Cocinas del mundo en East Village y Lower East Side
En estos barrios de moda del coraz¨®n de Nueva York se han mezclado las sucesivas oleadas de migrantes, cada una con su propia cultura y cocina. El resultado es de lo m¨¢s ecl¨¦ctico y sus estrechas calles siguen siendo las m¨¢s creativas y modernas de Manhattan. Cada semana abren nuevos bares y restaurantes, pero a¨²n quedan locales con d¨¦cadas de historia. Aqu¨ª aguardan toda clase de tentaciones, como platos italianos de trattoria, hot pot de Sichuan, s¨¢ndwiches originales, sushi, ramen, pizza y falafel.
La variedad de cocinas en East Village es impresio?nante y, para tratarse de Manhattan, los precios son bastante razonables. Nowon est¨¢ de moda para degustar comida coreano-esta?dounidense (se recomienda la ham?burguesa con queso, pepinillos y salsa kimchi denominada Legendary Burger). Hay quien dice que el pho al estilo del norte de Hanoi House es mejor que el servido en Vietnam. Se podr¨¢n catar excepcionales especialidades indias en Veeray da Dhaba, sopa de fideos con carne de vacuno en el popular 886 o en el min¨²sculo Ho Foods y refinados platos chinos en el relajante Che Li.
Tampoco faltan excelentes restaurantes italianos como Supper, Fiaschetteria Pistoia o Il Posto Accanto. A quien le guste la comida tailandesa picante le inte?resar¨¢ ir a Soothr o a Somtum Der. En Sm?r sirven exquisi?teces n¨®rdicas y en el diminuto Little Myanmar ensalada de hojas de t¨¦ y otras recetas birmanas. Kafana se centra en la carne serbia, mientras que el modesto restaurante alban¨¦s Dua Kafe propone estofados y byrek (pastel de masa filo). Takahachi es un templo del sushi y los fideos japone?ses desde 1991; Awash sirve guisos e injera (pan plano) et¨ªopes desde 1994; Lucien est¨¢ a la altura de un bistr¨® franc¨¦s desde 1998; y Casa Adela se espe?cializa en arroz con habichuelas y pollo asado, t¨ªpicos de Puerto Rico, desde 1973.
Quien quiera picar algo r¨¢pido y barato puede probar en Crif Dogs sus innovadores perritos calientes y tater tots (fritura de patatas), hacer cola en 7th Street Burger para pedir una hamburguesa para llevar o acercarse a Punjabi Deli para descubrir sus deliciosas propuestas vegetarianas. Y de postre, hay numerosas opciones, pero ChikaLicious Dessert Bar destaca por su men¨² degustaci¨®n de dulces.
Es tambi¨¦n en estas calles donde est¨¢ uno de los locales m¨¢s famosos de la ciudad y del cine: el del Katz¡¯s Delicatessen. Pedir aqu¨ª un s¨¢ndwich de pan de centeno con pastrami se ha convertido en una de las experiencias m¨¢s t¨ªpicas de Nueva York. En realidad, es solo una tienda de delicatesen kosher con letreros de ne¨®n, mesas, un personal algo malhumorado y una larga cola en la puerta.
Y entre las nuevas referencias, el Essex Market, un mercado hist¨®rico modernizado. Los vendedores callejeros se re¨²nen aqu¨ª desde 1818. Aunque ha ido cambiando de emplazamiento, la versi¨®n m¨¢s reciente representa la gran diversidad del barrio con puestos que venden quesos, especias, comida dominicana, ceviche, bolas de arroz y m¨¢s. Shopsin¡¯s, legendaria ca?feter¨ªa abierta a la hora del almuerzo, sirve sus variados y originales platos en un espacio min¨²sculo. En la planta baja, la zona de restauraci¨®n Market Line abarca su?cursales de instituciones locales como Veselka y establecimientos especializados en pizza, ramen, pho, sushi y otros tipos de comida.
SoHo, Chinatown y Little Italy: tradiciones contrastadas y miles de sitios para escoger
SoHo (sur de Houston Street), Nolita (norte de Little Italy), Chinatown y Little Italy juntos forman una parte de Manhattan que est¨¢ muy de moda, contradictoria y con mucha cultura. Cada uno de estos subba?rrios tiene personalidad pro?pia, pese a estar tan cerca entre s¨ª, y esto tambi¨¦n se observa en el aspecto culinario. En Chinatown muchos sitios sirven grandes porciones por pocos d¨®lares. Al lado, el SoHo evoluciona constantemente con restaurantes de culto, futuras estrellas de la cocina y una oferta cada vez m¨¢s exclusiva. Y en Little Italy sobreviven algunos locales italianos aut¨¦nticos entre otros muchos tur¨ªsticos.
En Chinatown hay toda clase de exquisiteces regionales asi¨¢ticas, pero la especialidad m¨¢s famosa y sabrosa son los dim sum y las empanadillas chinas. Los hay por todas partes y cada cual cree que su restaurante es el mejor, as¨ª que lo m¨¢s acertado es probar un poco de aqu¨ª y un poco de all¨¢. Super Taste es conocido por sus empanadillas de carne de cerdo y cebollino por menos de cinco d¨®lares. Tambi¨¦n son muy populares en este barrio los restaurantes de hot pot y uno de los mejores para gozar de esta experiencia en la que se elige un caldo, un tipo de carne y verduras, y se cocina todo, es 99 Favor Taste (hay otros locales en la ciudad). Lo mejor es visitarlo en grupo, ya que el hot pot siempre es mejor si se comparte entre amigos. Nom Wah Tea Parlor es otro de los cl¨¢sicos populares del barrio que parece un diner estadounidense, pero que sirve t¨¦ con dim sums: desde cerdo asado hasta xiaolongbaos de Shangh¨¢i para chuparse los dedos. Uno de los mejores lugares para comer dim sum es el Royal Seafood, que tiene el sabor aut¨¦ntico de una casa del t¨¦ cantonesa: desde la forma de poner la mesa hasta la se?ora que empuja los carritos y la cajera, todo lo que hay en este local es pura tradici¨®n. Ping¡¯s tiene un ambiente m¨¢s reducido e ¨ªntimo, pero la comida que sirve resulta sorprendente y los precios son muy razonables.
Pasando al SoHo podemos hacer una primera parada en Dominique Ansel Bakery para darnos un capricho dulce: destaca entre las muchas panader¨ªas que hay en el SoHo y salt¨® a la fama en 2013 con su cronut, que se puso de moda y gener¨® colas de gente que esperaba horas para pedir uno. Tambi¨¦n elabora mucha boller¨ªa francesa creativa, por si alguien quiere probar algo m¨¢s all¨¢ del cronut, pero se recomienda encarecidamente probarlo.
Entre las calles Canal y Broome, Mulberry acoge una de las comunidades italianas m¨¢s antiguas de la ciudad. Hoy, esta calle atrae a muchos turistas dispuestos a disfrutar de un plato de pasta en sus m¨ªticos restaurantes, seguido de un canoli, y puede que tambi¨¦n de un helado, si todav¨ªa queda hueco en el est¨®mago. La mayor¨ªa de los restaurantes tienen siempre un gancho en la puerta, quien carta en ristre trata de atraer clientela. Aqu¨ª hay de todo: desde embutidos hasta la t¨ªpica pizza napolitana, igual que si nos pase¨¢semos por las calles de la mism¨ªsima Roma. La experiencia puede completarse con los famosos canoli o con un helado casero de postre en Ferrara Bakery. Destacan restaurantes veteranos, como Puglia, que han vivido la transformaci¨®n del barrio a lo largo de las d¨¦ca?das.
Union Square, el tir¨®n del mercado agr¨ªcola
Union Square acoge todo el a?o uno de los mejores mercados agr¨ªcolas, que para los visitantes es una de las mejores formas de sumergirse en la cultura del barrio. Este microcosmos de productos frescos est¨¢ activo desde 1976 (cuando solo hab¨ªa siete puestos). Abre todo el a?o los lunes, mi¨¦rcoles, viernes y s¨¢bados de 8.00 a 18.00 en los extremos norte y oeste de la plaza, con 140 puestos que cumplen unas normas estrictas. Todos los productores deben cultivar, criar, cazar o elaborar todos los productos que venden y hacerlo dentro de un radio deter?minado de la ciudad: 400 kil¨®metros al norte, 193 al sur y 274 al este y al oeste. El resultado es una colecci¨®n de puestos de vendedores apa?sionados, deseosos de hacer llegar sus productos a los con?sumidores; pero adem¨¢s forma parte de la comunidad de Manhattan. Entre puesto y puesto, es f¨¢cil escuchar a gente que pregunta por una variedad de tomates que compraron all¨ª hace a?os, ver trabajadores que en su pausa para comer comentan sabores con un fabricante de salsas antes de com?prarle una caja u observar a corredores que saludan a los ten?deros que reconocen al pasar.
Los d¨ªas m¨¢s concurridos pasan por este mercado unas 60.000 personas, pero el ambiente se mantiene sencillo, incluso para quien lo visita por primera vez. Los turistas pueden com?prar mermeladas, vinos y sidras para llevar directamente a sus productores, adem¨¢s de panes, boller¨ªa y quesos.
Hay otro sitio emblem¨¢tico en esta zona: el Shake Shack. En 2001, un carrito de perritos calientes apareci¨® en Madi?son Square Park. Su objetivo era apoyar la primera instala?ci¨®n art¨ªstica del parque. M¨¢s de dos d¨¦cadas despu¨¦s, es un quiosco fijo y, lo m¨¢s importante, el primer Shake Shack del mundo. Creada por Danny Meyer para captar el sabor de las parri?llas de carretera estadounidenses, las ra¨ªces urbanas de esta cadena global encarnan el esp¨ªritu del restaurador que abri¨® su primer restaurante, Union Square Caf¨¦, en 1985, con 27 a?os. Pese a que este cl¨¢sico de la ciudad se traslad¨® en 2016 a la esquina de la calle 19 con el parque, su inspiraci¨®n sigue siendo muy local gracias al Union Square Green?market. Hay restaurantes de Meyer por toda la ciudad, pero esta zona sigue siendo su epicentro: aqu¨ª est¨¢n Gramercy Tavern, famosa por sus cartas de temporada, y la primera de sus panader¨ªas y cafeter¨ªas, Daily Provisions.
West Village y Chelsea: reconversi¨®n gastron¨®mica
West Village, quiz¨¢ el barrio m¨¢s filmado de Nueva York, es tan bonito como en las pel¨ªculas, repleto de ¨¢rboles, calles adoquinadas y casas brownstone. Contin¨²a teniendo un esp¨ªritu bohemio, como hace d¨¦cadas, y es perfecto para pasear y descubrir sitios. El barrio tambi¨¦n es c¨¦lebre por los restaurantes sofisticados, acogedores e ¨ªntimos de Greenwich Ave, Hudson St y Bleecker St. En general, la oferta gastron¨®mica, influida por las ¨²ltimas tendencias del anejo Meatpacking District, es m¨¢s ostentosa y cara.
En West Village est¨¢ probablemente la manzana gastron¨®mica m¨¢s sabrosa de la ciudad. Este barrio es hoy uno de los m¨¢s lujosos y deseables de Manhattan, pero los vestigios de su pasado obrero e inmi?grante perviven, y el mejor tramo para saborear, literalmente, su historia quiz¨¢ sea Bleecker St, entre las avenidas 6? y 7?. Hay que hacer cola para pedir mesa en John¡¯s of Bleecker St, con reservados a la antigua rodeados de fotos y recuerdos. En activo desde 1929, sirve pizzas exquisitas cocidas en un gigantesco horno de ladrillo, adem¨¢s de pasta y otros platos con salsas coloradas. Hay que ir con hambre: lo de dejar el plato bien limpio es algo que se toman muy en serio. Otro fest¨ªn italiano espera en Ottomanelli & Sons, cuyos expertos carniceros aseso?ran a la hora de escoger el filete, la costilla o el ave perfectos. Al otro lado de la calle est¨¢ Faicco¡¯s Italian Specialities, una tienda gourmet inaugurada en 1900: su impresionante s¨¢ndwich de pollo lo dice todo.
Los intolerantes a la lactosa deber¨ªan evitar Murray¡¯s Cheese Bar, pero a los amantes del queso les encantar¨¢ su selecci¨®n. La ruta puede terminar con una nota dulce en la Pasticceria Rocco, repleta de galletas arco¨ªris, canoli y sfogliatella, y el expreso m¨¢s intenso que se puede tomar fuera de Mil¨¢n.
Chelsea representa un t¨¦rmino medio, con propuestas audaces entre Seventh Ave y Nine Ave, y otras m¨¢s al oeste en Tenth Ave. Su icono gastron¨®mico es el Chelsea Market, un bazar urbano inaugurado en 1997 al que le han salido muchos imitadores, pero este lugar sigue siendo ¨²nico. Ocupa un enorme edificio que abarca toda una manzana donde Nabisco anta?o fabricaba galletas en cantidades industriales. Hoy es un sitio para ver y comprar exquisiteces de peque?os productores, co?mestibles o no. La arquitectura recuerda el pasado del edificio. Las enormes tuber¨ªas de forja se han reutilizado como apliques. Bloques se?rrados de granito se han convertido en elementos decorativos. Y eventos como la m¨²sica en directo o las clases de yoga grupales animan los pasajes p¨²blicos.
Pero lo que da vida al lugar son los vendedores. En la planta baja venden hortalizas frescas, quesos, carnes y productos asi¨¢?ticos en la galer¨ªa Chelsea Local. En la de arriba, los productos de consumo dominan la zona del lado de la D¨¦cima Avenida, desde los obsequios creativos y las novedades editoriales de Posman Books hasta la selecci¨®n de objetos curiosos de los fabricantes locales de Artists & Fleas. Para darse un capricho dulce conviene visitar dos cl¨¢sicos neoyorquinos como Amy¡¯s Bread y Li-lac Chocolates y, si apetece una comida m¨¢s sustanciosa, se puede ir a Miznon (comida callejera israel¨ª), Los Mariscos (riqu¨ªsimo ceviche), Lobster Place (rollitos de langosta irresistibles) y muchos otros lugares apetitosos. Las mesas cubiertas de la acera, un a?adido de la pandemia, se han quedado y son ideales para sentarse a saborearlo todo.
Midtown: de Hell¡¯s Kitchen a Koreatown pasando por nuevos mercados ¡®gastro¡¯
En el coraz¨®n de Nueva York, en el distrito de Midtown abundan los restaurantes con estrellas Michelin, pero tambi¨¦n hay cadenas mediocres y trampas para turistas, sobre todo en torno a Times Square. Sin embargo, no se trata de un desierto alimentario: el viajero puede acceder a la Restaurant Row del Theater District, a la diversidad global de Hell¡¯s Kitchen o a la floreciente oferta de Koreatown.
Inmortalizado por el musical West Side Story, el barrio de Hell¡¯s Kitchen (que se extiende por las avenidas Novena y D¨¦cima entre las calles 37 y 55) conserva algo de su fuerza de anta?o. Hoy tiene fama como zona de bares y locales gais, pero la gentrificaci¨®n, en forma de rascacielos de viviendas, no es nueva y la identidad de Hell¡¯s Kitchen vive a la sombra del consumismo de Times Square, que se expande por la Octava Avenida, y los colosales rascacielos de Hudson Yards, que se alzan por el sur. Pero esa gentrificaci¨®n no ha ensombrecido su ecl¨¦ctico panorama culinario, y son pocas las cocinas del mundo que no est¨¢n aqu¨ª presentes.
En El Mil Sabores sirven aut¨¦ntica comida mexicana a precios razonables. Hay pocas mesas, y una peque?a tienda que vende ingredien?tes para elaborar platos mexicanos. En Tradisyon prepa?ran especialidades filipinas como sisig, sinigang y varios adobos, y el sabroso Tasty Hand Pulled Noodles combina fideos con empanadillas, sopa y carne. Tambi¨¦n destaca el diminuto Zoralie, que ofrece platos preparados dominicanos para llevar muy baratos.
Antes de tomar el metro en Columbus Circle, es posible comprar un tentempi¨¦ o cortarse el pelo en las barber¨ªas del Turnstyle Underground Market, un mercado que hay antes de pasar los torniquetes y entre las entradas de las calles 57 y 58 de la Octava Avenida.
En Midtown hay varios mercados para comer: Urban Hawker, con puestos de comida callejera de Singapur; el Mercado Little Spain, la flamante y colorida respuesta espa?ola de Jos¨¦ Andr¨¦s; o el mercado del s¨®tano de la Estaci¨®n Grand Central, con tentempi¨¦s y mercado con productos europeos gourmet.
Upper West Side habla y come en alem¨¢n
Este vecindario principalmente residencial est¨¢ flanqueado por dos de los mayores y mejores parques de la ciudad; de hecho, la atm¨®sfera buc¨®lica del famoso Central Park y de Riverside Park (menos conocido) encaja con su refinado estilo de vida. Aunque no sea un destino culinario, este amplio sector de Manhattan ofrece de todo, desde bagels tradicionales hasta cassoulets francesas, pasando por lo ¨²ltimo de la nueva cocina americana.
Hay pocos barrios que cuenten con un mercado de alimentos que defina su esp¨ªritu, como Upper West Side, gracias a Zabar¡¯s. Fundado por un inmigrante jud¨ªo en 1934 como appetizing store (diferente del deli) especializada en pescado ahumado, queso crema y otros productos para untar elaborados sin carne, el establecimiento ha ido creciendo hasta convertirse en toda una instituci¨®n. Aunque el pescado blanco y el lox siguen siendo excelentes, ahora tambi¨¦n venden comida gourmet, exquisitos platos preparados y, contrariamente a la tradici¨®n, carne. Los miembros del diverso personal est¨¢n tan contentos de charlar un rato como de cortar finas porciones de corned beef (ternera en conserva).
Es en esta zona de Manhattan donde encontramos Yorkville, con su pasado alem¨¢n. A finales del siglo XIX, Nueva York ten¨ªa la tercera comunidad ger?manohablante m¨¢s numerosa del mundo despu¨¦s de Berl¨ªn y Viena. Yorkville, zona encajonada entre East 79th St, 96th St, Third Ave y el r¨ªo East, era conocida como Germantown, y East 86th St recib¨ªa el apodo de ¡°Sauerkraut Boulevard¡±. Con el paso de las d¨¦cadas, muchos alemanes se marcharon, con lo que la zona perdi¨® lustre, pero aun as¨ª, quedan vestigios de su presencia: en la Segunda Avenida, entre 85th St y 86th St, hay un pu?ado de establecimientos en manos de familias alemanas desde hace casi un siglo.
La experiencia puede empezar en Heidelberg, el restau?rante alem¨¢n m¨¢s antiguo del barrio que sirve cl¨¢sicos como schweinshaxe (codillo de cerdo) desde 1936 e invita a brin?dar con jarras de cerveza b¨¢vara en forma de bota. Se recomienda entrar luego en Schaller & Weber, char?cuter¨ªa abierta en 1937, para comprar salchichas; al lado, en Schaller¡¯s Stube Sausage Bar sirven perritos calientes con toques internacionales (incluidos algunos para veganos). Jeremy Schaller, su due?o de tercera generaci¨®n, tambi¨¦n gestiona la contigua cocteler¨ªa Jeremy¡¯s, en cuya barra se puede pedir el combinado a base de ginebra Carl Schurz que homenajea al primer senador electo de EE UU de ascenden?cia alemana.
Y fuera de este universo germano, en el barrio se puede comer tambi¨¦n el JG Melon, modesto pub donde preparan una de las mejores hamburguesas de Nueva York bajo un techo de hojalata desde 1972; degustarla junto con un bloody mary se considera un rito. Otra opci¨®n es parar en el Pastrami Queen, en activo desde 1956. Este establecimiento kosher tiene sus or¨ªgenes en Williamsburg (Brooklyn), donde se llamaba Pastrami King; aunque ha cambiado de g¨¦nero, su s¨¢ndwich hom¨®nimo re?bosante de carne es digno de la realeza.
Para lo dulce, nada mejor que probar en William Green?berg Desserts, popular desde 1946; el rugelach es exquisi?to, pero lo que le da fama son sus galletas blancas y negras de tama?o grande y peque?o. Hay que terminar en Lexington Candy Shop, la cafeter¨ªa familiar de estilo luncheonette m¨¢s antigua de Nueva York (1925); sirve la t¨ªpica bebida egg cream.
La influyente y cambiante comunidad jud¨ªa lleva m¨¢s de un siglo definiendo la cultura de Upper West Side tras haberse establecido aqu¨ª debido a supuestas pol¨ªticas discriminatorias en las viviendas ubicadas al este de Central Park. Al oeste del parque se yerguen numerosas sinagogas. El templo neorrom¨¢nico de la congregaci¨®n Rodeph Sholom otorga majestuosidad y elegancia a W 83rd St. El lugar de culto beaux arts de la congregaci¨®n Shearith Israel ¡ªque se re¨²ne en Nueva York desde 1654 y es la m¨¢s antigua de EE UU¡ª no tiene nada que envidiar a los otros monumentos de Central Park West. Pero quiz¨¢s la sinagoga m¨¢s bonita del barrio sea B¡¯nai Jeshurun, maravilla de estilo neo¨¢rabe con coloridas ornamentaciones, vitrales y recubrimientos dorados. Se aconseja visitar el Jewish Community Center, que siempre ofrece proyecciones, conferencias y otros eventos de inter¨¦s.
Otro aliciente es la gastronom¨ªa: se pueden probar hamburguesas y m¨¢s cortes de carne glatt kosher en Talia¡¯s Steakhouse and Bar, refinado restaurante de Amsterdam Ave que acoge cenas de sabbat semanalmente y frecuentes eventos para personas solteras de fe jud¨ªa. Al lado, Izzy¡¯s Smokehouse sirve carne kosher a la parrilla para llevar. Barney Greengrass merece una menci¨®n por su inigualable pescado ahumado; preparan bandejas de bagels rebosantes de salm¨®n, pescado blanco, bacalao negro y esturi¨®n.
Brooklyn y sus barrios
Llegar al distrito de Brooklyn desde Manhattan es como una escapada, una excursi¨®n a un mundo muy diferente. Hacen falta semanas y meses para verlo a fondo, pero si lo que vamos es a comer hay algunos sitios a tener en cuenta.
Brooklyn Greenmarkets que es el para¨ªso de los productos frescos. Con 15 ubicaciones desde Bensonhurst hasta Greenpoint, pone al alcance del comprador urbano las delicias de la regi¨®n y le permite conectar con los agricultores locales.
Otro hito es Smorgasburg, el mayor encuentro gastron¨®mico donde catar la diversidad culinaria de Brooklyn ¡ªdesde la m¨¢s tradicional (paella, yakitori, pizza al horno de le?a) hasta la m¨¢s moderna (empanadillas de pollo jerk, bu?uelos, salchichas filipinas en panecillos). Esta sucursal del Brooklyn Flea tiene dos ubicaciones: para probar sus productos conviene conseguir una mesa en el Marsha P. Johnson Park de Williamsburg los s¨¢bados o llevar una manta a Breeze Hill, en Prospect Park, los domingos. Tanto si se opta por los co?loridos baos como por la barbacoa vegana, los pinchitos de fruta o las rosquillas de mango y lassi, lo mejor es pedir a trav¨¦s de la app Chow Now y evitar colas.
Un punto ex¨®tico lo podemos encontrar en Little Caribbean, que no es el t¨ªpico destino tur¨ªstico, sino un barrio donde la gente vive y trabaja. Una manzana al norte en Nostrand Ave est¨¢ lo que la fun?dadora de I am caribBeing, Shelley Worrell, denomi?na ¡°the lit block¡± de Little Caribbean. All¨ª se pueden comer versiones vegetarianas de platos t¨ªpicos caribe?os como bake and saltfish, pero con palmitos en lugar de bacalao, en Aunts et Uncles; dulces haitianos en Immaculee Bakery; y helado casero en Mr P¡¯s, una helader¨ªa trinitense con sabores como guan¨¢bana y acedera.
M¨¢s al norte, Veggies Natl Juice Bar & Cafe sirve hamburguesas vegetales y un buen ponche de cacahuete, y Labay Market, platos caribe?os de siempre y delicias dif¨ª?ciles de encontrar, que incluyen productos de la granja de la familia propietaria en Granada. Allan¡¯s Bakery es famoso por sus rollos de pasas y en Culpeppers sirven cou-cou (de harina de ma¨ªz y ocra) y otros platos t¨ªpicos. Una visita a Little Caribbean no est¨¢ completa sin un buen roti (equivalente caribe?o del burrito, relleno de carne al curri con patatas) o sin doubles (s¨¢ndwich de garbanzos al curri entre dos rosquillas); seg¨²n Worrell, los mejores los hacen en De Hot Pot. Los m¨¢s osados pueden pedirlos completos y con mucha pimienta.
La diversidad culinaria de Brooklyn es uno de sus mayo?res atractivos. En Sunset Park, Tacos El Bronco y Los Po?blanos tienen gastronetas y restaurantes en la Cuarta y la Quinta avenidas; Tacos Matamoros, El Rey del Pescado y La Brasa Peruana sirven tacos, aguachile y pollo peruano. En la S¨¦ptima y Octava predomina la cocina asi¨¢ti?ca: los fideos de Yun Nan Flavour Garden; la comida malaya de Hainan Chicken House; los bahn mi de cerdo a la bar?bacoa en Little Thanh ?a; y los dim sums de East Harbor Seafood Palace. Se puede andar hasta Ft Hamilton Pkwy para comer hot pot en Chong Qing Wharf.
Las tortiller¨ªas despegan en North Brooklyn. Sobre Masa, en Bushwick, prepara tortitas de ma¨ªz criollo con segueza (mole) de seta de ostra y alb¨®ndigas de cordero. La Torti?lleria Mexicana Los Hermanos es m¨¢s sencilla. En Wi?lliamsburg, Aldama elabora su propia masa y versiones selectas de los platos mexicanos de siempre. Y el vegetaria?no For All Things Good tambi¨¦n elabora tortitas con masa propia y tiene una sucursal en Bed-Stuy.
En el pr¨®spero Little Tokyo de Greenpoint, Acre ofrece platos japoneses saludables y Rule of Thirds tiene una carta de sakes de dos p¨¢ginas. En 50 Norman se puede comprar miso casero y en Dashi Okume dashi al gusto. Se pueden tomar ramen y ostras en Wanpaku y luego un c¨®ctel en The Hidden Pearl. El mercado japon¨¦s Mitsuki es un buen sitio para comprar tentempi¨¦s.
Greenpoint tambi¨¦n tiene su toque polaco. En Karczma sirven platos tradicionales como kielbasa y borscht blanco en reservados de madera; Christina¡¯s ofrece generosas raciones de col rellena y panqueques de patata. Restaurant Relax elabora cocina casera polaca, desde sopa de pepinillos hasta blintzes rellenos de fruta. Y en Pierozek, el ¨²nico restaurante polaco recomendado por Michelin de EE UU, los pierogi se sirven con beicon y jalape?o o como guarnici¨®n de un Bloody.
Y nos quedan por probar las pizzas de Brooklyn: entre los puestos de toda la vida y el constante fluir de sitios nuevos, se podr¨ªa vivir en este distrito neoyorquino para siempre y no llegar probar todas sus pizzer¨ªas. Si se va a lo cl¨¢sico, Juliana¡¯s y Gri?maldi¡¯s, ambos en Dumbo, acumulan largas colas. Pero no es mala idea obviarlos en favor de Totonno¡¯s; se tarda un rato en llegar a Coney Island, pero sus pizzas al horno de le?a son lo m¨¢s. En South Brooklyn, L&B Spumoni Gardens lleva d¨¦cadas sirviendo pizza siciliana sencilla, con solo un pu?ado de ingredientes. Lucali, al que hay que llevar la bebida y que solo acepta efectivo, lleva en activo desde el 2006, pero la pizzer¨ªa que en su d¨ªa frecuentaban Beyonc¨¦ y Jay-Z sigue siendo de dif¨ª?cil acceso: hay que hacer cola temprano para apuntarse en la lista y luego ir al bar B61 a esperar. Si se logra entrar, hay que pedir el calzone, es divino.
Para saborear una pizza cl¨¢sica neoyorquina o una de la abuela, con mozzarella fresca, se puede ir a Joe & Sal¡¯s o Brooklyn Pizza Crew. Roberta¡¯s es la reina de Bushwick, pero Ops acapara la atenci¨®n con sus pizzas de masa madre y sus geniales c¨®cteles. Lala¡¯s Brooklyn Apizza sirve pizza de Brooklyn en la azotea de Grimm Artisanal Ales¡¯ con una masa que lleva la misma levadura con la que fermenta la cerveza. Las de Nowon llevan kimchi y champi?ones de barbacoa coreana. Ace¡¯s hace pizzas cuadradas al estilo de Detroit. Y quienes tengan restricciones alimenticias pueden ir a Saraghina, que tiene pizzas sin gluten, mozzarella vegana e impecables opciones tradicionales.
Queens: Astoria, Little Egypt y Roosevelt Ave
La principal raz¨®n para visitar Queens es la comida. Aunque los restaurantes m¨¢s populares est¨¢n en Manhattan y Brooklyn, este distrito se lleva la palma por la deliciosa cocina internacional. Si en el barrio de Long Island City hay establecimientos de km 0, en As?toria y Little Egypt se encuentra desde comida griega hasta bagels. M¨¢s al este, Elmhurst evoca Bangkok con m¨²ltiples restaurantes tailandeses, mientras que Roosevelt Ave sobresa?le por la comida callejera latina.
Se recomienda expandir los horizontes culi?narios probando platos en el butan¨¦s Zhego o recetas uigures en Nurlan. I Love Paraguay teletransporta a una naci¨®n sudamericana poco visitada con su chipa so¡¯o (masa de ma¨ªz re?llena de carne y queso), mientras que Africana propone un men¨² inspirado en ?frica occidental que incluye recetas t¨ª?picas de Nigeria, como edikang ikong (estofado con hojas de calabaza) y peppersoup de carne de cabra. Casa Enrique sirve comida casera mexi?cana de primera (y el mejor guacamole de la ciudad) a una parada de metro de Manhattan. La comida india del humil?de Adda Indian Canteen de Long Island City no tiene rival, especialmente sus biryanis y curris. En Woodside abundan los restaurantes tailandeses, desde el afamado SriPraPhai hasta Zaab Zaab.
La zona de Astoria es cita obligada. Aqu¨ª vive la comunidad griega m¨¢s numerosa del mundo fuera de su pa¨ªs. Est¨¢ repleta de pasteler¨ªas, restau?rantes y negocios gourmet especializados en productos hele?nos, sobre todo en Broadway, y paseando por el barrio se oir¨¢ m¨²sica t¨ªpica de Grecia que sale de ventanas abiertas junto al aroma a souvlaki.
Pese a que Astoria se caracteriza por una fuerte presencia griega desde la d¨¦cada de 1960, hoy tambi¨¦n acoge a gentes de Oriente Medio y Latinoam¨¦rica, as¨ª como a j¨®venes crea?tivos (el vecindario est¨¢ de moda entre actores y actrices en ciernes). Esto implica que los establecimientos de toda la vida comparten protagonismo con bares modernos y restaurantes de una nueva generaci¨®n de chefs que aportan un toque contempor¨¢neo a la cocina griega tradicional. Taverna Kyclades, el restaurante griego m¨¢s famoso de Astoria, apuesta por cl¨¢sicos de mar como pulpo a la parrilla.
Tambi¨¦n est¨¢ en Astoria un trozo de Egipto. El viajero sabr¨¢ que se halla en Little Egypt ¡ªen Steinway St, entre 30th Ave y Astoria Blvd¡ªcuando vea la mezquita rosa que domina la calle. Este diminuto rinc¨®n de Astoria rebosa de bares de narguil¨¦s, pasteler¨ªas, tiendas especia?lizadas y excelentes restaurantes. De noche, la calle cobra vida gracias a los hambrientos ve?cinos atra¨ªdos por el humo de las gastronetas y a la cliente?la que abarrota los caf¨¦s. Aunque se llame ¡°Peque?o Egipto¡±, se encuentran delicias de todas partes de Oriente Pr¨®ximo y ?frica Septentrional.
Y nos queda todav¨ªa por probar la comida callejera latina de Roosevelt Ave. Cuando se trata de comer por la calle, cuesta superar el ej¨¦rcito de gastronetas, carritos y locales de delicatesen se?cretos de esta avenida. Paseando de 90th St a 103rd St, uno puede sorber champurrado (una espesa bebida caliente de cho?colate con ma¨ªz), picar cemita (s¨¢ndwich mexicano) y dejar hueco para un guiso de pescado ecuatoriano: es barato, au?t¨¦ntico y muy de Queens. Si el hambre aprieta, tocar¨¢ catar lo mejor de Roosevelt Ave. Andando por la acera sur se llega?r¨¢ al cruce con Forley St, donde el c¨¦lebre puesto Taco Veloz sirve tacos deliciosos y cemitas excelentes. Algo m¨¢s al oeste se halla Mariscos El Submarino: al fondo hay un mostra?dor tras el que los h¨¢biles empleados preparan unos de los mejores c¨®cteles de gambas y aguachiles del planeta; carga?dos de gambas (y/o pulpo) y cubiertos con aguacate troceado, son sabrosos, refrescantes y exquisitos.
Siguiendo por Roosevelt Ave se alcanza Birria-Landia, famoso por sus tacos de birria (carne estofada servida con una salsa). A¨²n se puede ir al norte hasta 37th Ave para poner fin a este viaje culinario por Latinoam¨¦rica con una esponjo?sa arepa rellena de queso de Arepa Lady.
Adem¨¢s de museos interesantes, Flushing Meadows-Coro?na Park acoge el mercado nocturno de Queens. En verano, cada s¨¢bado al caer la noche se instalan decenas de puestos que venden comida callejera de inspiraci¨®n internacional. Se podr¨¢n probar bolas fritas de pescado de Antigua, pierogi de Polonia o guiso de quingomb¨® de Sierra Leona, y postres como t¨¦ de burbujas, d¨®nuts-mochi o past¨¦is de nata portugueses.
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